INTERSECCIÓN 2019: J. P. SNIADECKI, INTERIORIZANDO LO REAL. EL FILM DESDE LA EMPATÍA

J. P. Sniadecki, es un cineasta y antropólogo que trabaja entre China y los Estados Unidos, filmando con enorme sutileza y contundencia situaciones políticas, económicas, sociales y humanas tremendamente complejas, produciendo siempre obras de gran sensibilidad estética. La narratividad de sus películas se construye a partir de una documentación que posee la riqueza y la ambigüedad del testimonio humano, filtrada a través de la mirada del director, cuya implicación emocional, ideológica, e incluso física resulta fundamental. En este sentido, abraza el hecho de que su propia subjetividad actúe sobre la pieza, sobre lo qué y lo cómo, interiorizando el ambiente que mira y a quién se encuentra en él, de manera que la particularidad exterior pueda ser observada en la medida en la que uno observaría un recuerdo ajeno. La obra de Sniadecki es, además, un viaje con inmersión visual, en el que el choque cultural se ve amortiguado precisamente por la naturalidad y cuidado con los que él mismo digiere la realidad. Este viaje tiene muchas pausas que, en ocasiones, son el tipo de paradas que uno querría hacer, sobre todo por curiosidad, en su día a día, pero para las que nunca encuentra el momento.

Foreign Parts (Véréna Paravel & J. P. Sniadecki, 2010)

Foreign Parts, constituye una de estas paradas. En la ciudad de Nueva York hay partes ignoradas, extrañas, inundadas de personas igualmente peculiares. Sniadecki captura, junto a la antropóloga y artista Véréna Paravel, la manera en el que la vida crecimiento torcido a la sombra de la gran ciudad estadounidense. Willets Point es un barrio en terribles condiciones, lleno de depósitos de chatarra, que está a punto de ser destruido para la construcción de centros comerciales y apartamentos. Este lugar, que vive de la venta de todo tipo de piezas que fueron desparramadas y olvidadas – en su mayoría originarias del sector automovilístico-, es a su vez un inmenso depósito de chatarra, por lo que, paseando, el espectador descubre una comunidad que es un monstruo de Frankenstein, un pastiche cultural de pasado olvidado y futuro improbable, que sobrevive al presente con humor y melancolía. El sonido de bocinas y el alboroto en ocasiones babélico de Foreign Parts los ayudan a metabolizar las imágenes, y a tomar conciencia de la complejidad audiovisual del real: los trabajos de Sniadecki nunca se conforman con la observación, ni se estancan en el literal, sino que van más allá del género documental en su concepción, generando paisajes sonoros, así como imágenes plásticas y poéticas, que hablan de la realidad de manera más próxima al arte. Y hacia arte se sitúa precisamente el gesto en el viaje a Yumen.

Yumen es una ciudad fantasma, un cuento, una performance. En esta pieza, se desnaturaliza el comportamiento y la relación que los personajes establecen respeto al espacio, respeto al observador, e incluso respecto a sí mismos. La localidad, cuyo momento de esplendor se había producido años atrás gracias a la extracción de petróleo, se encuentra ahora abandonada, aunque permanece llena de ecos y sensaciones perdidas, de deseos frustrados y olvidados. Los recuerdos incompletos, fragmentados en el espacio simbólico de la ruina, se proyectan en las acciones y en las buscas de diversos personajes, que bailan y lloran sobre un cadáver inmenso conformado no solo por escombros. En las paredes de Yumen rebotan, mezclándose, diferentes espectros, tanto visuales como sonoros. Como en un escenario donde estuvieran representándose diferentes espectáculos a la vez, el espacio de la ausencia, abrumador, acoge pequeñas presencias: los habitantes falsos, el primitivo y visceral, los rostros que aparecen en los muros, la soledad, etc. Lo absurdo y lo hermoso, lo pasado y lo posible, se esconden en la plástica de las estancias y aledaños de este enorme esqueleto.

Yumen (JP Sniadecki, Xu Ruotao & Huang Xiang, 2013)

Pero la parte más oscura del viaje es la que transcurre por el desierto de Sonora, entre Estados Unidos y México. Allí, los hombres y las mujeres ven monstruos y bestias, y tropiezan con objetos que abandonan los vivos y los muertos en un mar de oscuridad infinita. El autor, nos lo presenta envuelto en una banda sonora nocturna de ruido visual y ambiental, donde las testigos trazan el mapa de un territorio indefinido y universal, el territorio de la frontera, que desaparece absurdamente durante el día, abandonando sus cadáveres al sol. La textura de la imagen de El mar la mar filmada en 16 mm destaca, como en Yumen, la cuestión de la temporalidad, y los ayudan a ver cómo se mueve la noche.

No existen las fronteras en la Naturaleza. Lo único que existe son las diferencias. El lenguaje es el grano manipulador de la Naturaleza. El lenguaje crea territorios virtuales, ilusiones del verídico. Al nombrar algo, se cartografía de pronto en el mapa del existente, aparece como territorio. Cuando algo se nombra se significa, aunque no se conozca. Así, comienza a tergiversarse, se estigmatiza; se transforma. La mujer es diferente del hombre. Sobre esas diferencias a lenguaje construye una frontera, un tejido de significados que alejan a los significantes entre sí. Él mar lana mar guardia en su gramática una sencilla pero contundente frontera: él o ella, femenino o masculino separa el que es homónimo. Por otra parte, el título también genera un no, una semántica compleja en la que se diluye la realidad, en la que los antónimos se transforman en sinónimos: el mar que es el desierto y el desierto que es el mar.

La imagen es una clase de lenguaje y, como tal, tiene el poder de separar. Sin embargo, Sniadecki se valle de ella para reducir las distancias que puedan haberse generado entre las cosas, para derribar muros: el que es diferente, aquello ajeno y distante, se presenta cerca, sin barreras, para invadir y ser invadido. Sniadecki apenas nombra las cosas, sino que las presenta, de manera que la comprensión del percibido es orgánica, empática, próxima a un conocimiento que, aunque intuitivo, evidencia la impostura de los límites parcelarios sobre aquello que en los arrodea.

*Este texto se publicó, originalmente, en el catálogo impreso del Festival Intersección.

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