María Cañas: “Estoy comprometida con la idea de cultura colectiva”
Después de triunfar en la pasada edición del festival Punto de Vista, alzándose con el premio de la sección X Films, la artista María Cañas (Sevilla, 1972) vuelve a Pamplona para mostrar los frutos de este galardón, destinado a la producción de una obra desarrollada en Navarra. Desde A Cuarta Parede tenemos la suerte de volver a sentarnos con ella para hacer un repaso a sus últimos proyectos, su visita al festival y las recientes polémicas en las que se ha visto envuelta. Guerrillera, irreverente, surrealista. Caníbal audiovisual, recicladora, cibergarrula. La lista de calificativos, muchos de ellos acuñados por ella misma, se queda corta para describir a una artista tan heterodoxa y multidisciplinar. María nos recibe con una amplia sonrisa, unas cuantas hojas con notas sobre sus películas y una pequeña grabadora de sonido. “Me gusta grabar las entrevistas, para poder enviárosla luego en caso de que la perdáis”. Única e inimitable.
¿Cómo te sientes al volver a Punto de Vista?
De momento muy bien. Acabo de llegar de un tour cañero alrededor del mundo y aún no me ha dado tiempo a ver nada. Llegué ayer por la noche, justo a tiempo para la presentación de Expo Lío 92, que fue muy emocionante. Además era 8 de marzo, justo después de la huelga feminista, a la que me adhiero desde mi condición de mujer autónoma y precaria. Por supuesto apoyo y reivindico la huelga, pero entiendo que algunas actividades que estaban planeadas por el festival desde hacía más de un año no podían cancelarse. En nuestro pase se llenó la sala, y tuvimos un coloquio posterior muy interesante. Este es un festival en el que me siento muy a gusto, en mi salsa. Somos como la secta del cine experimental, del cine de nuestro tiempo, comprometido con el pensamiento crítico y la poesía. Además este año toco varios palos dentro de la programación. Tengo Expo Lío 92 en el pedazo de ciclo Resistencias, con ese espíritu revolucionario, y La cosa vuestra en la sección X Films, con un cine más “bastardo” y “degenerado” (Risas). Encima es un año en el que hay mucha presencia y poderío de las mujeres, con Garbiñe [Ortega] como nueva directora.
Háblanos un poco de estas dos obras.
Pues vamos a empezar por Expo Lío 92, que acabamos de presentarla. Se trata de otra vídeo-guerrilla, en mi línea del vídeo collage y el apropiacionismo crítico. Una obra desmitificadora en la que abogo por un mundo sin conquistadores, en el cuál construir una identidad colectiva en la que quepamos todos. Yo soy muy mitómana, por eso saco a todas estas resistencias indomables que son políticamente incorrectas y que se saltan el poder establecido con la revolución en las calles. Saco a gente que propone otros mundos posibles: la Comandanta Ramona, Mujica,… Saco al pueblo, igual que hice en Sé villana (2013). Es una deriva bastarda en un marco multirracial y multicultural, entre España y Latinoamérica, en la que toco sobre todo cuestiones ‘glocales’. En mi cine hay mucho zen, porque en el fondo creo que somos todos lo mismo. Debemos tener un poquito más de humildad. Por eso hago esta especie de cinefagia-apocalíptica-militante, para recordarnos que en cualquier momento llega un tsunami o una epidemia de vacas locas y nos vamos todos a tomar por… Le doy mucha voz también a todos los movimientos contra la Expo 1992, tanto la resistencia indígena como el gran bastión que hubo aquí en España. Hablo también de descubrimiento, de invasión, de conquista. Al final todo es como un boomerang, como el eterno retorno de Nietzsche. Con en el tiempo nos ha vuelto otra ‘invasión’ en forma de reggaeton y perreo. También exploro esa parte de la industria musical, con todas esas raperas y traperas feministas que me encantan. La película es como una pachanga post-apocalíptica sobre la Expo 92 que reflexiona sobre cómo el poder fáctico nos hizo creer que fuimos los reyes del mambo. Nos distraen con mega eventos y megapolíticas totalmente desmesuradas y dilapidadoras, plagadas de corrupción, y todo para tenernos anestesiados. Pan y circo. Pero aquí seguimos, y que nos quiten lo bailao.
¿Qué tal crees que se comunica tu película con el resto de las obras en Resistencias?
No me ha dado tiempo a ver mucho, pero por lo que he investigado es una bomba de sección. Es como reinventar la plaza desde el cine. Salir con el cuerpo a las calles en lugar de quedarnos con el activismo de sofá. Para mí estas oportunidades son como hacer revolución, y como además viene mucha gente se convierte en algo popular. Me gusta mucho porque tiene un efecto muy poderoso. A mí me encanta poder ejercer la función de pirómana de mentes, y que el fuego camine con todo a lo David Lynch. Además las sinergias que se crean aquí son maravillosas. Para mí es muy enriquecedor, y da mucha fuerza para vivir. Ayer conocí a dos o tres directoras más, y nos sentimos todas parte de esta secta que actúa de quitamiedos y quitapenas.
