CINE PORTUGUÉS EN 19º CURTAS VILA DO CONDE, COSECHA 2011
Pedro Costa, con el corto O Nosso Homem, fue el vencedor de la competición portuguesa y lo más destacado de la 19ª edición de Curtas Vila do Conde. Tal como se preveía, el consagrado cineasta portugués venció de forma natural en el concurso nacional y hasta hizo sombra a los vencedores de la competición internacional, tradicionalmente más mediática. Volviendo al territorio de Costa, el corto premiado recupera materiales de Tarrafal (2007) y A caça ao coelho com pau (2007), dos cortos que se relacionaban directamente con dos largos importantes en la carrera del realizador, A Casa da Lava (1995) y Juventude em Marcha (2006), respectivamente.
Considero que fue una conquista prevista, no sólo por el mérito del filme de Costa – O Nosso Homem era claramente el mejor filme a concurso – sino también por la falta de competencia de una de las menos interesantes competiciones nacionales de los últimos años. La ausencia de varios autores ya premiados en ediciones anteriores en Vila do Conde – Miguel Gomes, João Nicolau, Sandro Aguilar, Rodrigo Areias, sólo por citar algunos nombres – y el estreno de algunos filmes en Indie Lisboa, que tuvo lugar en mayo – Alvorada Vermelha, de João Pedro Rodrigues y João Rui Guerra da Mata; o Insert, de Marco Martins y Filipa César – empobreció la competición nacional y facilitó el trabajo del jurado. Aun así, más allá del filme de Pedro Costa, merecen destacarse los cortos Fratelli, de Gabriel Abrantes y Alexandre Melo; Peixe Azul de Tiago Rosa-Rosso (ambos distinguidos con una mención especial del jurado) y Nuvem, del luso-suizo Basil da Cunha, vencedor de la competición nacional de la edición de 2010.
Adaptado del prólogo de La fiera amansada de Shakespeare, doblado en portugués con un acento brasileño de Bahía y rodado en Italia, Fratelli es un filme-encargo que prosigue una idea del cine que el realizador ha ido intentando explotar de forma sistemática, insistiendo en la extrañeza como forma de hablar de conflictos de sentimientos intensos e inconciliables. Con esta obra, Gabriel Abrantes, que aquí co-firma la realización y el argumento con Alexandre Melo, pero es responsable único de la fotografía y del montaje de sonido e imagen, prosigue una carrera cinematográfica bastante prolífica (este año ya ha estrenado Liberdade en Indie Lisboa y va a estrenar Palácios da Pena en Venecia) y consistente. Si al primer contacto con un filme suyo puede extrañar el aparato artificial y pretendidamente inverosímil, en los contactos siguientes “se entrañan” y se comprenden las continuidades visuales, procesales y emocionales. Me parece claramente que es esa consistencia la que convierte su obra en singular en el contexto portugués y rara en el internacional.
Los filmes de Tiago Rosa-Rosso y Basil da Cunha tienen algo en común: están ambientados en barrios lisboetas con marcas identitarias fuertes (Alfama y Reboleira, respectivamente), parten de rutinas de lo cotidiano y trabajan (de forma antagónica) conceptos como lo espontáneo, la improvisación y la verdad. A pesar de cambiar de geografía, Basil da Cunha prosigue en este corto con la idea que ya estaba presente en À Côté: un protagonista que construye subjetivamente un mundo de alteridad que le permite combatir las contrariedades de la vida. Desde el punto de vista de la producción, el luso-suizo también reclama la diferencia en relación a lo convencional, apostando por un proceso de creación colectivo y por la improvisación de actores no-profesionales. En cuanto a Tiago Rosa-Rosso, a pesar de algunas notas interesantes, tendremos que esperar por más para confirmar o defraudar las expectativas.
