CINE EUROPEO EN LAS PLATAFORMAS DIGITALES. El TEMIDO 30% DE LA COMISIÓN EUROPEA
El pasado mes de abril la Comisión Europea sorprendía con un comunicado de prensa en el que se hablaba de grandes avances en las negociaciones de cara a contar con unas normas más equitativas y modernas en los servicios de comunicación audiovisual. Los jefes de Europa debatían sobre estos contenidos y planeaban medidas legislativas varias que pretendían, principalmente: el refuerzo del principio del país de origen; la mejora en la protección de los menores contra los contenidos nocivos; la extensión de las normas audiovisuales europeas a las plataformas de intercambio de vídeos; el establecimiento de normas más estrictas contra la incitación al odio y la provocación pública a la comisión de delitos terroristas; una mayor flexibilidad en la publicidad televisiva y la independencia de los reguladores del sector audiovisual; además de una última medida que causó gran controversia e hizo saltar las alarmas dentro de la industria audiovisual mundial: “La promoción de obras europeas en los catálogos a la carta, con un porcentaje del 30% de contenidos europeos como mínimo.” (Comisión Europea, 2018).
La polémica se duplicó cuando a comienzos de octubre el Parlamento Europeo votó a favor de este deber para las plataformas digitales, precisándose solo la aceptación de la directiva actual para aprobar el proyecto. Lo cual Roberto Viola, Director General de Comunicación, Redes, Contenido y Tecnología de la Comisión Europea, definió como una “mera formalidad” en una entrevista que concedió a Variety en el Festival de Cine de Venecia.
Ante estas declaraciones de una prácticamente ya aprobada medida, se abrió un gran abanico de preguntas sobre cuál será la actuación de estas empresas digitales y cómo afectará esto a la industria audiovisual, sobre todo en el Estado español. En este caso, nos centraremos en analizar dos de ellas: Netflix y Filmin.
Netflix, es una de las plataformas streaming de contenido audiovisual más fuertes y representativas a nivel mundial actualmente. Fue fundada en 1997 en Estados Unidos, en 1999 comienza su servicio basado en la suscripción. Originalmente funcionaba como un videoclub virtual en el que los usuarios elegían películas que les eran enviadas en DVD por correo a casa, pero la aparición de la visualización vía streaming supone una enorme revolución. Netflix crece velozmente ofertando un catálogo mucho más variado de series (unas 1570, el triple que en 2010) y una gran selección de películas (unas 4010, aunque son 3000 menos que en 2010), situándose en 2017 con casi 100 millones de suscriptores.
Filmin es también una web online de cine y series, pero de carácter más autoral e independiente. No opera a nivel mundial, sino que tiene presencia en el Estado español (desde 2008), Portugal (desde 2016) y México, a través de Filmin Latino, una plataforma creada con la colaboración de IMCINE. Filmin nació con dificultades y tras unos primeros años de pruebas y adaptaciones al medio, se consolida y se relanza en 2010, año desde el cual comenzó a desarrollarse con soltura e incrementó su catálogo hasta 10.000 títulos. La plataforma tiene detrás a las principales distribuidoras españolas de cine independiente, como Alta Films, Avalon Distribución, El Deseo, Golem, Tornasol, Vértigo Films, Versus Entertaiment, Wanda Visión y Cameo. Cuenta además con la participación y colaboración de empresas cinematográficas como Metropolitan FilmExport y LMC, la compañía de diseño online Vostok y la compañía Brightcove, líder de mercado en la gestión, alojamiento y reproducción de vídeos en línea.
Siendo ambas entidades muy diferentes en cuanto al contenido que ofrecen y su marco de actuación, las dos se verán afectadas por esta nueva ley de distintos modos. Como mencionamos anteriormente, con esta medida el 30% del contenido de sus catálogos deberá ser europeo. Aun así, esto no significa que estas obras deban estar realizadas exclusivamente en la Unión Europea, sino que podrán provenir de todo el continente, incluyéndose también en este cupo las coproducciones con otros países que cumplan determinados requisitos. Además, no se precisa la producción propia, sino que podrán adquirir o encargar contenido ajeno. La aplicación del reglamento varía de unos lugares a otros, dándose el caso de que este porcentaje mínimo del 30% puede ser incrementada hasta el 40%, si los países miembros de la UE así lo desean. Estos estados podrán añadir una subcuota de contenido nacional, una medida ya aplicada por Alemania y que Netflix efectúa en ese país. Las nuevas normas también traen consigo que los países puedan exigir a las plataformas su contribución con financiación a la creación y desarrollo de producciones audiovisuales europeas, ya sea mediante la inversión directa en contenido o contribuyendo a los fondos nacionales. En el caso del Estado español, las televisiones privadas ya tienen el deber de destinar el 5% de sus ingresos a la producción de cine nacional, subiendo el porcentaje al 6% para a las emisoras privadas.
Las grandes cadenas de televisión españolas pasan el examen sin problema, consiguiendo y sobrepasando el porcentaje exigido por la UE. En el caso de Netflix, no está lejos de adecuarse a las cifras respeto al contenido europeo. Además, en el caso concreto del Estado español, son muchas las series y películas que ya ha estrenado o que tiene en proceso de producción. Algunos ejemplos son Las chicas del cable (Bambú Producciones, 2017), Paquita Salas (Javier Ambrossi y Javier Calvo, 2016), Fe de Etarras (Borja Cobeaga, 2017), Élite (Carlos Montero y Darío Madrona, 2018) o La casa de papel (Álex Pina, 2017). Respecto a Filmin, nos encontramos en un caso similar. La plataforma se caracteriza por alejarse de ofrecer contenidos exclusivamente estadounidenses y optar por una selección de cine mucho más variada en cuanto nacionalidades. El cine europeo es un habitual de la comunidad Filmin, teniendo títulos de todas las épocas de cine del Antiguo Continente.
