ÁLVARO LARRIBA: “LO QUE QUERÍA EN PRINCIPIO ERA ENSEÑAR LO QUE HABÍA DETRÁS DEL LICEO, QUE SON LAS PERSONAS”

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Creo que Mutantes (2017), la primera película de Álvaro Larriba, es un título importante por lo que documenta y por cómo lo hace. Yo tampoco soy objetivo, es cierto: me emociona ver una película que registra el trabajo del Liceo Mutante porque es probablemente mi lugar favorito del mundo y siempre que voy vuelvo lleno de felicidad, inspiración y fe en la humanidad. Toqué allí, dormí allí, debo estar entre el público en alguno de los conciertos que aparecen en la película y veo Mutantes con la alegría de encontrar en la pantalla caras familiares. Pero más allá de la cercanía emocional y casi doméstica que la gente implicada con el proyecto puede tener con el material, creo que Álvaro ha tenido el mérito de evitar la celebración en la que podría caer, y encontrar una perspectiva que está entre la cercanía que da ser él mismo un mutante y la voluntad de compensar esa intimidad con la forma de construir la película, que no tiende a lo doméstico sino a lo observacional en las elecciones al grabar y al montar. Menos Jonas Mekas y más Frederick Wiseman si se quiere, Mutantes recoge la actividad de una asociación autogestionada durante ocho meses (de enero a agosto de 2016), y eso incluye un montón de situaciones desagradables que tienen que ver con lo estructural, lo económico, lo legal y casi cualquier problema posible, incluyendo una rata. Es una película importante porque supone un testimonio necesario y ambicioso de una forma de hacer las cosas que puede ser crucial en la cultura gallega, pero también porque lo hace mostrándonos un proceso del que, desde fuera, sólo veíamos los resultados. Álvaro cuenta más sobre sus motivaciones, intenciones y dificultades a la hora de realizar la película en esta entrevista.

¿Por qué hiciste Mutantes?

La primera razón, que no es la más importante pero fue la que hizo que dijera “bueno, voy a hacer esto”, fue que estaba acabando la carrera y tenía que hacer un trabajo de fin de grado. Entonces tuve la idea de mostrar cómo funcionaba el Liceo por dentro, de hacer de una especie de… no de reconstrucción, pero poder grabar de alguna manera un día de trabajo en el Liceo, de principio a fin, en el que estuviese todo el trabajo que puede haber detrás, más allá del concierto en sí: la gente que está allí antes limpiando, preparando todo. Hacerlo en un día, por medios, no era viable, porque yo estaba solo, y sólo tenía una cámara de fotos réflex, la más barata de Canon… Empecé a grabar sin saber muy bien lo que iba a hacer, en la época en la que el Liceo tenía problemas estructurales… del edificio, vaya. Llovía dentro y todas esas cosas, así que comencé sin tener una idea clara y al final, como también fue un momento en el que empecé a interesarme mucho por los documentalistas americanos de los setenta (por Wiseman sobre todo, obviamente), pues decidí tirar de esta forma, empezar a grabar siempre que podía y la peli fue cogiendo un poco la forma sola. Sí que es verdad que tenía al principio… no sé se estoy hablando de más.

No, tú sigue.

Lo que quería en principio era enseñar lo que había detrás del Liceo, que son las personas. No el lugar, ni los conciertos, sino la gente que hace posible que exista, la gente que se asocia, que se junta y se pone a trabajar, sin buscar nada más que tener una alternativa en Pontevedra para hacer cosas que de otra forma no podrían pasar.

Claro, y sobre eso estaba pensando en el punto Wiseman que tiene esa forma de trabajar sobre la institución, que sería aquí el Liceo. Tú me hablas de las personas, pero no sé cómo te enfrentaste a la necesidad de convertirlas en personajes. Wiseman adopta siempre una perspectiva externa a los lugares que filma. En tu caso, ¿cómo trabajas la distancia? Porque al final conoces a esas personas…

Sí, ese era mi problema inicial, claramente: cómo alejarme, coger distancia con respecto a la gente, y al final me di cuenta de que no podía. Al principio lo buscaba, lo intentaba… La gente siempre estaba en plan “eh, ¿qué me grabas?”. Pero como no podía tener esa distancia al final lo que hice fue, simplemente, estar en medio, y ser como un socio más que está viendo lo que hacen los otros, que era lo que estaba haciendo en realidad. Y, de hecho, se habla muchas veces directamente a la cámara. Bueno, a la cámara no, a mí. Por ejemplo, se ve como Sara, que estaba aprendiendo a hacer el sonido, se gira hacia mí y dice “¿dónde conecto esto?”. Se daban muchas situaciones así, y al final lo que hice fue meterlas igualmente. Al principio no sabía lo que estaba haciendo, e igual se nota que no sé desde dónde grabar, que estoy yo en la peli (cosa que después no quería para nada)… Fue difícil. Al final, a base de grabar y grabar, y estar allí con la cámara, la gente acabó acostumbrándose a mi presencia. A mi presencia con la cámara, porque muchas veces estaba haciendo el sonido e cogía igual la cámara y grababa mientras tanto. Hay una escena que es de mis favoritas, la de Patilla en el jardín haciendo la huerta. Ese día estábamos ensayando Lluvia de Ciervos [el grupo en el que Álvaro tocaba el bajo] en el Liceo, y cuando hacíamos una parada cogía la cámara e iba fuera a grabar a Patilla trabajando. El mayor problema que tuve fue poder grabar y trabajar a la vez, porque fue un momento en el que Xosé se había marchado a Berlín y estaba prácticamente yo sólo para hacer el sonido (por eso Sara estaba de aprendiz). Fue complicado, en ese sentido. Por eso, al principio, me ayudó Rebeca Tizón a hacer algunos planos, y estoy yo en la peli.