El ‘revival’ del súper8
En otras andaduras, merece destacarse la sesión dedicada al formato súper8. Compuesta por nueve cortos filmados en súper8, la sesión organizada por Rodrigo Areais incluyó filmes, algunos inéditos, de Edgar Pêra, Paulo Hurtado, Jorge Quintela, Paulo Abreu, André Cepeda, Pedro Maia y del propio Rodrigo Areias. Aprovechando un reciente interés y revivalismo en torno al formato, la organización invitó al joven productor/realizador a organizar una sesión panorámica con trabajos recientes y originales de nuevos creadores portugueses. Son, por lo general, micro-narrativas, unas más musicales, otras más experimentales, intrínsecamente intimistas, que sorprenden y que imponen al espectador una reflexión sobre el propio proceso creativo, como en el caso de los dos meta-filmes firmados por Edgar Pêra o en el ejercicio firmado por Pedro Maia. Fue una sesión interesante que despertó la curiosidad de los presentes y las ganas de seguir la producción de filmes en este formato.
Unas palabras todavía sobre el corto vencedor de la competición Take One!, dedicada a cortos producidos en el contexto escolar. Artur, de Flávio Pires, es un interesante documental que revela a un realizador oscuro e ignorado de la década de los 60 y 70. Si esta descripción ya es suficientemente prometedora, el caso se vuelve aún más interesante al saber que se trata de un documental ‘fake’, completamente inventado, pero bastante creativo.
Finalmente, otros motivos de interés durante el festival pudieron ser visionados en el Centro de Memória de Vila do Conde y en la Solar – Galeria de Arte Cinemática. Me refiero a la exposición Stereo, que juntó, en seis filmes, la creatividad de seis realizadores y de seis músicos: Domesticada, de The Legendary Tiger Man e Rodrigo Areias; Royal Cabaret, de Manuel João Vieira e Bruno de Almeida; And they went, de Black Bombain e Sandro Aguilar; Sem título, de Adolfo Luxúria Canibal e João Onofre; Baby Back Costa Rica, de Pedro Gomes e Gabriel Abrantes; e Strokkur, de Norberto Lobo e João Salaviza. Integrada en la programación del proyecto Estaleiro (desarrollado por el equipo de Curtas Metragens CRL), esta exposición presenta trabajos inéditos que funden los universos de la música y del cine a partir de obras conjuntas, con resultados muy diversos e igualmente desiguales en términos cualitativos.
Más allá de Portugal
Pero no solo de cine portugués se compuso el 19º Curtas Vila do Conde. Obras de nombres mayores o promesas del cine mundial, como Thom Andersen, Ken Jacobs, Spike Jonze, Louis Garrel, Hermony Korine, Terry Gilliam, Peter Tscherkassky o Corneliu Porumboiu, hicieron diversas, estimulantes y bastante concurridas las sesiones de este año del certamen. La música fue también un motivo importante para esta edición: los filmes-concierto de músicos como Arto Lidsay/Jun Miyake y The Legendary Tiger Man/Rita Redshoes o el concierto-performance de João Nicolau/Mariana Ricardo contribuyeron a la singularidad de esta edición y a fomentar el diálogo entre cine y música.
Y para el final, el principio. Fue precisamente con el estreno de Estrada de Palha, el último largometraje de Rodrigo Areias, que abrió oficialmente el Curtas de este año. Acompañado en directo por la interpretación de The Legendary Tiger Man/Rita Redshoes, el western de Rodrigo Areias es un retrato de un enigmático pastor que se ve envuelto en una venganza familiar. Inspirado en Desobediencia Civil, de Henry David Thoreau, propone una mirada retrospectiva sobre una época de la historia portuguesa reciente (inicio del siglo XX) que, según el realizador, es más actual de lo que aparentemente se piensa y demuestra así que el país no ha cambiado tanto en el último siglo. Los códigos del western están allí, la música remite a un universo único en el cine portugués, la fotografía aporta un tono épico y nostálgico (Jorge Quintela, el joven director de fotografía, tiene mérito en eso), los intertítulos con los escritos de Thoreau refuerzan el mensaje político del filme. Es una interesante y pertinente obra cuyo principal desafío será huir del destino del anterior largo del mismo realizador (Tebas, 2007) e intentar romper el bloqueo en el mercado portugués, que insiste en marginalizar un correcto cine luso.
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