¿Cuál será la actuación y estrategia de ambas empresas a largo plazo, de cara al futuro?
En lo referido a Netflix, y centrándonos en el caso español, está en proceso de construir una gran sede de producción en Madrid, la primera en suelo europeo, en la que se prevé que intensificará su actividad de producción propia “made in Spain”. Esta sede, situada en la Ciudad de la Tele, será gestionada por el grupo Secuoya y cuenta con tres platós insonorizados de enormes dimensiones. Netflix anunció que centrará aquí su producción en castellano de los próximos años, incluyendo títulos ya existentes, nuevas creaciones, producción propia y series y películas producidas por asociados. Esta elevada inversión de la entidad en el Estado español trae consigo un enorme desarrollo audiovisual en el sector, así como una gran oferta de puestos de trabajo, 13.000 para ser exactos son los que anuncia la empresa, entre equipo técnico, reparto y extras. A los grandes títulos disponibles o de actual producción que mencionamos anteriormente, se le suman novedades como la nueva película original Elisa y Marcela (Isabel Coixet, 2019); una nueva serie documental original titulada Los crímenes de Alcásser (Bambú Producciones, 2017); o los nuevos acuerdos con Álex Pina, creador de La casa de papel (la serie de habla no inglesa más vista de la plataforma) y las coproducciones y acuerdos con productoras y cadenas españolas que le proporcionan, a través de recientes consensos, acceso preferente a las series dramáticas de Atresmedia, con Fariña (Bambú Producciones, 2018) y La catedral del mar (Jordi Frades, 2018), las cuales lanzará a nivel global.
Mientras, en el caso de Filmin, el futuro es más incierto. Esta plataforma adquiere contenido o colabora de manera discreta en determinadas producciones, pero no tiene filmes o series de producción propia. Esto quiere decir que los altibajos que sufrió en los últimos años respecto a inestabilidad y pérdidas económicas pueden reaparecer. Cabe destacar también el marco de actuación reducido de Filmin (Estado español, Portugal y México) frente a la presencia de ámbito mundial de Netflix. Se podría decir que, a corto plazo, ambas plataformas pueden respirar tranquilas, pero, a largo plazo, Filmin deberá fortalecer su estrategia.
Pero, no es oro todo lo que reluce. ¿Que traerá consigo, además de estas promesas de grandes contenidos audiovisuales, está inversión de Netflix en nuevos productos cinematográficos? Es bien sabido que, normalmente, todo film en el que esta compañía audiovisual se involucra a nivel de producción, compra o distribución, es un film que, prácticamente seguro, no pisará las salas de cine fuera de contados festivales. Son muchas las polémicas que suscita la plataforma por este tema, sobre todo dentro de la gente del propio sector, pero también cada vez más entre el gran público. Las últimas ediciones del Festival de Cannes estuvieron caracterizadas por una gran tensión y conflicto entre la directiva francesa y Netflix, debido a la paradoja que suponía la posibilidad de premiar filmes que no iban a pasar por las salas de cine. Todo esto provocó un cambio de normativa del evento, en el que no permitirán el acceso a competición a obras que no se estrenen en salas francesas, y la una edición de 2018 sin películas de la plataforma en su programa. Y es que la estrategia de Netflix recae en el visionado streaming, no en el de las grandes pantallas, algo que ve ya como cavernoso y en proceso de desaparición y a lo que recurre mínimamente y solo por obligación para que los filmes que produce puedan optar a una candidatura a los Oscar. Esto deriva en que en los últimos tiempos películas sublimes y de enorme categoría como Roma (Alfonso Cuarón, 2018), distribuida por esta empresa, no esté llegando ni probablemente llegue, a muchos cines. ¿Es correcta esta mentalidad y estrategia de Netflix? ¿No estará adelantándose a los acontecimientos y descartando enseguida la “sala de cine” como un espacio de importancia para la cultura cinematográfica? ¿O es que pretende colaborar en finalizar con ellas el más rápido posible para su beneficio económico?
Filmin opta por una actuación diferente. Numerosas distribuidoras españolas están detrás de esta entidad, la cual opta por colaborar en la promoción de filmes y en su movimiento, así como en la colaboración con grandes festivales. Al mismo tiempo, estos festivales suelen ofertar por un tiempo limitado la posibilidad de visionar su programación en Filmin una vez finalizado el evento, poniendo a la disponibilidad de cualquier suscriptor una selección de películas a los que no tendrían acceso si no habían asistido al lugar de las proyecciones. La propia plataforma organiza desde hace casi una década un festival online de cine llamado “Atlántida Film Fest”. Además, es cada vez más común que las películas independientes españolas más célebres, una vez finalizado el circuito de festivales y su pase por salas comerciales, decidan escoger a Filmin como web clave para ofertar su producto para el visionado online. Evidentemente, como podemos comprobar, Filmin no descarta en absoluto por lo de ahora la valoración de la sala de cine y de los propios festivales y combina bastante bien este mundo con el mundo streaming.
Claro está que no podemos prever el futuro ni adivinar cuales van a ser los pasos exactos que las plataformas online audiovisuales darán a partir de ahora. La Comisión Europea puso las cartas sobre la mesa intentando regular a los grandes gigantes mundiales y obligándolos a invertir en la cultura y en el producto audiovisual europeo. Parece, atendiendo a los estudios, que Netflix y Filmin no tendrán mucho problema en cumplir los requisitos de la CE y si la estrategia de producción en el Estado español sigue adelante, el sector audiovisual se verá beneficiado en este sentido. Con todo, habrá que estar atentas en cómo se desarrolla todo el proceso y si podremos seguir disfrutando de grandes filmes sentadas en una butaca.