FICX 2014 (II/III): SECCIÓN OFICIAL Y RELLUMES

Segunda parte de la crónica, que viene de aquí; le sigue otra centrada en Convergencias, la nueva sección de la crítica.men women and children

En líneas generales en la Sección oficial nos encontramos películas con muy buena factura, que incluyen aspectos que las diferencian del cine más comercial, pero que no obstante, son algo convencionales en el tratamiento de las tramas y la forma de contar. Aunque tanto en esta sección como en otras, hubo excepciones.

Men, Women and Children (Jason Reitman, 2014) (fuera de competición), Hippocrate (Thomas Lilti, 2014) y Life Feels Good (Maciej Pieprzyca, 2013)se sitúan del lado más convencional. Titli (Kanu Behl, 2014) va un poco más allá, y finalmente de las que pude ver, Trap Street (Vivian Qu, 2013) y Party Girl (Marie Amachoukeli-Barsacq, Claire Burger, Samuel Theis, 2014) fueron las propuestas más originales.

En Men, Women and ChildrenJason Reitmanhace una revisión del uso de las redes sociales e Internet en la sociedad de hoy en día y muestra cómo estas intervienen en la vida familiar, de grupo y de pareja. La película tiene muchas cosas buenas: es brillante el uso que hace de los grafismos, sonidos y fórmulas virales; las problemáticas de las dos parejas protagonistas son cercanas, sus conflictos te permiten empatizar y las resoluciones emocionan, pero en mi opinión saca a relucir demasiados temas (anorexia, fama, control parental en Internet) y la intención delanálisis social del fenómeno web 2.0 resulta demasiado reduccionista, una sensación acrecentada por la presencia de la voz en off que nos narra la historia.

La mayoría de estos temas abordados no son nuevos, ya existían antes de la red de redes, y su contextualización 2.0 tampoco constituye un gran descubrimiento. Por otra parte se me antoja que algunos comportamientos y preocupaciones – me refiero sobre todo a la obsesión por la seguridad del personaje interpretado por Garner – son más propios de la sociedad norteamericana que de la global.

Dos son los elementos de interés. El primero, la forma diferente de abordar un tema clásico: los conflictos de pareja. El segundo, las posibilidades narrativas de los grafismos virales que aportan una perspectiva totalmente nueva. Cómo está resuelto en el guion el conflicto del matrimonio Truby (Adam Sandler y Rosemarie DeWitt) es toda una declaración vital. La perspectiva novedosa posibilitada por el elemento viral es una narración paralela que se pone especialmente en evidencia con la voz del narrador, y que da la sensación por momentos, de proponer una lectura del lenguaje dentro del lenguaje (al llenar la película de recursos propios de los videos de Internet, Reitman parece proponer una lectura del film como video viral).

El recurso del narrador omnisciente funciona bien (y es muy cómico) cuando puntualiza alguno de los comportamientos de los protagonistas contradiciéndolos (“ella cree que…, pero…”), sin embrago los comentarios totalizadores sobre costumbres y usos en las redes sociales resultan molestos, y todavía más, las moralejas finales. Podríamos justificar estos comentarios (y moralejas) como decíamos, identificando al narrador de la película con el narrador del video viral que ha cautivado a Tim, y por tanto la película con este video viral, pero sería difícil justificar con este criterio lo mejor del recurso: el contrapunto con los personajes.

Aunque la lectura principalno convenza, con todo, la película tiene momentos muy inspirados, tanto en su primera mitad decididamente de comedia, como en su final más dramático. Casi siempre bien recalcados con la presencia del medio tecnológico: la aparición de los pop-up publicitarios en los momentos onanistas, la pelea de uno de los protagonistas en la escuela que todo el mundo se pone a grabar con su móvil; y el momento más logrado, el diálogo de whatsapp entre Tom y la madre de su novia, que tiene el teléfono de su hija intervenido. La escena es sin sonido, leyendo las respuestas…, el cine estaba mudo. Para acabar, la madre arrepentida desconecta el sistema de control, es el final de la película, y la pantalla se va a negro.

hippocrateHippocrate cuenta el primer año de interino de un joven médico en un Hospital de París. Cómo se enfrenta a la práctica diaria de su profesión, que choca frontalmente con la certidumbre teórica de las aulas, y su encuentro con Abdel, un médico argelino metido en el rotatorio con las esperanza de cumplir los requisitos para poder trabajar en Francia. Thomas Lilti, facultativo además de realizador, explota de forma inteligente los contrastes entre el joven Benjamin y el experimentado Abdel. El primero es hijo del director del servicio clínico donde hacen la interinidad, el segundo emigrante y padre de familia en busca de un futuro mejor para los suyos.A partir de ahí disecciona de forma precisa el funcionamiento del sistema sanitario en Francia (diríamos que el de cualquier sitio) con especial claridad de trazo a la hora de dibujar los retratos del personal y los tejemanejes administrativos. Prometedora al inicio en sus planteamientos – errores médicos, funcionamiento hospitalario, limitaciones presupuestarias – se descubre al final como una tragicomedia de iniciación emocionante y por momentos simpática, pero con un cuarto de hora final lleno de lugares comunes.

