MÁRGENES 2017: SECCIÓN OFICIAL

La llegada del mes de diciembre suele indicar el inicio del repaso de lo que dio el año en materia cinéfila. Sin embargo, desde hace ya 8 años, hay un festival que reivindica este espacio temporal para ofrecer una programación arriesgada que da voz a aquellas producciones que se mueven más allá de lo tradicional y que, en muchas ocasiones, no tienen la suficiente visibilidad. Es el Festival Márgenes, que encuentra ya en su propio nombre, las razones de ser: mirar en los márgenes, en aquellos espacios que a veces quedan ocultos tras otro cine que tiene más visibilidad.

María Cañas recibe o premio do xurado á Mellor Película

María Cañas recibe el premio del jurado a la Mejor Película

Premio del jurado a la Mejor Película, Expo Lio 92 (María Cañas, 2017) propone una revisitación de uno de los mayores eventos internacionales que España ha acogido: la Exposición Universal de Sevilla 1992. El film emplea fórmulas de apropiación y de manipulación de la imagen para crear un discurso que va de temas como el colonialismo español en América a la corrupción y megalomanía política del momento. Temas de mucho interés que se apoyan en vídeos y testimonios con gran acierto y que van de figuras como el Subcomandante Marcos a políticos como Pepe Mújica. Sin embargo, el acierto en la elección de los vídeos se distancia del gusto a la hora de crear ese collage; no por la apuesta por lo absurdo en la superposición de imágenes ridículas, sino porque el ridículo de este totum revolutum acaba por perder al espectador en un mar de referencias que parecen más propias de un lenguaje de internet (donde la propia recopilación es el motivo principal) que a las de un film de este tipo (donde la recopilación de vídeos debería encaminar y dirigir un discurso determinado).
Sin embargo, no es Expo Lio 92 un film insoportable o tedioso, al contrario. Su ritmo ágil y rápido hace que el espectador cruce las referencias, pasadas, futuras o coetáneas a la Expo 92, sin tiempo para aburrirse o distraerse del film en sí incluso. Por encontrarle un referente, local, uno puede pensar en los trabajos de Juan Sebastián Bollaín, cineasta que habría que reivindicar más, y trabajos como Sevilla 2030 (2003); pero María Cañas construye este film, no para encontrar semejanzas con trabajos anteriores, sino para destruir todo y así, desde la nada, comenzar a construir de nuevo.
También de referencias parte Tierra sola (Tiziana Panizza, 2017), premio NUMAX Exhibición, que toma como punto de partido 32 documentales filmados en la Isla de Pascua para centrar su mirada en un pasado colonialista e invasivo sufrido por los nativos de la isla. Tizianna enfrenta en el montaje las imágenes de diferentes documentalistas para mostrarnos la visión occidentalizada que tenemos del lugar. Además, el documental recoge también la vida diaria y los proyectos de futuro de la cárcel de la isla, un lugar donde los propios presos pueden abrir la puerta para estar con su familia: pero, quién va a huir de la isla más aislada del planeta? La libertad se convierte, en esta lectura doble, pasado y presente, en el tema central del filme y que, a través del uso de estas imágenes recuperadas de otros filmes, va enseñando un pasado de brutalidad y abuso de fuerza que, a día de hoy, aun sigue presente para los paisanos de la Isla de Pascua.

25 cines/seg (Luis Macías, 2017)

25 cines/seg (Luis Macías, 2017)

