FESTIVALES DE CINE: EL ESTADO DE LA CUESTIÓN


Los festivales de cine del estado español se enfrentan en este momento a una situación de incertidumbre económica que afecta gravemente tanto a su selección como a las actividades paralelas. A esto se suma una nueva dificultad (o virtud, según se mire) a la hora de programar: la deslocalización de contenidos en Internet, que resulta en un conocimiento vasto e instantáneo de las películas por parte de la cinefilia que congrega estos eventos. Ahora que debemos, ante los recortes, reivindicar los festivales de cine, ¿qué es exactamente lo que estamos defendiendo? ¿Qué es un festival de cine y dónde radica su prestigio?

En este contexto, desde A Cuarta Parede hemos querido organizar un debate entre los directores de algunas de estas citas, para intentar dilucidar cuáles pueden ser los modelos de gestión más solventes en un futuro próximo. Aceptaron intervenir en la propuesta Javier Angulo (Seminci), Josetxo Cerdán (Punto de Vista, director artístico en este caso), José Luis Cienfuegos (Sevilla), Àngel Sala (Sitges) y José Sánchez-Montes (Cines del Sur).

Dada la imposibilidad de reunirlos a todos en un mismo espacio, el debate se desarrolló en la red a lo largo de seis días de intensa participación. Tratamos aspectos diversos, como la construcción del público; la importancia de las actividades paralelas, los invitados y las publicaciones; las finanzas de los certámenes; el impacto de plataformas como Festival Scope en la programación; el predominio masculino en los cargos directivos; o las distintas formas de continuidad ante la reducción drástica de presupuestos. Consideramos que las intervenciones de los participantes son de un alto valor, y hemos decidido preservarlas íntegras, pese a que el artículo resultante de este material pueda quedar muy extenso. Para facilitar entonces su lectura, lo vamos a presentar dividido en cuatro partes según los temas que centraron la conversación.

Primera parte

La construcción del público

Javier Angulo: Por fortuna, yo me he encontrado en Valladolid a un público ‘muy hecho’, con unos gustos muy definidos. Aquí gusta un cine de sentimientos, apegado a la realidad, con inquietudes creativas y ambición de innovar; un cine alejado de lo fácil, lo obvio, de lo convencional y de los efectos especiales, ya sean sonoros, visuales o conceptuales. Este público, como saben los habituales en SEMINCI, es muy exigente y usa el pateo sin contemplaciones cuando le parece que una película seleccionada no se ajusta a su exigencia de calidad, en la forma y en el fondo. Su interés se centra, principalmente, en un cine diferente al que se puede encontrar en el circuito comercial, en el que se programan los grandes éxitos de taquillas, casi siempre norteamericanos.

Creo que los festivales podemos hacer mucho por completar la oferta cinematográfica para aficionados más o menos cinéfilos, mostrándoles ese ‘otro cine’ que se hace en el mundo al margen de las multinacionales norteamericanas o europeas: un cine diferente, de autor o independiente, con presupuestos más bajos, con una mayor exigencia en las historias que cuenta y en el lenguaje cinematográfico. Ese tipo de cine, por desgracia, tiene cada vez menos presencia en las salas y está prácticamente desaparecido en la televisión, incluidas las públicas, que ya sólo buscan competir en audiencias. Los festivales somos así como la última trinchera, el último escaparate, que queda a ese tipo de cine frente al ‘colonialismo’ de las películas comerciales de entretenimiento.

Por lo tanto, en SEMINCI, tratamos de programar pensando, en primer lugar, en ese público que asiste a nuestro festival, pero sin perder de vista a los medios de comunicación, a través de los que llega el reflejo de lo que hacemos al gran público, al mundo del cine y a las instituciones y grandes marcas, que serán (o pueden ser) nuestros patrocinadores o sponsors, algo fundamental ahora que está en franco retroceso la financiación pública a los festivales. Los gustos del público son importantes, pero también intentamos forzar sus límites para ofrecer otros cines que faciliten su ampliación.

Àngel Sala: El público de Sitges está también muy definido al ser un festival especializado en un género popular, lo que no implica que no haya que analizar constantemente sus fluctuaciones en tendencias, modos de consumo y fidelización. Tenemos una audiencia tremendamente informada a través de la red a la que hay que darle lo que busca. Intentamos satisfacer sus diferentes franjas mediante una segmentación en secciones muy radical, abriendo el festival de una manera meditada a todo tipo de gustos, pero sin abandonar el objeto especifico del fantástico, entendido este de una manera actual, lejos de barreras y limites ya superados desde la postmodernidad genérica y la actual hibridación de los textos cinemáticos.

