RETRATOS DE JOY DIVISION

1979, Londres. El aún joven Anton Corbijn, apasionado de la música desde pequeño, se traslada a la capital inglesa en busca de la banda Joy Division. Allí comienza a trabajar como fotógrafo para la revista NME. Una vez entra en contacto con el grupo post-punk, el holandés dará comienzo a un cuerpo artístico que abarcará fotografía, videos musicales y cine.

Influenciado por el expresionismo alemán, el artista holandés es conocido por sus imágenes analógicas en blanco y negro que le permiten obtener un mayor contraste, así como un característico grano que aporta ruido en sus fotografías. La preferencia técnica de Corbijn es la de disparar a velocidades de obturación lentas, aportando así un movimiento intencionado dentro del marco.

A pesar de haber trabajado con Arcade Fire, Bruce Springsteen, David Bowie, Iggy Pop, Metallica, U2 o The Rolling Stones (entre muchos otros), Anton Corbijn no se considera fotógrafo de rock, sino retratista. El holandés fotografía a estrellas de rock fuera de su vida cotidiana, en ambientes neutros, aportándonos así una visión muy personal e íntima de los mismos. El uso del blanco y negro le permite enfatizar las expresiones; las suyas son imágenes melancólicas, con una estética anti-glamour, que retrata el aspecto más humano de los artistas. Estas fotografías; imperfectas, nostálgicas y reveladoras, muestran la numerosas facetas del artista mediante la proximidad con el retratado.

Joy Division. Fotografía de Anton Corbijn

Joy Division. Fotografía de Anton Corbijn

El polifacético Corbijn se dedica también a la dirección de videoclips, entre los que se encuentran ‘Personal Jesus’ de Depeche Mode, o ‘Heart-Shaped Box’ de Nirvana. De hecho, el holandés ha dirigido además el videoclip ‘Atmosphere’ para Joy Division, a petición de Tony Wilson. Lanzado en el año 1988, este vídeo de estética fúnebre, muestra personajes encapuchados con túnicas blancas y negras, que desfilan por un paisaje desierto cargando enormes fotografías de Ian Curtis y de la banda.

El propio Corbijn afirma haberse mudado desde Holanda a Inglaterra por Joy Division. Allí fotografió y siguió de cerca al grupo durante dos semanas en el año 1980, y después de haber dirigido su video musical, el vínculo entre este y la banda liderada por Ian Curtis se volvió aún más fuerte.

Esto es significativo dado que, casi 27 años después, Corbijn decide experimentar con otra disciplina, utilizando esta vez el séptimo arte y no la fotografía para contar una historia, la historia de Ian Curtis. En el año 2007 se estrena Control, un biopic sobre la vida del cantante de la banda post-punk Joy Division. Las analogías entre la fotografía de Corbijn y esta nueva película son muy claras. Con una estética basada de nuevo en el blanco y negro, en lo íntimo, y en lo melancólico, Anton construye un filme muy humano, pero también elegíaco.

La fotografía monocromática de la cinta -además de adaptarse al propósito de reflejar un sentimiento de pesadumbre que caracteriza al personaje principal y que domina toda la película- parece un intento de respetar la imagen original proyectada por la banda. Un gran porcentaje de los documentos visuales disponibles de la misma son en blanco y negro (carátulas de discos, carteles, fotografías). Asimismo, en los 70 y 80 las revistas musicales más importantes estaban impresas también en blanco y negro, y un grupo de música debía tener por lo menos un gran éxito par ser fotografiado en color para publicaciones más comerciales. Pero una banda como Joy Division no había tenido ningún gran éxito hasta entonces.

También es preciso mencionar que, como el propio fotógrafo confiesa en el documental Anton Corbijn, Inside Out (2012) dirigido por Klaartje Quirijns, la muerte está muy presente en su obra. Por eso, en Control (2007), el autor muestra de nuevo una gran comprensión de la muerte y de la relatividad de la vida. En el mismo documental de Klaartje Quirijns, Corbijn afirma carecer de una falta de conexión profunda con las personas, sintíendose a veces cómodo con un modo de pensar negativo. Él mismo llega a admitir «me he quedado atrás como ser humano». Es quizás este modo de pensar el que contribuye a una identificación con Ian Curtis y con la música que el propio cantante escribía.

Control (2007) -basada en el libro Touching from the distance, de Deborah Curtis- es de hecho una historia dramática; de amor y de pérdida, no es realmente un biopic musical. Control acompaña a Ian Curtis desde la edad de 17 hasta los 23, es una película sobre un chico que ha perdido su camino, y que al final, se desequilibra. Más que la trayectoria musical, la película recorre la trayectoria emocional de Curtis. Este no es verdaderamente un filme sobre Joy Division, pero el protagonista, resulta ser el cantante de la misma, y por eso gran parte de la cinta está relacionada con la banda.

Fotograma de Control (2007)

Fotograma de Control, Anton Corbijn (2007)

En el mismo año en que se estrena esta película de Corbijn, se lanza también el documental musical Joy Division (2007), dirigido por Grant Gee y escrito por el fan y amigo del grupo Jon Savage. Esta cinta toma como puntos de partida la fealdad de la ciudad industrial de Manchester y el sentimiento punk de la época para explicar el nacimiento de una banda que se forma en día en que Peter Hook y Bernard Sumner asisten a un concierto de los Sex Pistols en el año 1976. Warsaw (nombre inicial de Joy Division) toma lo más caótico, emocional y rebelde para crear una música salvaje y terrible. Este documental musical relata, a través de diferentes miradas, la evolución de la banda desde el punk simple, revolucionario y desmesuradamente energético, hasta la expresión de emociones y sentimientos mucho más complejos.

Esta cinta cuenta con testimonios de personas como Bernard Sumner, Peter Hook, Stephen Morris, Peter Saville, Tony Wilson, e incluso Annik Honoré, amante de Curtis, que nos describen las memorias de un pasado agridulce. El documental combina las entrevistas con materiales de archivo -vídeos de conciertos y grabaciones de radio- así como también imágenes de lugares que fueron clave en la trayectoria de Joy Division; tales como The Factory o los clubes Electric Circus o Apollo.

Por otra parte, cabe mencionar también que, hacia el final de la cinta, se revela una inadecuada respuesta masculina hacia la sensibilidad de Ian. Los integrantes de la banda confiesan no haberle prestado atención cuando cometió el primer intento de suicidio e incluso no haberle ayudado cuando le diagnosticaron epilepsia. Sumner, Hook, Morris e incluso Tony Wilson afirman haber ignorado la depresión que Curtis sufría, a pesar de ser conscientes de ella. «Somos hombres, no hablamos entre nosotros» dice Peter Hook.

Un poeta y cantante bipolar, un primer álbum desastre, una amenaza a Tony Wilson, un manager obsesivo, una nave industrial para ensayar; así nos presenta Grant Gee a Joy Division, una banda punk que toma el nombre de un burdel nazi, y que fue testigo de las políticas de Thatcher y de la cultura underground.

Mientras Corbijn toma lo individual, lo emocional y lo humano en una película lenta y melancólica, Grant Gee toma lo colectivo, el entorno y las circunstancias en un documental a color, dinámico y ligero. Corbijn utiliza el biopic para retratar a Ian Curtis, mientras Grant Gee utiliza el documental musical para retratar a Joy Division. Precisamente por esto, no sería erróneo afirmar que ambos se complementan, porque para entender la música del grupo inglés es también necesario entender a Curtis. Las circunstancias personales del cantante conforman a la banda en cierto modo, ya que, su condición de poeta suicida y sus letras son, al fin y al cabo, el alma de su música.

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