SPRING BREAKERS, de Harmony Korine

Rugen pistolas en manos desnudas de inofensivas adolescentes que solo buscan diversión. Los colores queman la imagen y los primeros planos funden cuerpos como si la hipernarrativa no entendiera de tiempo ni personajes, como si el yo y el ahora fueran lo único abarcable por la cámara. Y, de fondo, Britney Spears.

Britney Spears – Everytime (Devils Dubstep Remix ) by D.E.V.I.L.S.

Kuleshov y la posmodernidad para un montaje disruptivo entendido como paradigma contemporáneo de significación, como si toda Spring Breakers (Harmony Korine, 2012) estuviese contenida en cada una de sus escenas y cobrara sentido a través del contraste entre sus repeticiones. Coge varias colonias y mézclalas para tener la tuya propia, porque los iconos escriben la historia. Y, de fondo, suena Skrillex…

El neonoir de Drive (Nicolas Winding Refn, 2011) supuraba nostalgia, pérdida, a través de su elegancia, aferrada a un volante. Spring Breakers es ritmo y colores, texturas y sonidos, mirándose a sí misma y no a sus referentes, un azaroso remix consciente de que no debe nada a nadie. Las conversaciones ahora son chats, sin tiempo ni lugar, saltos, zapping, pause, avatares, representación, videojuegos, The Tree of Life (Terrence Malick, 2011).

Las chicas Disney se hacen fotos desnudas mientras Britney Spears muere en las Torres Gemelas, anunciando la muerte del pop, la resurrección mutante, la salvación en la hibridación, en la transferencia, en el abandono del soporte físico. Son tiempos líquidos donde los continentes y los buscadores crean las corrientes de opinión, pero aún habrá quien en Spring Breakers quiera ver una historia de adolescentes en busca de fiesta. El tiempo es una cuneta llena de cadáveres.

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