EDUARDO CASANOVA Y SU MUNDO “DE COLOR DE ROSA”
Cuando se habla de cine se habla de crear, de idear, de construir. De lograr la verosimilitud pero también de generar otros mundos, de conformar atmósferas perfectas para la narración fílmica y ante los ojos del espectador. Y cuando se habla de dirección de arte, en muchos casos juega un papel crucial la innovación, la extravagancia y el exceso, para dotar a una película de todos esos elementos que la hacen inolvidable. Todo esto aparece en la obra audiovisual de Eduardo Casanova (Madrid, 1991) al que, aunque solo tiene un largometraje, ya se le reconoce una señal autoral muy clara en toda su producción, que va de los cortometrajes a los videoclips y hasta las campañas publicitarias. Este joven director y actor deja marca por donde pasa, convirtiendo todo lo que toca en rosa.
Eduardo Casanova aumentará su filmografía este año, ya que, como había anunciado Álex de la Iglesia (su productor habitual) hace un tiempo en Fotogramas, está trabajando en La Piedad, su segundo largometraje, en el que apuesta por una línea más intimista a nivel argumental, pero sin abandonar su característico estilo a la hora de hacer cine. Todo girará en torno al propio mundo personal del director, sobre todo alrededor de su círculo familiar y la figura de su madre, la cual promete ser un personaje magnífico. Casi todo apunta, además, a que Netflix volverá a participar en la producción de la película, como hizo con su anterior largometraje.
“Sigue la historia de personas físicamente diferentes que, por este motivo, se han visto obligadas a esconderse, recluirse o unirse entre ellas. Nadie elige como nace, pero la apariencia física nos condiciona para con la sociedad, aunque no lo hayamos escogido nosotros.” (Sinopsis de Pieles, 2017)
Pieles (2017) es su ópera prima y uno de los títulos de los que más se habló, para bien o para mal, en su año. Con una apuesta estética excesivamente cuidada y extraña, esta se convierte en el talón de Aquiles de la película, ya que pasa a ser el centro de atención máximo, quedando el fondo y la historia relegados a un segundo plano. Pieles es una cinta coral, formada por las vidas de varias personas consideradas distintas por sus condiciones físicas, en la que el color rosa y las deformidades humanas son las protagonistas. Es una película extremadamente peculiar, cargada de ironía, crítica y surrealismo, en la que la ansiedad te invade el pecho y no sabes qué pensar ni qué sentir al terminar de verla.
Pieles consigue generar una especie de mundo paralelo que convive con la realidad, con la rutina común de la sociedad, pero que se esconde. Se genera un espacio fílmico habitable y deseable, que reluce por sus colores y formas, pero que alberga horrores propios de morales corrompidas. Prostitución, pederastia, maltrato, anorexia, autolesiones, familias rotas, almas solitarias y búsquedas de afecto desesperadas. Todo esto mostrado de la forma más carnal, explícita y sensitiva posible. La cámara fija predomina durante toda la película, aunque, de vez en cuando, esta parece cobrar vida, optando por el uso de la steadycam y empleando movimientos rápidos de desplazamiento por el espacio. Casanova parece querer meter así al espectador de pleno en la acción durante los momentos más crudos, como si se tratara de una montaña rusa en la que todo va cada vez más rápido y es imposible volver atrás. Lo mismo sucede con el tamaño de los planos y el encuadre, en el que predomina el plano general descriptivo, que destaca el elaborado trabajo de dirección de arte. A estos se le suman primeros o primerísimos planos de los personajes, que se intercalan por toda la acción, intensificando el drama, y normalmente evocando y destacando las angustias que viven los protagonistas. Estas imágenes transportan a quien las ve al lugar de esos seres que narran esta historia y a los que les brota sufrimiento por cada poro de la piel.
