BLAZE, de Ethan Hawke
I almost felt you touching me just now / I wish I knew which way to turn and go / I feel so good and then, then / I feel so bad / I wonder what I ought to do
If I could only fly, if I could only fly / I’d bid this place goodbye to come and be with you / But I can hardly stand and I got nowhere to run / Another sinking sun and one more lonely night
The wind keeps blowing, somewhere, everyday / Tell me things get better, somewhere, up the way / Just dismal thinking on a dismal day / And sad songs for us to bear
You know, sometimes, I write happy songs / Then some little thing goes wrong / I wish they all could make you smile
Coming home soon and I wanna stay / Maybe we can, somehow, get away / I wish you could come with me when I go again
If I could only fly, if I could only fly / I’d bid this place goodbye to come and be with you / But I can hardly stand and I got nowhere to run / Another sinking sun and one more lonely night
Desesperación, dudas ante el sentido de la vida y cómo afrontar las adversidades, imposibilidad de disfrutar del gran amor, tristeza, pequeñas dosis de esperanza. En If I Could Only Fly, una de las más conocidas canciones de Blaze Foley, el cantante vomita todos sus sentimientos de forma visceral, convirtiendo este tema en su más claro autorretrato. Este genio del country, que pasó bastante desapercibido fuera de la atmósfera texana, murió joven, antes de tiempo, pero Ethan Hawke recoge la historia de su figura en un interesante biopic que, con mucha delicadeza, muestra el lado más vulnerable del artista. El film es una adaptación de la novela Living in the Woods in a Tree, de Sibyl Rosen, la que fue mujer de Foley, su gran amor e inspiración para su obra, y que trabajó junto con el director para elaborar el guión.
En Blaze (2018) la historia se presenta a través de continuas idas y venidas del presente al pasado mediante flashbacks que muestran las experiencias del protagonista en diferentes momentos y etapas clave de su vida. Estos viajes temporales siguen el hilo conductor de una entrevista de radio que mantienen dos de los grandes amigos y compañeros de Foley, en la que hablan de su figura y talento. Esto nos transporta a lugares e instantes clave en la vida de Sybil y Blaze, como su cabaña en el bosque, el último concierto del cantante, las grabaciones en estudio o los momentos entre amigos en el porche de la casa. El trabajo de fotografía que Hawke ofrece en la película es realmente destacable, logrando una clara diferenciación entre los distintos momentos de la vida del protagonista. La vida amorosa y los ambientes en el porche son tratados con tonalidades cálidas pero sutiles, predominando además la cámara fija y los planos más abiertos, buscando mostrar la recreación idílica de estos espacios. Por otra parte, en el último concierto del cantante, en la secuencia de la muerte, o incluso en la escena del estudio la iluminación se caracteriza por una busca de mayor oscuridad y de colores más saturados, llegando al rojo neón. Del mismo modo, la cámara deja de permanecer quieta y opta por planos más cortos con steadycam, buscando ese toque de caos y desesperación en las malas decisiones de Foley, protagonizadas por su alcoholismo.
En lo que se refiere al reparto, cabe mencionar el gran trabajo de Bien Dickey. Este actor y cantante toma el relevo de Blaze Foley de la mano de Ethan Hawke, y lo hace de una forma magnífica, hasta el punto de hacerlo suyo y sorprender con los matices de su interpretación. El carácter tremendamente inestable y cambiante del difunto artista se mezcla perfectamente con su parte más dulce y sensible, creando una muy creíble representación de este hijo del country con alma rota. Por otra parte, Alia Shawkat supone la perfecta compañera de viaje para esta aventura cinematográfica, metiéndose en el papel de Sybil Rosen, una fuertísima y adorable mujer, llena de sueños y metas, que no desiste ni abandona ante las adversidades y que cuenta con una capacidad de amar sobrenatural.
Hawke nos deleita, además, con una película repleta de música. De canciones country del fallecido Foley que despiertan algo en la audiencia y nos hacen sentir aún más cada mínima acción que transcurre en la película. Esto supone un hecho significativo para la propia carrera del artista, cuyos álbumes y canciones no fueron muy bien cuidados ni conservados en su momento, llegando a perderse muchos de ellos en el camino. Blaze es, de alguna forma, esa pequeña recopilación musical que el texano no llegó a hacer en vida.
Blaze es una obra sencilla y de pocas pretensiones, pero que consigue los resultados que se buscan en una película de estas características: mostrar la verdadera esencia de la persona (real) de quien se habla sin edulcorar su imagen ni tampoco romantizar sus problemas. Es por ello que esta película consigue desde el primer momento conectar con el espectador, haciéndolo partícipe de la hermosa historia de amor entre Foley y Rosen y de cómo todo se quiebra, lentamente, por completo. Ethan Hawke puede estar satisfecho en este sentido, ya que los últimos biopics musicales dejaron un cierto sabor agridulce en los espectadores. Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018) se convirtió en una de las películas del año, llegando a ganar incluso algún Óscar, pero el film estuvo rodeado de polémica. Tanto la crítica especializada como el público general compartieron la opinión de que la cinta huía de mostrar la oscuridad o la dureza para simplemente centrarse en la parte brillante y positiva de la vida del cantante de Queen.
Está claro que el cine es una visión distorsionada de la realidad que, dependiendo del caso, es más o menos fiel a esta. Ethan Hawke lo tenía claro. En este caso el director buscó sencillez y humildad, consiguiendo una obra que hasta el propio Blaze Foley contemplaría con emoción y orgullo. El mundo del country está de enhorabuena, ya que una de sus estrellas más interesantes y brillantes reaparece y se da a conocer a esa gran cantidad de gente que no sabía de su existencia. Todo corazón, este músico con voz profunda se convierte, con la ayuda de Hawke, en leyenda.