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Hasta ahora, la peli sólo se ha visto en el Liceo. Cuando la vea gente que no conozca el contexto, ¿qué reacción piensas que puede tener ante esos personajes? Porque hablas de poner a las personas en el centro, pero esas personas sólo están presentes en tanto que son mutantes.

Me interesa más su relación entre ellos dentro de lo que es la asociación. No tanto fuera, ni personalmente, sino como socios. En el plano que abre la peli sale Chicho, un vecino del barrio, explicando lo que es el Liceo, y creo que ya define un poco esa mezcla de gente que al principio puede que no tenga ningún tipo de relación pero que después (en las escenas de las asambleas, o cuando están trabajando juntos en la barra, o montando la pantalla de cine) establecen unas relaciones que son las que son, y son las que están. Al final busco más la relación entre ellos de forma natural, que es la que tienen dentro de la asociación y a la hora de trabajar juntas. Pero no estoy seguro de si estoy respondiendo.

Sí, me refiero a que hay una tensión guay en la película… Antes de verla me imaginé que iba a tener más conciertos… no me la imaginaba como es, sino quizás algo más en primera persona. Y después me pareció interesante ese contraste entre lo que es importante para la gente que está en el Liceo, como el arreglo del tejado (que es un momento cumbre en la película)…

Lo del tejado es quizás el hilo conductor de la película. Porque yo no entiendo tanto Mutantes como una película en sí, a pesar de que tiene una estructura muy clara, y de alguna manera muy clásica.

Es cronológica en general, ¿no?

Sí, totalmente, no mezclé nada. Respeté el orden en el que había sido grabada cada cosa, porque me interesaba ese avance desde la peor parte del invierno hacia el verano. Me coincidió, además, que empecé a grabar cuando peor estaba el tema del techo y de la lluvia. Y como el arreglo del techo –que quizás ya venía de un año antes– fue saliendo adelante, me di cuenta de que eso era lo que podía utilizar para dar una estructura a la película.

Sí, lo que quería decir es que me llama la atención ese contraste entre lo que es importante para los socios del Liceo y lo que a priori podría ser interesante para otro público, que sería quizás algo más centrado en lo artístico que en el proceso de trabajo de la propia asociación.

Claro, yo entendía que el Liceo ya es bastante conocido. La gente sabe más o menos qué tipo de música se toca allí, qué cine, qué teatro, qué cosas se hacen… pero no tiene conocimiento de cómo se trabaja allí, que es lo realmente interesante. Todos tenemos amigos que están desconectados de este mundo, que no tienen este tipo de intereses, y muchas veces cuando explico el Liceo les cuesta entender que la gente trabaje gratis y cosas de este tipo. Se tratar de enseñar que es gente muy distinta entre sí pero que se junta y hace esto, que se establece una relación entre gente que no tiene nada que ver pero que se une por un fin común. Sentía la necesidad de hacer algo sobre el Liceo que fuese distinto a los puntos de vista que se habían dado hasta ahora. No contar la maravillosa vida del Liceo Mutante, sino que la gente discute en las asambleas, que tenemos una rata viviendo en el Liceo, que llueve dentro… El Liceo es maravilloso, pero trabajar allí a veces es una putada: llegas y encuentras todo hecho un cristo… Eso es realmente el Liceo. Lo otro también, pero el día a día en el Liceo es así.

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Claro. Con respecto a eso, creo que tú no estabas cuando Mutantes se proyectó en el Liceo, pero aún así ¿cómo reaccionó la gente en general? La película tiene en común un elemento casi doméstico que la conecta con otros vídeos de la escena para quien participa.

La gente reaccionó de forma muy guay. Creo, sin embargo, que es fácil poner la peli en el Liceo, porque al final, si eres parte de él, sea por trabajar allí, por acudir allí o tocar allí, al final las dos horas se te pasan enseguida. Es como ver una peli familiar. También entiendo, no obstante, que esas dos horas se pueden hacer largas para alguien que no haya estado nunca en el Liceo, que no entienda el underground o lo que sea. En general, la gente reaccionó guay, le gustó lo que vio, pero ahora tengo ganas de ver qué pasa cuando otra gente que no tenga tanta relación con el Liceo vea la película.

