Curtocircuíto 2022: Radar
La sección Radar del festival Curtocircuíto recoge cada año las propuestas más narrativas o representacionales del certamen, mientras que Explora se decanta por la experimentación formal y la abstracción. No obstante, en la mayor parte de las manifestaciones cinematográficas, estos cortos que vamos a analizar hoy estarían colocados en la programación más atípica. Y es que la cita compostelana es ya un evento dedicado a la vanguardia, de un modo casi transartístico, incluyendo música y arte contemporánea, sin dejar de tener en el cine su foco.
El perfecto ejemplo de esto lo encontramos en la pieza ganadora de esta edición, Love & Revenge (2022), de una joven Anhar Salem, estudiante en la Fémis, que añade una página más al largo historial de obras que se aproximan en los últimos tiempos a la reflexión sobre la virtualidad, utilizando metraje de las propias pantallas en las que esta se experimenta, en vez de filmar directamente la realidad. Lo cierto es que este proyecto mezcla ambos registros, fundidos en el montaje como si fuesen uno solo, insistiendo en que las interacciones sociales en Internet acaban por ser una extensión de las reales, solo que con unos códigos exacerbados.
La historia gira en torno a una adolescente en Arabia Saudí a la que le gusta salir de noche y vestir de una forma más desenfadada —sin velo— de lo que recomiendan las tradiciones. Con el temor de su familia de que sea vista como una puta, la chica comienza a encerrarse cada vez más en su única ventana liberadora al mundo, su teléfono móvil. Copiando poses típicas de una banal ostentación importada de Occidente y exponiendo su vida privada de modo sensacionalista para ganar seguidores, la chica acaba por entrar en una espiral de desequilibrio mental explicitada en la película a través de la personalidad escindida de un avatar que toma el control sobre su vida y la atormenta. Aquí, Love & Revenge abraza por completo lo fantástico para ofrecer una metáfora bastante obvia y muy subrayada, que se perdona por la frescura de sus formas. Experimentando con filtros y otras herramientas kitsch de las redes sociales, en el mundo real crea ambientes claustrofóbicos y muy enrarecidos mediante colores estrambóticos de inspiración windingrefiana y grandes angulares que distorsionan la imagen. Estos últimos planos resumen muy bien esa tensión entre la expresión reprimida de lo privado en un contexto público hostil, con cuerpos que se sienten incómodos en un espacio que los rechaza.
En una geografía no muy alejada, غرام وانتقام (Subtotals, Mohammadreza Farzad, 2022), premio del Jurado Joven, muestra una vez más la rica vena poética que existe en Irán. La cinta parte de dos obras literarias y con ellas crea un estilo propio a medio camino. Por un lado, está Subtotals, un artículo que Gregory Burnham escribió en Harper’s Magazine en julio de 1989. En él cuenta el número de veces que ha hecho ciertas cosas en su vida. Por ejemplo, citando el inicio del texto con traducción propia del inglés: “Número de refrigerados con los que he vivido: 18. Número de huevos podridos que he tirado: 1. Número de anillos que poseí: 3”. Y así sucesivamente, sin parar, todo el artículo. Este estilo aporta una cadencia particular, muy rítmica, casi como una canción de cuna. También es un modo poético e irónico de contar una vida a partir de imágenes evocadas. La cinta lo traslada usando metraje familiar en súper 8 con una voz en off que imita el texto del que parte. El montaje también es muy fragmentado. Por momentos, la imagen se congela y los números aparecen impresos sobre la pantalla. Hay diversos textos en farsi, algunos seguramente extractados o inspirados por Autoportrait, del pintor, fotógrafo y escritor francés Édouard Levé. Texto poético, ensayo personal más afectado de una vida, si bien construye frases completas, esta suerte de enumeración de momentos y sensaciones está también muy presente. La melancolía y la estructura de base de la voz en off son préstamos que recoge Farzad con delicada sencillez. Un filme muy bello.
El premio del público fue para Hideous (Yann González, 2022), comprensible si tenemos en cuenta que se trata de uno de los filmes más gozosos y estéticamente epatantes de la competición. En realidad, es un sofisticado vídeo musical que nace de la colaboración de González con Oliver Sim, estrella pop integrante de The XX, que acaba de sacar un álbum en solitario, Hideous Bastard. Con una historia mínima en torno a un cantante que va a conceder una entrevista a un talk show y habla del monstruo que lleva dentro, la furia que siente ante el rechazo por haberse criado como adolescente gay con sida; esta mini ópera rock en tres partes adapta el mismo número de temas del disco con una puesta en escena suntuosa y colorida, con vestimenta marcadamente queer, que resulta una gozada. Todo es muy juguetón y González parte de referencias a viejos formatos televisivos con un aire muy retro a los ochenta para poco a poco irnos introduciendo en un universo fantasgore muy estetizado y divertido, en el que no faltan algunas gotas de sangre bien repartidas. Cine lúdico y efervescente.