El rosa es el color por excelencia de la película. Este color, sobre todo en tonos pasteles, aunque también acompañado de gamas lilas y violetas, inunda absolutamente toda la estética del film. Paredes, mobiliario, decoración, vestuario, peluquería, maquillaje… El universo y el día a día de estos personajes oprimidos es completamente “de color de rosa”. ¿Tal vez una ironía del director? Dominan además las texturas evidentes y destacables a la vista, así como todo lo estéticamente extravagante, no solo en el vestuario, sino en el propio decorado: terciopelo, estampados, purpurinas, brillos, plásticos…
Al mismo tiempo, un aspecto de gran importancia hablando de texturas y plasticidad son los efectos especiales de la película, referidos esencialmente al maquillaje. Eduardo Casanova destaca por su amor incondicional a las deformidades humanas y a los cuerpos poco convencionales. Es por eso que cuenta con un elenco muy poco común de actores, los cuales están dotados con estas características o a los que, en el caso de no tenerlas, se las añade. El director ya ha hablado en varias ocasiones sobre este tema y sobre los métodos que emplea para transformar radicalmente los rostros y cuerpos de sus protagonistas, declarándose absolutamente en contra de los novedosos métodos digitales, ya que considera que no acaban de alcanzar un resultado real, verosímil y palpable. Casanova apuesta por lo tradicional, por el maquillaje de caracterización llevado a un nivel superior, por las técnicas que le permiten moldear a su gusto hasta conseguir los resultados deseados. Látex, masillas, pinturas, injertos, pelucas, moldes… Es formidable contemplar el material bibliográfico y filmográfico que recoge los procesos de “construcción corporal” de los actores y actrices en su obra audiovisual. En ellos se puede apreciar el verdadero trabajo que hay detrás de este departamento en su equipo técnico, que consigue generar a esos seres únicos de las historias de Casanova.
Dentro de Pieles destacan especialmente el caso de Ana Polvorosa y el de Jon Kortajarena. La actriz interpreta a Samantha, una chica con una extraña malformación que le hace tener el ano en el lugar donde debería tener la boca. Por otra parte, fue muy sonado el caso del actor, que era irreconocible encarnando a Guille, un hombre con la cabeza y el rostro completamente quemados y que aspiraba a poder realizarse una operación de cirugía estética que finalmente consigue proporcionarle el tan admirado rostro del modelo vasco.
David Lynch y John Waters, referentes y máximas influencias del mundo de Casanova.
Al pensar en comparaciones y en referentes, hay evidencias claras de que Eduardo Casanova está enormemente influenciado por la obra de David Lynch y de John Waters. Dándose además el caso de que, a pesar de que este director aún está en el comienzo de su carrera, tiene una trayectoria y transversalidad dentro del audiovisual semejante a la del primero. Casanova, como Lynch, no reduce su producción únicamente al mundo de los largometrajes. Previamente realizó cortometrajes, muchos de los cuales acabaron culminando en lo que a día de hoy es Pieles: universos ya rosados que narraban perturbadoras historias de personajes incomprendidos por la sociedad. Destacan títulos como Fumando espero (2012), La hora del baño (2014) o Eat my shit (2015). Además de esto, ha realizado importantes trabajos en el mundo publicitario, igual que hizo el propio Lynch. Su última y más sonada colaboración fue para la campaña de Navidad de 2018 de Bimba y Lola. Tres excéntricos y controvertidos capítulos de una especie de miniserie protagonizados por una súper moderna estilista montada en un unicornio. A su vez, los dos directores han pasado por la creación audiovisual en el mundo musical. Eduardo Casanova sorprendía el pasado mes de octubre al descubrir que había dirigido el último videoclip del polémico trapero C. Tangana, para su canción Cuando me miras. Siguiendo su línea de color de rosa y seres extraños, el director convertía el proyecto en una verdadera experiencia para los sentidos.
No se puede olvidar, además, la carrera como actor de Eduardo Casanova, que alcanzó la fama interpretando en su adolescencia al personaje de Fidel en la serie Aída. Aunque actualmente está más centrado en su faceta como director, sigue trabajando como actor, siendo la serie Arde Madrid (Paco León, 2018) uno de los últimos trabajos donde ha mostrado sus dotes interpretativas. David Lynch también tuvo sus momentos como actor, siendo el más destacable la encarnación que hizo del sordo jefe de policía Gordon Cole en la serie Twin Peaks.
En todos estos proyectos, se puede identificar perfectamente la marca autoral del director de forma muy clara, evidente y distintiva. Teniendo el color rosa como carta de presentación constante, las deformidades físicas y los seres extraños son otro de los puntos clave de la obra de Casanova y aparecen constantemente en todos sus proyectos.
Casanova, igual que Lynch, muestra un interés especial por el tema de las malformaciones en su filmografía. Los personajes gigantes y enanos se alternan con los mutilados o deformes en la obra del americano, destacando especialmente dos a los que se puede llegar a identificar como inspiración o coincidencia para la creación de una de las protagonistas de Pieles: la “mujer en el radiador” de Eraserhead (1972) y la “mujer sin ojos” de la última y más experimental temporada de Twin Peaks (2017). Se ve una clara fusión de estos dos personajes en una importante y peculiar niña sin ojos que se nos presenta dentro de una especie de casa de prostitución al principio de la acción de Pieles. Vestida al igual que aquella singular mujer de Eraserhead, la niña canta igual que ella ante un hombre que la contempla, y que abusará sexualmente de ella al fin de su actuación. A lo largo de la acción, se ve a al mismo personaje, ya de adulta (interpretada por Macarena Gómez) y mucho más similar a la joven asiática sin visión de la serie de televisión de Lynch.