¿Y en cuanto a La cosa vuestra?
En el año 2006 hice La cosa nuestra, una especie de anti-tauromaquia sobre lo que nos venden como Fiesta Nacional –en mi caso, ni mi nación ni mi fiesta-. En esta ocasión me he centrado en los Sanfermines, utilizando el título como un guiño. Mi reto era hacer un viaje hacia la cara oculta y surrealista de las fiestas. Hablar de diversión y tremendismo mediante el canibalismo iconográfico. Quería explorar en qué se han convertido y hacia dónde van las fiestas de San Fermín. Es cierto que la parte más acogedora no la saco, yo me centro en los monstruos, la heterodoxia y las derivas. Estoy deseando presentarla, los pamplonicas van a flipar. Son visiones salvajes, palpitaciones. Hablo de la idiosincrasia navarra desde la videomaquia y la risastencia, que es el humor de todos los colores y sabores como una forma de resistencia popular. La cosa vuestra es un remontaje crítico de todo este universo estético, ritual y cultural de Pamplona. Además es una reflexión empoderadora y risastente frente a la violencia ejercida principalmente contra las mujeres y los animales. Para mí, que soy abstemia, agorafóbica, feminista y animalista, era todo un reto. Previamente hice un trabajo de campo y una investigación para contactar con distintos colectivos de la zona. Asociaciones que trabajan en temas como la trata de blancas, los micromachismos en Sanfermines y la violencia de género. También hablé con gente que trabajaba en las fiestas y que les encanta. Fue muy interesante.
¿Crees que es una obra especialmente crítica?
Es crítica, polémica y provocadora, porque yo no sé hacer otra cosa. No voy a hacerte aquí un striptease emocional ni te voy a contar las cosas que me han pasado de niña, pero evidentemente si hago lo que hago es porque esto me salva. De todas formas, aunque me haya centrado en San Fermín, La cosa vuestra es una vídeo guerrilla sobre la violencia y sobre el bálsamo del amor y el humor ante el horror. A mí me interesa hacer ocio terrorífico que nos haga rugir, porque la revolución la hacemos nosotros. Somos DJs de nuestra propia realidad. Para mí es un homenaje bello y tremendo. Como decía Bretón, “la belleza será convulsa o no será”. Me interesa el aspecto contrahistórico, y el archivo audiovisual orgánico como construcción cultural libre. Incluyo también algo de distopía futurista, lo que yo llamo Black Mirror cañí. Vídeos en los que se plantea que los Sanfermines se hagan con Pokemon, o la robótica aplicada a los toros. Se trata de transgredir el cine, la cultura popular y los media. A la hora de afrontar temas más serios lo he pasado peor. La violencia machista, la cultura de la violación, los casos de Nagore y La Manada… Me ha costado mucho. Yo quería tratarlo desde el respeto y el homenaje, desde el empoderamiento, con cierta seriedad. Veía lo que se hacía en otros canales y me parecía terrible. Hay que educar a los niños en contra de la violencia, es algo que debería estar más normalizado desde pequeños.
Mientras que todos los creadores intentan huir de adjetivos y etiquetas, tú las adoptas y las llevas a la sublimación.
Yo es que soy una cita con patas. Dicen que las etiquetas son la muerte del ser, pero a mí me salvan. Me gusta inventar palabrejas: Risastencia, caníbal audiovisual, recicladora, videomaquia, cibergarrula…. Están hablando de hacerme un diccionario (Risas). Han empezando incluso a incluir mis citas en tesis, como el concepto de “cine porcino” -porque del cine y del cerdo se aprovecha todo-. Me encanta, porque no hay límites para el lenguaje. Lo que nos transmiten el cine y el arte no tiene límites. Necesitamos esa libertad de pensamiento para liberarnos y sospechar, para ser más creativos y asalvajaos. Si no hubiera sido por eso yo me habría vuelto loca. Es algo que me da endorfinas para superar todo el dolor y la opresión que hay en la vida.
Asumiendo el contenido inabarcable con el que trabajas, ¿has encontrado un método o proceso creativo que te ayude a navegar la inmensidad de Internet?
He terminado la película porque me marcaron una fecha límite, sino nunca se acabaría. El ojete popular de YouTube es infinito. Querer llegar al final de Internet y bajarlo todo es imposible. Yo lo paso fatal. Cuando llevas viendo archivos delante de un ordenador 15 horas al día por la noche no eres capaz de dormir. La verdad es que trabajo muchísimo, y encima tengo ciberdiógenes (Risas). Me voy a volver loca porque ya no me caben más vídeos en los discos duros. Para trabajar intento estimularme constantemente y hablar con la gente. Hay que salir a la calle, no solo acumular y acumular. Dedico muchas horas a visionar, a leer, a inspirarme en la poesía. Tiro mucho de citas de poetas y escritores que me inspiran. Todo en mí es una contradicción, y utilizo esa contradicción como motor creativo. Después evidentemente tengo la conciencia tranquila. Intento tener una cierta coherencia entre lo que hago y lo que digo, y con eso ya me doy por satisfecha. Intento vivir una vida digna dentro de esta mierda de mundo que nos ha tocado. Tenemos una industria precaria, en la que abundan los intermediarios mientras que los creadores no reciben casi nada. Yo me dedico a esto, soy una profesional, y lo que quiero es intentar vivir dignamente de mi trabajo.