Quizás la diferencia con las películas de Wiseman está ahí, en esa relación, en que por mucho que quieras ocultarte la gente te va a hablar. Por eso quería saber más, aunque ya has contado un poco, de la actitud de la gente con respeto a la cámara, y si les explicaste lo que estabas haciendo o los dirigiste de alguna forma. ¿Diste alguna indicación, tuviste algún problema?

Al principio fue bastante difícil. La gente, obviamente, no está cómoda cuando le pones una cámara a un metro de la cara mientras hace lo que hace todos los días. Para mí también era difícil, porque nunca me había enfrentado a hacer algo así, a coger la cámara y grabar sin plan, viendo qué pasaba delante. Y sí que intentaba decir “no me hables, haz como si no estuviese”, pero fue difícil y dejé de intentar ocultar que yo estaba allí. Si eran capaces de olvidarse de la cámara, bien, y se me hablaban mientras grababa, también bien. Si se repetían muchas cosas de esas intentaba sacarlas y quedarme con los planos que parecen más naturales, es decir, que no tienen interacción, pero tampoco busqué ser invisible, sino ser natural. Otra de las razones por las que hice la peli fue porque quería enfrentarme a coger la cámara y grabar, ver qué pasaba. Esa experimentación de ser la primera vez que coges una cámara… La peli me costó 100€ porque compré un micro para la cámara, que aparte era horrible, porque metía un ruido eléctrico fatal, que tuve que arreglar como pude (y aún así no quedó bien: la peli suena muy mal). Al final era eso, estar enfrentándome a ellos, y ellos a mí, hasta que la situación fuese natural para ambas partes. Por suerte, justo cuando empecé a grabar, tuve un curso en la universidad con Eloy Domínguez Serén que me ayudó bastante, dándome consejos: le enseñé las primeras imágenes que había grabado y él me decía “tienes que grabar más esto que tienes aquí, evitar estas cosas…” Me ayudó un montón a desarrollar la actitud adecuada para grabar.

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Además de esa influencia de Wiseman, también quería preguntarte también si ves vídeos de conciertos en YouTube, o si hay alguna película que veas relacionada con Mutantes en base a la temática.

Pues sí. Justo antes lo pensé y no lo dije: una de las cosas que más me influenciaron, que me gustaron y a la que quería parecerme es un vídeo que hizo Borja Vilas de un concerto de Terremoto Sí y Cuchillo de Fuego en el Liceo. Ese vídeo, para mí, es lo mejor que hay grabado en el Liceo Mutante de largo, y posiblemente también en la escena.

Está guay que tengas esa influencia de vídeos de YouTube, no sólo del mundo cinematográfico.

Hombre, después obviamente está también Jem Cohen, su peli de Fugazi [Instrument, Jem Cohen, 1999]… Me gusta ese rollo de grabar de cerca, de estar dentro. El vídeo de un concierto que más me gusta de Mutantes es el de Una Bèstia Incontrolable. Yo estaba totalmente borracho grabando eso [risas]. Llevaba todo el día chollando y bebiendo y ahí ya estaba fatal, y es lo que más me gusta de los conciertos, porque estoy dentro, pegado a ellos…

Con respecto a eso, en una parte de la película dejas de grabar al grupo que actúa para grabar al público. Ahí sí que se ve una visión bastante democrática: al Liceo van grupos pero no son más importantes que cualquier persona que está allí. Ya la propia disposición del Liceo es bastante poco jerárquica, al no tener escenario.

Claro, y tampoco me interesaba poner cartelas de quién es el grupo que está tocando. Es gente que toca y no hay más. Nosotros conocemos a los grupos, pero otra gente quizás no. Intenté también ofrecer variedad para mostrar lo que es el Liceo, no poner siempre el mismo tipo de conciertos. No tengo claro que lo consiguiese, pero bueno, ahí está.

Ya para finalizar y entender mejor tu punto de vista, quería preguntarte qué representa para ti el Liceo.

El Liceo para mí es vital, en Galicia, en España y sobre todo en Pontevedra. No volvería a Pontevedra por nada, si no fuese porque el Liceo está allí. Creo que cumple un papel muy necesario. Nosotros mismos, la gente que ha tocado, que toca o que va a tocar en bandas y que tenemos una forma de pensar que no es tan asociada al capitalismo a la hora de hacer lo que queremos, dentro de la música, del cine, del teatro, de la autoedición, de los fanzines… El Liceo es simplemente un instrumento para poder compartir entre nosotros lo que hacemos. Y tiene que estar. Si no está nos buscaríamos otra forma, pero por suerte diez personas se reunieron hace siete años en Pontevedra y decidieron poner pasta de su bolsillo, que no tenían, y comenzar a hacer cosas. Y eso es positivo, yo aprendí un montón. Cuando empezó yo tenía veinte años y no pensaba tanto en estas cosas, y gracias al Liceo ahora tengo una forma de pensar muy distinta. Y por culpa de eso posiblemente no me va tan bien [risas], pero soy feliz con lo que hago. Mientras quiera hacer películas y quiera hacer música o lo que sea, gracias al Liceo las voy a hacer de una forma más libre.

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