Life Feels Good cuenta la historia real de un joven con parálisis cerebral que lucha cada día para que las personas que lo rodean se den cuenta de que es en realidad un ser humano con plenas capacidades intelectuales. Convencer primero a la familia, que aunque lo trata con amor lo considera un inválido mental; después las mujeres por las que se siente atraído, a las que mira con desesperación pero con las que apenas es capaz de comunicarse; y finalmente a las autoridades hospitalarias, que al principio lo descartan como ser humano pensante y después lo quieren estudiar y exhibir como una cobaya humana en beneficio de la ciencia.

Enmarcada en Polonia, en una época en la que la medicina daba sus primeros pasos en el estudio de este tipo de parálisis, la película es un tributo a la voluntad humana. Para expresar esta lucha de la voluntad del protagonista y la desesperación que a veces lo invade, es especialmente revelador el contraste que se establece entre la voz en off del personaje y su caracterización física. Podemos sentir la impotencia de Matuesz ante la ceguera de quienes lo rodean y entendemos sus ataques de frustración ante la incomprensión general cuando grita y se retuerce por el suelo. En contraste, la voz en off sirve para mostrarnos vivamente el mundo interior del personaje, con momentos llenos de humor hiriente, como cuando acota para explicar la ausencia de incisivos: “se dieron cuenta que me mordía los labios (al comer) e intentaron ayudarme”. Los dos actores que encarnan al protagonista hacen un trabajo impecable, tanto Kamil Tkacz que lo encarna de joven como Dawid Ogrodnik que lo hace de adulto, este último con justicia, Premio al mejor Actor del FICX 2014.

Life Feels Good es una película muy bien contada, con momentos emocionantes y humor lleno de ironía. Por el contrario repelen un poco los momentos tiernos, y se echa de menos un poco más de mala leche, explotar un poco más ese rasgo ácido del carácter del personaje.

Titli nos cuenta una historia de los bajos fondos de Dehli con verdadera vocación documental, y se respira el rodaje con cámara escondida y el concurso de actores no profesionales. La presencia de la violencia y la opresión en el seno de la familia protagonista está brillantemente expuesta: con pequeños detalles como los gorjeos del lavado de dientes, con silencios y mentiras disimulados – algunos de estos momentos con imagen ralentizada – y con una caracterización de los personajes bien escalonada, en la que descubrimos cómo el padre marca el modelo que imita el hijo mayor y del cual reniega el protagonista.

Es especialmente estimulante el personaje de ella (Shivani Raghuvanshi fue Premio a la Mejor Actriz del FICX 2014), una mujer que se sale de la norma, en un contexto evidentemente machista, ella se resiste al matrimonio de conveniencia y tiene sus propios sueños. Sin embargo, es inevitable que participe en el juego de silencios y mentiras y sea víctima de los intereses de la familia y el ambiente de opresión. Brillante también cómo Kanu Behl introduce el elemento del dinero como catalizador de las relaciones entre los personajes y definidor de la esfera de opresión presente en todo el film, y cómo el humor en este contexto social deprimente nace casi por accidente, para el espectador, nunca con el beneplácito de los personajes. Titli es muy valiente en lo que muestra por eso desentona un poco el final, necesario porque reconforta, pero más complaciente que el resto del film. No obstante, se le concedió el Premio Principado de Asturias al Mejor Largometraje del FICX 2014, a este gran logro del cine independiente indio.

trap-streetTrap Street es una historia de amor probable en un marco de intriga política. El protagonista ayuda a actualizar planos de la ciudad en la que vive y por casualidad un día de trabajo da con una joven de la que se queda prendado. Con cualquier excusa intentará localizar la calle en la que ella trabaja, sin saber que acoge un edifico secreto del gobierno y que por eso nunca aparece en los mapas. Su insistencia y el contacto con la joven van a hacer que se empiece a sentir cuestionado en el trabajo, vigilado día a día y finalmente detenido secretamente sin conocer la razón.