John Waters recoge en su obra una mayor predilección por los seres peculiares, únicos y estrambóticos. Pero los personajes más destacables de este director son los encarnados por su intérprete estrella, Divine, que protagonizó gran parte de su filmografía. Además, en lo que se refiere a la temática, apuesta por temas como la marginación social, el conflicto, el exceso, la provocación y la lucha por encajar en una sociedad demasiado rígida. Una línea por la que Eduardo Casanova apuesta de forma clara. En consonancia con esto, el director español realizó también en su cortometraje Eat my shit un particular homenaje a la obra de Waters. Como bien es sabido, una de las escenas más famosas e icónicas de la filmografía del americano es la del final de Pink Flamingos (1972), en la que una Divine más “inmunda” que nunca se come los excrementos de un perro. En el cortometraje de Casanova se ve una situación igualmente escatológica, protagonizada por la que conoceremos posteriormente en Pieles como Samantha (Ana Polvorosa). Esta chica, cansada de las burlas sociales hacia su condición y llegando al límite de su paciencia al ver cómo la camarera de un restaurante se ríe delante de ella por su rostro, decide tomar medidas. Aprovecha entonces su peculiar fisonomía para expulsar por el ano/boca una mierda (acción que vemos explícitamente en pantalla) que cae en la cuenta por la comida consumida.
Un aspecto que también comparten los tres directores es el hecho de trabajar prácticamente siempre con el mismo elenco en sus proyectos. David Lynch tenía a Jack Nance o a Kyle MacLachlan como unos de sus favoritos y lo acompañaron durante toda su carrera, Nance ya desde los tiempos de Eraserhead. Harris Glenn Milstead, más conocida por el nombre artístico de Divine, es la musa por excelencia de John Waters. Y Eduardo Casanova, por su parte, tiene predilección por Macarena Gómez o por Ana Polvorosa, con la que comenzó ya como compañera de rodaje de la serie Aída. Pero la opción de repetir con el mismo equipo no queda solamente en el campo interpretativo. En el caso de Lynch, son especialmente destacables dos de sus compañeros de rodaje que, aunque no trabajaron en todas sus películas, sí lo hicieron en la mayoría y en las más icónicos, siendo grandes responsables de la conformación de la marca autoral del director: Angelo Badalamenti, compositor y responsable del sonido y Frederick Elmes, director de fotografía, con el cual se inició en el mundo de los largometrajes. Waters, en este sentido, destaca más por asumir gran parte de los puestos de sus proyectos, como los de guión, dirección, producción y fotografía. Por otra parte, Eduardo Casanova repite en cuanto a productor, teniendo como “padrino” cinematográfico a Alex de la Iglesia; en cuanto al resto del equipo habrá que esperar a que se descubra su nueva propuesta y el equipo que lo conforma para constatar si apuesta por los cambios o prefiere continuar y confiar en aquellos que le ayudaron a conseguir los resultados de Pieles.
Está claro que el cine es un arte coral aunque a menudo se manche de un elitismo que solamente destaca la figura de ciertas/os directoras/es o actrices/ores. Este tema es aún más controvertido cuando se habla de trazos autorales destacables, como pueden ser los de los tres profesionales que se mencionan en este estudio. Aunque, como han dicho grandes profesionales del sector, como el aclamado director de cine Wong Kar-Wai, la autoría de las obras, sus características y la huella particular de cada artista, depende del trabajo de un preparado equipo técnico y artístico forjado, labrado y formado en conjunto durante años y sin el que sería imposible que el resultado fuese el mismo.
Casanova está comenzando y su filmografía tiene que crecer con él, pero hay que reconocer que este director y su obra son un claro ejemplo de trabajo, peculiaridad e innovación. Dejando de lado los gustos personales a nivel de estética o de relato fílmico, hay que decir que Casanova consigue crear arte desde la fealdad y lo extraño, ideando mundos fantásticos pero injustos, cargados de realidad. La “barbaridad rosa” que, como dijo Alex de la Iglesia, fue Pieles, no dejó indiferente a nadie y se convirtió en un gran foco de atención cinematográfico dentro del cine español (llegando a tener presencia en lugares como el Festival de Málaga y los Goya) y del internacional (estrenándose en la prestigiosa Berlinale). Deberemos esperar a ver qué nos encontramos en su nueva película, La Piedad, aunque seguramente el escándalo esté asegurado.