Para nosotros, los pilares del festival son público, industria y prensa, creando una programación que sea, en primer lugar, muy atractiva para el fan del género, pero sin descuidar la necesaria creación de tendencias y arriesgando en algunas propuestas. Así ha ocurrido con la sección Nuevas Visiones, que ha introducido con éxito en Sitges el cine de autor o de contendido experimental, así como el documental más atípico.

El cuidado de la industria, sobre todo de la nacional, es también fundamental: procuramos apoyar a los productos que van a ser distribuidos en la época del festival, así como colocar de manera destacada el producto catalán o español de género, hoy muy popular y de alta calidad.

La crítica es otro pilar fundamental: estamos muy orgullosos de que en los últimos años algunas de las películas programadas por Sitges hayan sido elegidas entre las mejores del año, como es el caso de Melancholia, The Turin Horse o, especialmente, Holy Motors. Por ejemplo, este año, de las diez mejores películas de Cahiers du Cinéma, las cuatro primeras han pasado por Sitges (Holy Motors, Cosmopolis, Twixt o 4:44). Además hemos conseguido que Sitges sea un referente internacional en campos como el Anime, llegando a ofrecer las novedades más rompedoras antes de su estreno en Japón, y siendo un elemento de prestigio la selección en nuestro certamen, consiguiendo, por ejemplo, la difusión internacional de Satoshi Kon o Mamoru Hosoda, dos descubrimientos, tanto para el público como para la industria o la crítica, de nuestra sección Animat.

José Sánchez-Montes: El eterno dilema entre calidad y éxito de público…

Al contrario de lo comentado por Javier, nosotros arrancábamos de la ausencia de un público para el cine que proponíamos, pese a que en nuestra ciudad hay un gran colectivo universitario. Se supone que ese público podría existir en cualquier ciudad, pero Granada es pequeña y había que elaborar una estrategia de aproximación a nuestra audiencia potencial, sobre todo porque los programadores de Cines del Sur han intentado siempre que las películas a exhibir fueran cinematográficamente inapelables, con pocas concesiones.

Por otro lado, las instituciones que financian el festival exigen, sin decirlo explícitamente, que hagamos buenas cifras. O sea, que hay que jugar a una política de equilibrio entre cinéfilos y público no ganado para un cine ‘raro’ y además subtitulado. Nuestra experiencia nos ha llevado a ir ganando esa audiencia con una actitud de caza, de ponerlo fácil, de ir a buscar espectadores. El festival está colocado en junio con esa vocación, y poner pantallas en la calle ha sido nuestra mejor publicidad. Los primeros años contábamos con plazas llenas en las proyecciones nocturnas al aire libre (cada noche, 2.000 personas veían películas de Cines del Sur) y salas casi vacías en competición. Poco a poco, estamos consiguiendo que el público pierda ese temor a ver el cine que el festival propone, y también mejoramos las cifras de las salas tanto en la sección oficial como en las retrospectivas.

No estamos aun pensando en atraer público foráneo, salvo el especializado o el cautivo. Antes podíamos invitar, pero ahora ni eso. Un tema distinto es el de los medios de comunicación especializados, a los que hemos intentado mimar cuando había presupuesto suficiente para ello, algo que ahora nos resulta imposible. Nos sentimos bien tratados cuando intentamos informar, pero sobre todo respetados, porque siempre se ha señalado que la programación del festival es cualitativamente interesante. Estamos seguros de que la idea de nuestra programación está consolidada, y en el futuro nos dará satisfacciones en ese aspecto.

José Luis Cienfuegos: Mi caso creo que es diferente al vuestro, queridos colegas. Este ha sido mi primer año al frente de Sevilla, un festival de cine que a priori tenía un enorme éxito de público y una ciudad en donde SÍ se programa versión original el resto del año. Y la primera pregunta que seguro que todos os haríais sería: ¿pero qué tipo de público ha estado asistiendo, ha construido el festival? Y la segunda: Como festival especializado, ¿cuál es la idea que tienen los espectadores de lo que es el cine europeo?

A partir de ahí, lo que hemos intentado tanto al frente de Gijón como este primer año de Sevilla es buscar diferentes cines para diferentes públicos. Hace años, BAFICI lanzó una polémica campaña: «Si no es para vos, no es para vos». Encantadora chulería, y muy provocadora, por cuanto puede parecer excluyente, pero yo le daría la vuelta, le sacaría partido a ese mensaje tan directo, siempre y cuando desde el festival se explique bien cuál es la propuesta de programación.