Oculto en varios de los filmes programados en esta VII edición del Festival Márgenes, la reflexión alrededor del cine parece un tema que se repite. También en Los Mutantes (Gabriel Azorín, 2017) o en 25 cines/seg (Luis Macías, 2017) aparece esta vertiente meta. La primera, centrada en la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid, emplea los recursos propios de un cine observacional para narrar el proceso creativo desprovisto de todo glamour. Digo desprovisto de glamour porque para Azorín lo que importa no es la mística o la magia del cine, sino la realidad, y así se traslada en las tres partes que el film tiene: en la primera, los alumnos de la escuela limpian a mano una pared pintada para el rodaje de un plano mientras discuten sobre el propio rodaje, la escuela o el absurdo del trabajo; en la segunda, alumnos y docentes asisten a los pases de las producciones filmadas en la escuela y soportan las críticas y las visiones de aquellos ajenos a rodaje mismo; en la tercera, una secuencia se planifica en el futuro mientras, en el presente, tan sólo oímos la rutina previa de trabajo, etc. Tres visiones de tres momentos de la producción fílmica que abogan por el realismo y naturalidad en los testimonios, pero, como enseñan en las clases de cine, a veces la vida no es suficientemente entretenida para hacer un film de ella… incluso cuando la vida gira alrededor del cine.
25 cines/seg, por el contrario, mira para esa parte tediosa y odiosa de las producciones: la burocracia. El mediometraje de Macías parte, supuestamente, de un filme nunca realizado sobre cines abandonados para convertirse en una reflexión en voz alta sobre el estado del cine en la actualidad. Las imágenes de salas de cine abandonadas y siendo derribadas se suman con la voz del director leyendo el contrato que firmó con una produtora para la realización diera film inexistente y con la voz de la produtora exigiéndole que firme más documentación. Así, Macías construye, de forma sutil, el relato apocalíptico de una realidad actual fílmica en la que la arte creativa es ahora una suma de procesos burocráticos y técnicos en los que poco importa el director, el tema a tratar o contar una historia.
La nota de color dentro de una programación muy crítica con la sociedad la encontramos en Omar y Gloria (Jimmy Cohen, 2017), relato cariñoso y próximo de esta pareja de bailarines de Danzón. Gloria, madre de Omar, filma por compulsión toda la vida a través de diferentes videocámaras que se van modernizando segun la tecnología avanza. Omar, por el contrario, es el sujeto pasivo de estos recuerdos que Gloria dirige y filma. La vida ocurre a través de la lente de esa cámara que permite acumular los recuerdos en un soporte a prueba del paso del tiempo. El director consigue desaparecer del film y ceder todo el protagonismo a esta pareja de personajes que se reflejan en el lejano eco de los Grey Gardens de los hermanos Maysles. Entre la broma y la ternura, Gloria y Omar nos abren la puerta de su vida y nos ayudan a llenar de color, aunque sea a través de la pantalla, nuestras vidas. Una visión optimista y hedonista de la vida que es precisa en tiempos tan oscuros como estos.

Ruinas tu reino (Pablo Escoto, 2017)

Ruinas tu reino (Pablo Escoto, 2017)

También tiene lugar en México Ruinas tu reino (Pablo Escoto, 2017), fantasmagórica adaptación de la Odisea a un documental sobre pescadores en el Golfo de México. Anclados en un presente atemporal, los pescadores cruzan el barco de un extremo la otro aburridos de una rutina laboral repetitiva. Entre Sísifo y Ulises, estos personajes sin nombre parecen estar pagando el castigo de algún dios: a apenas metros de tierra, estas costas próximas nunca parecen ser las del hogar que quedó lejos. En un rato, se lee en la pantalla “Hace diez días que en el veo Atzlán”; Atzlán, lugar mítico de donde vinieron los aztecas, es esa Ítaca deseada por los protagonistas, el lugar donde Penélope aguarda tejiendo y deshaciendo o, en este caso, caminando entre la vegetación con una linterna. Un viaje por un mundo de fantasmas que remiten a una mitología propia, la del mar, y en la que participamos gracias a la forma de filmar de Escoto, contagiada claro por la visión de estos pescadores.
También de la búsqueda de una mitología perdida va La siesta del tigre (Maximiliano Schonfeld, 2017). Entre la comedia y el cine de aventuras, el film narra la búsqueda de restos fósiles del tigre dientes de sable en Crespo, Argentina. Siempre distante con la cámara y ajeno a la acción, el director consigue mimentizarse con el paisaje para filmar esta hermosa relación de camaradería que los amigos metidos a paleontólogos mantienen. Siempre en altibajos, la moral de esta tropa de exploradores no se deja batir por las derrotas del día a día, sino que estas hacen que las victorias, pocas y pequeñas, sean narradas como epopeyas. Como suele ocurrir en el cine de aventuras, poco importa en realidad el fin o el objetivo, es la propia aventura, el camino recorrido, física y emocionalmente, lo que acaba por enriquecernos.

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