Un ritmo muy bien compuesto acompañado de un juego atractivo de vouyerismo en la que destacan los momentos suspendidos en los que el protagonista busca cámaras y micrófonos, y mira desconfiado de frente a la cámara. El interés del protagonista por la joven, naturalmente, se comparte. El misterio de la chica está bien servido, el giro de sospechas hace al espectador revolverse en la butaca. Para rematar este suspense progresivo, la detención del protagonista te deja destemplado. Y el final, cuando ella rompe la cuarta pared con su mirada reflejada en el espejo, inquietante y sugerente.

Party Girl es un documental en forma de ficción. Firmada por tres realizadores: Marie Amachoukeli-Barsacq, Claire Burger y Samuel Theis parte de un hecho real, la boda de la protagonista, madre de Samuel Theis, para erigirse como un reflejo fiel de la vida y quehaceres de Angelique, una antigua bailarina de cabaret que a sus sesenta años sigue trabajando como gancho para los clientes del lugar, y que tendrá que decidir ante la propuesta de matrimonio de uno de los clientes, si está preparada para cambiar de vida.

Irregular en su estilo, quizás debido a la autoría compartida – por ejemplo, por momentos uno se pregunta si está viendo un documental o una película de ficción – Party Girl nos regala sin embargo mucha sinceridad: camaradería entre el personal del cabaret, comidas campestres (en realidad al borde de la carretera), desconfianza natural de los hijos, y un acercamiento absolutamente de proximidad al problema del alcoholismo. No hay moralinas ni dramatizaciones excesivas, se muestra lo que hay: las consecuencias, los esfuerzos de los personajes por reconciliarse con el pasado y los límites que se ponen. Con momentos especiales como el intercambio de joyas de madre e hija en el tren, los discursos de los hijos en la boda y la confesión de la madre a su hijo mayor en el coche, cuando le confiesa sus dudas sobre la boda y le propone instalarse con él en París.

La película es un verdadero estudio sociológico donde los amigos de él opinan, los hijos comparten impresiones,Michel da sus razones para la boda. Y el dilema de la protagonista da pie para un certero estudio del personaje: Angelique se deja llevar más que por amor, por la propuesta de un retiro acomodado y el deseo de reconciliarse – con la promesa de una vida ordenada – con sus hijos.

El final hace justicia, con un preludio perfecto para el clip musical del cierre final, en la pelea en el cabaret de Angelique con un cliente jovencito. Premio Fipresci del FICX 2014 merecidísimo.

HopeRellumes

Al igual que en la Sección Oficial, en la sección Rellumes nos encontramos con películas que usan recursos y estructuras más conocidos como Hope (Boris Lojkine, 2014) y Traitors (Sean Gullette, 2013) y otras decididamente más sorprendentes como I’m Beso (Lasha Tskvitinidze, 2014) e Blind Dates (Levan Koguashvili, 2014).

Hope es una coproducción estadounidense-marroquí que narra los esfuerzosde la joven Malika para destacar con su banda de punk-rock Hope. El éxito con su banda se adivina como la única manera de cambiar el estado de las cosas. Para juntar la suma de dinero que necesita, Malika se verá envuelta en negocios de tráfico de droga y se expondrá a situaciones límite.

El retrato de la juventud marroquí de hoy en día, con sus apaños laborales, sus peajes en call centres y con la vecindad del dinero fácil de la droga destaca como lo más interesante. Especialmente por proponer el punto de vista femenino, que en la sociedad marroquí está siempre, de forma evidente o más velada, cuestionado. La trama criminal es un catálogo curioso, pero es otra película.

Como el propio director admite, la cinta es un cliché correctamente construido. Tiene emoción, buenas actuaciones…, pero con el giro hacia la trama de tráfico de drogas se desvía del tema interesante que apuntaba. En todo caso, un desvío que no ha sido óbice para que Hope se llevarse el premio Rellumes del FICX 2014.

Traitorscuenta con solidez y delicadeza la conmoción traumática de una familia (coreana) que recibe la noticia de que su hija de 8 años ha sido sexualmente asaltada y se debate entre la vida y la muerte en la UCI de un hospital.