Por ejemplo, en Sevilla creo que el público tenía claro lo que iba a ver como contrapunto a la Oficial en la recién nacida sección Las Nuevas Olas (João Pedro Rodrigues, Jem Cohen, Ruth Mader, Eloy Enciso…). Sin embargo, erramos el tiro dentro de Europa Junior, las películas más juveniles, programadas en sesiones vespertinas simplemente porque no encontramos la manera de llegar a los espectadores potenciales más allá de las sesiones programadas en colaboración con los centros de enseñanza.

Eso sí, lo que ha sido a todas luces muy estimulante, ha sido ver las reacciones de los cinéfilos sevillanos ante autores que habitualmente acudían al anterior festival que yo dirigía (Ulrich Seidl, Tizza Covi & Rainer Frimmel, Vincenzo Marra, Joreige & Hadjithomas, Pablo Stoll, Pablo Llorca, Balabanov, más los anteriormente citados). A pesar de festivales ya consolidados como el de Sevilla creo que la tarea de educar al espectador, de buscar nuevos públicos, nunca se termina y ha de estar en constante evolución. Como bromeaba hace un año acerca del éxito de público de Gijón: ¿alguien se cree que existían 75.000 gafapastas en la ciudad asturiana? (1)

Javier Angulo: En Valladolid, tras una encuesta que se terminó en el octubre pasado, supimos que el 60% de nuestro público (60.000 personas) son de Valladolid mismo o de la provincia, mientras que el 40% son de fuera, ya sea de la comunidad autónoma o de Madrid. Hay gente que tenemos controlada, que se pide una semana de vacaciones y viene a pasarla a Valladolid, a atiborrarse de un tipo de cine (algo de vino de Ribera, también), que en una gran parte, no verá nunca ni en salas de cine ni, probablemente, en TV.

Àngel Sala: Con respecto al tema del éxito de público, estamos empezando a parecer empresas que lanzan blockbusters. Cada año tenemos que batir récords y nos olvidamos de que nuestros festivales, al crecer en repercusión, lo hacen no sólo en público, sino en medios y acreditados que restan espectadores de pago. Y esto en un festival como Sitges, con salas de proyección limitadas y en donde no se ha creado ninguna infraestructura al respecto en 20 años, pese a su éxito. En definitiva, poco más se puede crecer sin invertir, y eso hoy es imposible debido a la crisis.

Josetxo Cerdán: Veo que todos nos manejamos en términos similares (equilibrio entre crítica, público e industria, consumos populares y cine exigente, etc.), pero si nos mantenemos a ese nivel, el lector podría pensar que da igual Sevilla, que Sitges, que Valladolid, que Granada, que Pamplona. Y todos sabemos que no es así. Hoy en día los festivales han pasado a cumplir una función que en otros tiempos cumplieron otros espacios o instituciones. De ahí nace un compromiso con la sociedad (que podríamos denominar público), pero también con otras instituciones (políticas o culturales principalmente, y eso incluiría a la prensa, y dentro de ella la crítica). En ese contexto se configura lo que llamamos el mapa de festivales, algo que suele ser nacional, y que en nuestro caso permite separar Sitges de Sevilla o Valladolid de Granada… Yo creo que eso es muy importante y trasciende más allá de programar o no para un público especializado, o de tener presupuesto para mimar más o menos a la crítica.

Los festivales se pueden clasificar de muchas maneras, desde luego, pero creo que hay algunas cuestiones que no se deberían soslayar. El tema de los presupuestos es obvio, pero creo que nos lo podemos saltar porque tampoco nos va a aportar mucho. Una cosa que sí me parece importante es el tema de la industria. Àngel ha insistido en esa cuestión, y creo que con mucha razón: está claro que Sitges se ha sabido convertir en la gran plataforma del cine local, y no sólo del género fantástico. El crecimiento, en ese sentido, ha sido espectacular. En Punto de Vista, sin embargo, ni podemos, ni queremos apostar por eso, e imagino que tampoco está en la agenda de Granada. Eso no quiere decir que no nos interese promover cierto tipo de realizadores españoles (de hecho, lo hemos hecho y lo seguimos haciendo), pero son realizadores que se sitúan fuera de la industria. Otra cuestión sería la de los festivales especializados, ya sean de un género popular, de una zona geográfica o de cine de no ficción. Todo eso hace que la configuración del programa y de los públicos ideales no sea la misma que en los festivales más generalistas. Y entiendo que todos queremos pensar nuestro concepto de festival especializado de una forma flexible. Otra diferencia importante para mí es la generacional: no son lo mismo los festivales de largo recorrido que los festivales nacidos en la última década. La historia pesa en los primeros y la falta de recorrido en los segundos, siempre para lo bueno y para lo malo.

