RESEÑA DE ‘CHARLES BURNETT. UN CINEASTA INCÓMODO’

KILLER OF SHEEP (1977)

Charles Burnett no es ningún one-hit wonder, como prueban la retrospectiva que le dedica este año el festival Play-Doc y la publicación que lleva emparejada: Charles Burnett. Un Cineasta Incómodo, editada por dos compañeros de esta revista, María Míguez y Víctor Paz Morandeira. Este volumen, por una parte, llena una laguna bibliográfica, ya que es la primera monografía que aparece en castellano dedicada a este cineasta; mientras que por otra, sirve para poner a los cinéfilos tras la pista de su trayectoria posterior a Killer of Sheep (1977), el filme totémico de la L.A. Rebellion. Burnett, a lo largo de cuarenta años de carrera, dirigió veinticinco piezas entre las que destacan dos largometrajes que siguieron la estela de su primera obra: My Brother’s Wedding (1983), una sátira neorrealista que vuelve sobre las miserias cotidianas de los habitantes de Watts; y To Sleep with Anger (1990), una fábula retorcida en la que el realismo mágico del Old South envenena las dinámicas internas de una familia afroamericana instalada bajo el sol de California.

El libro está articulado alrededor de una larga entrevista que los editores mantuvieron con Burnett en Los Angeles, en la línea de los títulos de la colección Contemporary Film Directors de la University of Illinois Press. En esa conversación, el cineasta se revela como un contador de historias con mucha labia, discurso analítico y voluntad reivindicativa. A lo largo de más de setenta páginas, Burnett explora sus recuerdos, en los que no hay fronteras entre la vida y el arte, entre sus películas y su contexto. El resultado, estructurado de forma cronológica y temática, es algo más que un recorrido por su filmografía: es el relato de su generación y de su comunidad, que se extiende desde los vecinos de Watts hasta sus camaradas en la L.A. Rebellion. Burnett ocupa un lugar central en este movimiento cinematográfico, no sólo por haber firmado algunas de sus mejores películas, sino por su ubicuidad: la filmografía final señala la presencia del cineasta en una docena de títulos ajenos, ya sea cómo operador de cámara (Passing Through, Larry Clark, 1977), como director de fotografía (Bush Mama, Haile Gerima, 1979), como montador (Illusions, Julie Dash, 1982) e incluso como guionista (Bless Their Little Hearts, Billy Woodberry, 1983).

Burnett es, por lo tanto, uno de esos hombres ‘que estuvo allí’, pero su discurso evita conscientemente caer en una autopoética complaciente: él no habla tanto de su obra como del trabajo que le ha costado llevarla a cabo, y sobre todo de las ideas que espera haber transmitido con ella. Siendo una persona sensible y reflexiva, sus películas no se limitan a expresar su mundo interior, sino que se valen de él para retratar a una comunidad históricamente infrarrepresentada: los hijos de aquellos afroamericanos que dejaron atrás los campos del sur para habitar los barrios obreros de las grandes ciudades estadounidenses. Buena parte de la entrevista pivota sobre el vínculo que une a Burnett con su gente, que le permitió mantener siempre su coherencia estética e ideológica a la hora de tratar con los profesores de la University of California Los Angeles (UCLA), con los productores de Hollywood e incluso con los directivos de Disney Channel. Esa fidelidad quizás explique la escasa distribución de sus películas hasta hace pocos años, que pasaron desapercibidas para un público incapaz de ver su dimensión universal por culpa de su militancia local.

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La entrevista ofrece mucha información de primera mano sobre las influencias y las prácticas de la L.A. Rebellion, en un momento en el que acaba de aparecer una extensa monografía sobre este movimiento, como se indica en la introducción. (1) Burnett señala, por ejemplo, que la genealogía neorrealista de sus películas no procede tanto de la tradición italiana de posguerra como de los documentales británicos de los años treinta, una filiación encarnada en la figura de Basil Wright, que fue profesor suyo en la UCLA en los años sesenta. Algo similar ocurre con sus referentes en materia de representación de la negritud, que no vienen tanto de las películas de Oscar Micheaux como de otros títulos firmados por cineastas blancos, como The Southerner (Jean Renoir, 1945), The Quiet One (Sidney Meyers, 1948) Nothing But a Man (Michael Roemer, 1964).