Uno de lo grandes méritos de la película es cómo describe, con escenas bien elegidas, las sucesivas etapas postraumáticas de la víctima y su entorno. Es una película muy humana: un verdadero manual de psicología clínica, pero al mismo tiempo delicada. En este sentido es todo un hallazgo, cómo desgrana los distintos elementos en juego: la culpa, la vergüenza, el desamparo de las víctimas – económico, judicial, en los medios – y la solidaridad de amigos, vecinos y desconocidos. En este vaivén emocional de los protagonistas la narración está sólidamente tejida con alternancia de momentos dramáticos y de comedia tierna. Toca como decimos, puntos sensibles, pero la sensaciónfinal es la un cuento, con un villano – decepciona el diálogo entre el acusado y el padre de la víctima – una víctima inocente y un hada buena (la psicóloga en silla de ruedas). No es en absoluto recriminable el tono amable, ni las buenas vibraciones, pero una película tan exacta en muchos detalles de comportamiento humano, no puede diluir al final, la realidad del drama de esta manera.

blind datesMención aparte merecen Blind Dates y I´m Beso, las dos películas georgianas que extrañamente no se alzaron con ningún premio. Aunque muy diferentes, tienen algunos puntos en común: la presencia de edificios en ruinas o descampados como fondo permanente (testimonio de un pasado cuestionable, un futuro incierto y un presente desolado), la vida compartida de los miembros de la familia bajo el mismo techo; la presencia de lo criminal como algo cotidiano y compartido; la política, el orden de lo antiguo y la identidad nacional como referente; el deambular de los personajes en una búsqueda en ese paraje en ruinas a cielo abierto, de no se sabe qué que los motive.

I’m Beso nos presenta la vida de dos adolescentes en una villa georgiana, Beso y su amigo Beka, su tiempo libre, las clases de karate, el flirteo con chicas y el acoso de dos compañeros de colegio. De fondo la situación familiar del protagonista: un padre incapacitado y alcohólico, una madre que trabaja en lo que puede y un hermano homosexual que contribuye dando clases de baile en la casa.

La película nos pasea. Por el pasado, con los edificios en ruinas y los sermones del padre a su hijo. Por la villa y sus gentes, con el deambular de los chicos, las bromas y los flirteos. Por el mundo de subsistencia y la miseria, en el hogar de Beso. Por lo criminal, que se presenta de forma natural como la opción más común para la vida adulta. Por la vieja política, con los discursos del padre y del maestro, y por la nueva, en el drama del hermano homosexual de Beso. Y lo mejor es que todo esto se muestra de fondo, a raíz del conflicto de Beso y Beka en el colegio y mientras los dos chicos comparten el sueño de que el primero se convierta en un cantante Rap de éxito para encontrar un futuro mejor para todos.

La presencia del paisaje para contar la situación de la sociedad georgiana sin abordarla directamente como tema es un recurso inspirado. Inevitable no percibir la villa desolada como una prisión comunitaria. Y este diálogo entre el pasado insigne y el presente sin aspiraciones no está exento de cierto humor de tinte negro: cuando los chicos van a pelearse deciden entrar en un antiguo teatro en ruinas, y son sorprendidos por el vigilante del lugar que los echa indignado.

Lo mismo ocurre con la introducción de personajes de reparto, estos contrastan inevitablemente con la realidad de los chicos y son por eso otro elemento fundamental para contar la situación de la sociedad georgiana. Y por supuesto se producen situaciones que llaman a la sonrisa (amarga). La clase de karate es un ejemplo, una ceremonia de honor y patriotismo para algunos, como el profesor y los alumnos aventajados, y tomadas con desgana y pantomima por otros, como Beso y Beka. Del mismo modo que el personaje del profesor, funciona el personaje del padre de Beso, con valores de otra época que no entiende o no ve como funcionan ahora las cosas; o la mujer con la que bromean los chicos con las ranas, y que reacciona matándolas a paladas. Y el final, muy inteligente, se orquesta a través de un personaje secundario, con el hermano homosexual y su novio cruzando la frontera hacia Europa.

Blind Dates es una película más tramposa, porque responde al cliché del género buddies pero con elemento romántico intenso y en un contexto tan diferente, que resulta por momentos esperpéntica. Para empezar, la pareja de amigos son cuarentones en un contexto propio de jóvenes de veinte años. Sandro vive con sus padres, que quieren verlo casado como un buen adulto, e Iva, su amigo de la infancia, no deja de buscarle citas – a través de los anuncios- que no le interesan demasiado. Así empieza la película, los dos amigos esperando en la estación de Tbilisi a sus citas. Para seguir, la cinta da un vuelco, de las citas y las opiniones de los padres al enamoramiento de Sandro de Manana, la madre de una de sus alumnas, con un marido mujeriego, tramposo y celoso que va a salir pronto de la cárcel.

La película de Levan Koguashvili tiene momentos poéticos muy bellos – en la playa, cuando se resguardan de la lluvia – absurdos-positivos – los momentos en la habitación con las citas – y patéticos – Sandro no tiene una personalidad fuerte – pero sea como fuerela dignidad de los protagonistas, hasta en los momentos más ridículos, se respeta. A veces es un equilibrio difícil, pero sin duda es el valor principal de la película y fuente además, de las más sinceras carcajadas.

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