UN LUSTRO DE CINE

24 Estatísticas Lustro 1.1

Vaya, qué curioso: preguntamos a nuestros colaboradores cuál es la mejor película del lustro y van y eligen Boyhood (Richard Linklater, 2014), un título de este año, antes incluso de que publiquemos nuestra lista de lo mejor del año. Sin embargo, Boyhood es una película tan de 2014 como de 2010, o incluso de 2005, ya que Richard Linklater dedicó doce años a filmar la vida de Mason / Ellar Coltrane. Desde esta perspectiva, Boyhood bien puede ser la mejor película del lustro, del siglo, del milenio, de…

Hipérboles aparte, y gane quién gane, lo más útil de estas votaciones es siempre la nómina de películas mencionadas, que forman una especie de lista de reproducción de la que todos podemos sacar alguna referencia, porque nunca nadie es capaz de ver todo lo que vale la pena. Lo mejor del lustro, por lo tanto, son 129 películas, elegidas por 25 personas, en donde cabe de todo: ficción y no-ficción, mainstream y experimental, Hollywood, O Som e a Fúria, el Sensory Ethnography Lab, el Otro Cine Español y Eddie Saeta coproduceindo a Apitchapong Weerasetakhul y a Naomi Kawase. Un lustro, por suerte, da para mucho.

Algunos cineastas -doce, en concreto- incluso aparecen en nuestra lista con varios trabajos: ellos son, por orden de puntuación, Richard Linklater, Véréna Paravel, Lars von Trier, Miguel Gomes, Kelly Reichardt, Manoel de Oliveira, Tsai Ming-liang, Hong Sang-soo, James Benning, Nicolas Winding Refn, y Jean Pierre y Luc Dardenne. Desde un punto de vista geográfico, si procesamos esta votación a nivel estadístico, la mayor parte de títulos proceden de las dos grandes locomotoras del cine occidental, Estados Unidos y Francia, con una importante presencia de cine ibérico, y una amplia variedad de películas de otros países, siguiendo un claro patrón continental: Occidente mantiene la hegemonía (54 filmes europeos y 36 norteamericanos) en contraste con el impulso asiático (12 títulos), una discreta presencia sudamericana (4 títulos) y la aparición apenas testimonial del cine africano (un único título). Entretanto, la importancia de las coproduciones transnacionales sigue creciendo, porque cada vez hay más películas en las que la procedencia del dinero, la nacionalidad del director, el lugar y la lengua de rodaje no coinciden. ¿Cuál es el motivo de esta geopolítica cinéfila? ¿Cuestiones de calidad? ¿Cuestiones de volumen de producción? No, quizás sea algo tan arbitrario como el acceso a las propias películas, que depende de los caprichos de la distribución, y también de la discriminación positiva hacia lo más conocido y cercano.

24 Estatísticas Lustro 2.2

Las estadísticas no explican ni interpretan nada por sí mismas, por lo que también pedimos a nuestros colaboradores que señalasen alguna tendencia que les pareciese especialmente relevante o novedosa en el último lustro. De todas las respuestas que recibimos, la más completa fue sin duda la del productor y cineasta Lluis Miñarro, que vale la pena reproducir en toda su extensión:

La primera tendencia es la que inaugura Apichatpong Weerasethakul con Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives (2010), en la que se establece una relación distinta entre espacio y tiempo. El tiempo deja de ser lineal, y entramos en un terreno que ya había explorado con anterioridad Jacques Tourneur. Esta particularidad de suspender el tiempo ha influenciado otros trabajos como L’inconnu du lac (Alain Guiraudie, 2013) o Jauja (Lisandro Alonso, 2014).

Una segunda tendencia es el énfasis en la plasmación más sincera y explicita de la sexualidad. Podemos comprobarlo a partir del 2013 con La vie d’Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013), L’inconnu du lac o mi propia película Stella cadente (Lluis Miñarro, 2014), y también en La jungla interior (Juan Barrero, 2014), por poner ejemplos recientes.

Una tercera tendencia es la búsqueda y la reflexión sobre el pasado, y la exploración de otras corrientes artísticas, como la pintura e incluso los espacios museísticos. Tendencia típica para los periodos de crisis, en los que hay necesidad de revisar del pasado. Peliculas como Amour Fou (Jessica Hausner, 2014), Historia de la meva mort (Albert Serra, 2013) o Das grosse museum (Johannes Holzhausen, 2014)”

L’Origine du monde (Gustave Courbet, 1866) / Stella Cadente (Lluis Miñarro, 2014)

Esta última tendencia de la que habla Miñarro tiene que ver, en parte, con la hibridación de medios, formatos y referentes que ha dado lugar al paradigma de la intermedialidad, según el cual muchos productos culturales contemporáneos desarrollan sus relatos y discursos en varios medios a un mismo tiempo. Miñarro se refiere, en concreto, a la confluencia del cine con la pintura y con el museo, pero hay muchas otras intersecciones posibles, partiendo siempre del vértice del cine: cine y videoarte, cine y televisión, cine y cómic, cine y videojuegos, etc. Sin salir de este paradigma, Óscar Iglesias menciona la migración de autores del cine a la televisión y de la televisión al cine, en un momento, además, en el que las series se conciben como unidades cerradas (películas de ocho, diez o doce horas) y las películas como sagas en tres, cuatro o en un número indeterminado de entregas. Daniel Ribas también señala la importancia de la hibridación de formatos, aunque en su caso aludiendo al peso creciente de la ficción documental dentro del cine contemporáneo.

La intermedialidad ha acelerado también la libre circulación de imágenes en democracia, como dice Cibrán Ternero, imágenes que pasan de un producto a otro y, por lo tanto, de un espectador a otro, dando lugar a nuevos modos de producción y, sobre todo, a nuevos modos de consumo. En estas circunstancias, los ritmos de visionado multiplican sus niveles, de forma que una cosa es el ritmo de los festivales, otra el de los estrenos en salas, otra el de las plataformas de cine bajo demanda, y otra más el de las descargas desde la red. El viejo concepto de actualidad sigue marcado por la agenda de productores, distribuidores y exhibidores, pero ahora hay varias actualidades simultáneas entre las que no siempre está clara la jerarquía.

Si volvemos a los 129 filmes de nuestra lista, llama la atención el elevado número de títulos estrenados dentro del marco del Festival de Cannes, como ha advirtido Débora García, quizás porque sus programadores son muy conscientes de la necesidad de satisfacer la demanda de públicos diversos para así no perder su lugar central en la temporada cinéfila. Sin salir de nuestra lista, nada menos que cuatro de las últimas cinco Palmas de Oro están entre los diez títulos que más votos han recibido, y dos de ellos, La vie d’Adèle y The Tree of Life (Terrence Malick, 2011) comparten incluso un mismo interés por lo que Iván Villarmea señala en este artículo como uno de los principales motores del relato cinematográfico actual: el espectáculo de la vida. En esas seguimos: con un pie en la vida y con otro pie en el cine.

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