CANNES DÍA 6: OLIVER LAXE CONQUISTA A LA CROISETTE

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Llegó una de las jornadas más esperadas de este Cannes 2016, pues hoy se presentó en la Semana de la Crítica Mimosas (Oliver Laxe, 2016), filme que suscitó el aplauso entusiasta del público y que se está recibiendo bien por la crítica. El segundo largo del director de Todos vós sodes capitáns (2009) poco tiene que ver con esta. Una caravana en elAtlas marroquí lleva a un hombre a su lugar de reposo. Con esta sencilla línea argumental, Laxe construye una cinta contemplativa y con diálogos que funcionan a modo de parábolas. Su ritmo interno, más próximo al de un poema épico que al de una novela de aventuras, se ejecuta casi a modo de mantra y hace que entremos paulatinamente en una película árida como el paisaje en que se sitúa; pero también llena de generosidad de cara al espectador. La epopeya (porque eso es Mimosas) es espiritual, el camino físico poco importa, en una estructura dramática que sigue los tres movimientos más tradicionales del rezo islámico (inclinado hacia adelante, de pie y de cuclillas con la cabeza cerca del suelo). Aquí la geografía no acompaña a la trama. Las montañas y el desierto están ahí como una proyección del camino de fe de sus protagonistas, que se ven enfrentados a lo vasto del paisaje en la tradición romántica de Caspar David Friedrich, y que remite también a los filmes más aventureros o pictóricos de Werner Herzog y Michelangelo Antonioni. Las Mimosas no se explican, solo hay que creer en ellas. La película pide un acto de fe y, si uno se entrega a él, ofrece iluminación. Esta presentación es ya historia del cine español, si es que ese concepto existe, porque Laxe, como Shakib, reza a diario, de cuclillas, de pie o inclinado; y reza libre.

Fuera de competición, se presentó en la misma sección Apnée (Jean-Christophe Meurisse, 2016), comedia en torno a un trío que pide el matrimonio. A partir de este disparatado comienzo se desarrollan un conjunto de gags cómicos sobre la sociedad francesa actual.Es como la versión arty y pulcra de Juan Cavestany.

En la sección oficial, pudimos recuperar Paterson (Jim Jarmusch, 2016), película que hace grandes esfuerzos para trasladar el proceso creativo de la escritura poética al cinema, y fundir ambos lenguajes. Adam Driver conduce un bus a diario y, en los momentos libres en el trabajo, compone versos en una libreta. Así jornada a jornada durante una semana, con diferentes variaciones para cada día del calendario. El recorrido de la casa al traballo, del trabajo a casa, después e paseo al bar con su perro, las conversaciones con la pareja en el domicilio, y todo lo que va en el medio; le permiten a Jarmusch hacer de Paterson un observador, un voyeur alter ego del cineasta, que se fija en detalles que ocurren a su alrededor y en las conversaciones que escucha aquí y allá. Así, la obra es una colección de historias jarmuschnianas bien integradas en este esqueleto narrativo, que traslada en imágenes y palabras el concepto del haiku al cine. La poesía debe evocar imágenes y sensaciones, a veces superpuestas, conectarnos con el mundo de un modo espiritual, sintiendo cada parte del universo que nos rodea. La creación artística es un acto diario de espiritualidad común. Así la entiende Jarmusch, que convierte en pocas palabras la contemplación de una cerilla en una declaración de amor. Entre poemas y cañas, el mismo espíritu de Coffee & Cigarettes (2003) sigue vivo en este «beer & matches» de sentir poético y una espiritualidad de inspiración budista (y si alguien lo niega, fíjese en el encuentro final con el poeta japonés, ante un puente integrado en el paisaje y un árbol que actúa como jardín zen ready made).

Por su parte, el último trabajo de Jeff Nichols, Loving (2016), recupera el caso de la primera pareja mixta en el estado de Virginia que logró ir hasta el Tribunal Superior de los Estados Unidos a finales de los años sesenta y cambiar la Constitución para que su unión, entre una mujer negra y un hombre blanco, fuese legal. Filme militante de aspecto clásico, que reconstruye muy ben la época con un estilo a la Mad Men o la obra en esta línea de Todd Haynes con Far From Heaven (2002), Mildred Pierce (2011) y Carol (2015), cuenta con buenas interpretaciones y un férreo guion, por momentos excesivamente pedagógico. El uso de la música, que intenta intensificar emociones en escenas relevantes para la trama, la acerca más a Steven Spielberg, aunque aquí el pulso de Nichols no es el del realizador de El color púrpura (1985) y la busca de la lágrima no juega a favor de Loving. Filme necesario en todo caso, por el tema que desarrolla con meridiana claridad.

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