Por liarla un poco más: hay varios mapas, diversos y variados, y a veces pecamos de tener una mirada demasiado local, tanto en lo territorial como en lo cinéfilo. Y eso lo digo consciente de que posiblemente nuestro festival es el que se dirige a una franja más estrecha de cinefilia, con lo cual nos obliga a buscar público no sólo de Pamplona, sino de toda España. Creemos que eso, a pesar de nuestra bisoñez, puede funcionar, al menos a nosotros nos funciona: creemos que Punto de Vista se ha convertido, hasta cierto punto, en el lugar de encuentro de una pequeña comunidad que también tiene que ver con la cuestión generacional.

José Sánchez-Montes: Me siento incapaz de avanzar sin hacerme una pregunta previa: ¿Para qué, para quién se hace un festival? ¿Qué sentido tiene? Y esa pregunta me la he hecho cuando han ido recortando el presupuesto de Cines del Sur justo en el peor momento, cuando resulta casi imposible buscar financiación privada. ¿Tenía sentido preparar una sexta edición de un festival que tenía un presupuesto tan exiguo? ¿Y ponernos ahora a organizar la séptima?

Resulta curioso que el año pasado recibiésemos las mejores críticas en la prensa local y también de nuestro público, que agradecía el esfuerzo. No sé los demás pero este Festival está sustentado en el cariño de los espectadores más que en otra cosa. Es cierto que los festivales deben tener una repercusión fuera, como todos defendemos, pero su base en una ciudad pequeña y lejana a las grandes capitales es el público local. Además en Andalucía hay cuatro festivales importantes en Sevilla, Málaga y Huelva y no resulta sencillo atraer público andaluz, al menos de momento. Es decir que estamos intentando refundar el festival, que nació con una fuerza enorme y se ha quedado chiquitito en todo menos en calidad de programación.

Angulo: "En Valladolid, afortunadamente, la gente tiene casi un ‘sentido patrimonial’ de ‘su festival’, después de 57 años de vida y varias generaciones implicadas, lo que le lleva a ser extraordinariamente exigente en la programación". En la foto, el teatro Calderón.

Javier Angulo: José ha introducido el tema de para qué sirve un festival. Siempre he creído que, en principio, debe servir para que el público de una localidad / región / comunidad autónoma / país-estado pueda ver un cine que no es habitual en los circuitos comerciales que ese público tiene a su disposición. Y tiene que tener un principio de ‘servicio’ a la comunidad, que es lo que es (y para lo que sirve) la Cultura (con C mayúscula).

En segundo lugar, debe de servir también de polo de atracción para atraer visitantes o turistas, aumentando la llamada ‘oferta turística’ y creando un ‘valor añadido’ a la ciudad desde el punto de vista comercial (a más visitantes, más gasto en hoteles, restaurantes, comercios etc.). Las dos últimas premisas (atracción de visitantes y valor añadido comercial) son, no hay que olvidarlo, las que movieron a los pioneros-creadores de festivales como Cannes, Venecia, San Sebastián y también Valladolid y otros festivales españoles. Vamos, que sus creadores eran delegados gubernamentales de Turismo y los comerciantes influyentes de la ciudad.

Ahora bien, un festival sin un público fiel, que se entregue y llene las salas de cine, no es nada. En Valladolid, afortunadamente, la gente tiene casi un ‘sentido patrimonial’ de ‘su festival’, después de 57 años de vida y varias generaciones implicadas, lo que le lleva a ser extraordinariamente exigente en la programación, sí; pero también en la calidad de proyección y sonido, en la perfecta sincronía de subtítulos, en la estricta puntualidad, en otros aspectos, que si no
se cumplen todos te pueden organizar un pateo descomunal.

Josetxo Cerdán: Los festivales son eventos sociales y se deben a la sociedad, con su parte cinéfila, con su parte festiva y con su parte divulgativa. Javier nos ha recordado que los festivales en sus orígenes nacieron como plataformas turísticas de las ciudades: es cierto, pero también me parece que en la oleada de festivales que nacen desde finales de los noventa, el impulso es otro, de ahí mi insistencia en el tema generacional (de los festivales y de los públicos). Creo que en momentos diferentes, la finalidad también lo es.

Llegar a un público que supere el público local es fundamental para poder hablar de evento en ese hipotético mapa o mapas. Eso, claro, no es fácil, pero responder a una comunidad al menos nacional creo que es importante. Y quizá no es tan importante que esa comunidad sea muy amplia, al menos en principio. Es más importante que sea activa: no hay nada mejor que un público activo y que se considere parte del evento. Gijón y Sitges han sido ejemplares en este sentido (y sus seguidores son legión). A mí me cuesta mucho pensar que un festival prescinda de ello.

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(1) En el año 2011, Gijón tuvo 55.000 espectadores de cine, 75.000 sumando todas las actividades: exposiciones, conciertos, talleres…

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