El libro se completa con un breve capítulo fotográfico dedicado a cartografiar algunas localizaciones de Killer of Sheep, My Brother’s Wedding y When It Rains (1995) en el tejido urbano de Watts; al que se suman tres artículos temáticos que abordan la obra del cineasta desde diferentes perspectivas. En el primero de ellos, Mark A. Reid explora de forma ejemplar el empleo que hace Burnett del folclore afroamericano para retratar a las familias protagonistas de Killer of Sheep y To Sleep with Anger. Reid comenta, en concreto, dos secuencias en las que las mujeres actúan como garantes de la estabilidad familiar, explicando como Burnett construye una representación en la que el naturalismo más crudo convive al mismo tiempo con el deseo de ofrecer modelos positivos para su comunidad. En el segundo artículo, James Naremore explora el sentido del humor que empapa todo el cine de este creador, a pesar de quedar oculto para muchos espectadores ante el dramatismo de sus historias. Este humor, según Naremore, ayuda a que los relatos avancen de forma orgánica y silenciosa, ganando así en humanidad y en verosimilitud, además de aprovechar ese tono menor para afrontar cuestiones muy espinosas. Por último, en el tercer artículo, María Míguez desarrolla un análisis muy sólido, en la mejor tradición de los estudios culturales, del ciclo formado por sus tres producciones infantiles para televisión: Nightjohn (1996), Selma, Lord, Selma (1999) y Finding Buck McHenry (2000), probablemente los trabajos menos conocidos del cineasta. El texto de Míguez tiene la virtud de señalar la coherencia discursiva de estas películas dentro de la obra de Burnett, pero la escasez de comentarios sobre su forma y estética puede despertar la desconfianza de algunos lectores ante el valor artístico de estos trabajos.

Tres artículos temáticos resultan algo escasos en una obra de estas características, pero esa cifra está condicionada por las propias condiciones de producción del volumen, que surge asociado a la retrospectiva organizada por Play-Doc. En realidad, la idea original era incluir hasta siete artículos temáticos, pero la existencia de una fecha límite para llevar el libro a la imprenta, así como la pereza y la desidia de algunos de los colaboradores, dejaron el volumen tristemente mutilado. De no contar con un calendario tan rígido, el libro podría haber sido, al menos, algo más completo; claro que entonces, si no fuese gracias a la existencia de esta retrospectiva, es posible que ni siquiera surgiese la oportunidad de editarlo. Son los pros y los contras habituales con los que tienen que lidiar los libros asociados a los festivales: libros terminados deprisa, cierto, pero que por suerte aun así existen.

(1) Field, Allyson Nadia; Horak, Jan-Christopher; Stewart, Jacqueline Najuma (eds.) (2015): L.A. Rebellion: Creating a New Black Cinema. Oakland, California: University of California Press.

30 Charles Burnett 3Charles Burnett. Un Cineasta Incómodo

María Míguez y Víctor Paz (eds.)

Editorial: Play-Doc Books / Shangrila Textos Aparte

Páginas: 154.

Comments
One Response to “RESEÑA DE ‘CHARLES BURNETT. UN CINEASTA INCÓMODO’”
  1. María Míguez dice:

    Se todo o que di Iván Villarmea debe ser escoitado con atención, cando analiza o teu traballo, máis aínda. Así que, Iván, agradecerche tanto as boas palabras como as suxerencias e consellos para mellorar a próxima vez 🙂

    Tamén aproveito para comentar que o traballo de tradución, por circunstancias totalmente alleas a María Enguix e Francisco González, tivo que ser realizado de maneira apresurada. A verdade é que nós particularmente estamos encantados coa labor que fixeron. Se se colou algunha pequena gralla a pesar das múltiples revisións do texto, a responsabilidade última é, en todo caso, nosa. Pero, como ben detectas na túa análise, non sempre se conta con todo o tempo que a un lle gustaría.

    De calquera xeito, queda todo ben anotado.

    ¡Graciñas!