¿Cómo afrontas polémicas como la del Festival de Sevilla? [Donde la acusaron de plagiar el diseño para el cartel del festival]
Me ha dejado traumatizada. No me podía imaginar la cantidad de bilis que ha llegado a soltar la gente. El caso es que a mí me encargan hacer el cartel para la última edición del Festival de Sevilla. Hago 20 versiones y en una de ellas utilizo una ilustración del artista estadounidense Walter Popp, que encuentro en un banco de imágenes donde no aparecía su nombre. Finalmente desde el festival escogen esta, que además es la que menos me gusta, porque les parece la más bonita. Cuando sale a la luz la gente empieza a acusarme de plagio y se ponen en plan Torquemada, soltando su bilis digital contra mí. De repente me convierto en la enemiga pública número uno. Empiezan a lincharme y a insultarme por Internet, principalmente personas que no me conocen ni saben mi trayectoria. La verdad es que lo pasé fatal, y me da rabia porque además los hijos de Walter Popp me adoran, hasta les he hecho foto-montajes de regalo para todos. Hay cientos de creadores que, por las tiranías del sistema, perdieron los derechos sobre sus propias obras. Este tipo de imágenes se vendían por cuatro duros para popularizar relatos pulp y de ciencia ficción. Ahora se han apropiado de ellas los bancos de imágenes, que muchas veces son corporaciones capitalistas no horizontales que se lucran con todos estos datos y los venden por mucho más dinero. Hubo muchos periodistas machirulos y repugnantes que me la tenían guardada y se cebaron conmigo a raíz de esto. Qué fácil es destruir y que difícil construir.
¿Existe la originalidad?
Nada es original. “El arte es un juego entre todas las personas de todas las épocas”. Todo el mundo se inspira en otra gente, todos estamos conectados. Creo que deberíamos ser un poco más humildes y aplacar esos egos que tenemos. A mí ya me han colgado el sambenito con el tema del cartel, y me da mucho coraje. Algunos me han dicho incluso que me he hecho famosa por esto, después de 25 años de trayectoria… Pero de eso no hablan. La verdad es que si pudiese borraría ese trabajo de mi carrera, porque me ha hecho sentir el terror.
¿Tienes miedo a autocensurarte?
Estoy todo el día autocensurándome. Se supone que España es un Estado laico y aconfesional, pero evidentemente no es así. Todo es marca comercial. Yo tengo un cuaderno con collages y otras obras que nunca podré sacar a la luz. ¿Para qué? ¿Para que me metan en la cárcel? Yo soy una defensora a ultranza de la no privatización y la liberalización de nuestra memoria histórica y nuestro archivo. Estoy comprometida con la idea de cultura colectiva. La idea de los archivos que no se difunden, que no se pueden consultar, que no se pueden remezclar… No me cabe en la cabeza. Soy defensora de los archivos abiertos, y que todo el mundo pueda acceder a ellos. La idea de cultura como construcción colectiva y contrahistoria. Larga vida al dominio público y a un archivo orgánico sin control policial. Yo creo en el arte popular, para el pueblo, no para que se lo queden los ricos y lo cuelguen en su casa. Lo que no quita que un museo pueda comprarme una obra y exponerla como quiera, porque de algo tenemos que vivir los creadores. No me parece que sea incompatible.
¿Crees que no deberían existir límites a la reapropiacion y la relectura?
Lo que creo es que estamos en una época muy convulsa y pantanosa. Que cada uno haga lo que tenga que hacer. Desde luego ahora vivo con más miedo, después de ver casos como el de Cassandra o Valtònyc. Vivimos en una época de involución y represión, pero no te puedo dar soluciones. Yo hago lo que me sale del corazón, del alma y de las entrañas. En los talleres que imparto pido siempre que cojan mis películas y las remezclen. No estoy comercializando nada, ni siquiera vendo mis obras en DVD. Creo en la cultura libre y en la vídeo-guerrilla, y en ser ‘mosca cojonera’. Mi videomaquia son investigaciones experimentales que homenajean a otros realizadores, su intención es artística, paródica y crítica. Son una muestra de agradecimiento a todos aquellos vivos y muertos que nos hacen dudar, crecer, reflexionar, reír y soñar. Como decía alguien, “soy todos los libros que he leído, todos los amores que he tenido, todas las canciones que he escuchado”. Al final todos somos eso. Cuanta más diversidad haya mejor, más nos enriquecemos todos. Se trata simplemente de repensar, reinterpretar la vida, el cine y la historia del arte desde lugares y tiempos nuevos con la intención de subvertir lo establecido. Rastrear vídeos que retan al mensaje dominante y a todos los mitos socioculturales, los tópicos y las idiosincrasias instauradas, sobre todo por los medios de comunicación. Lo único que hago es eso, intentar transformar lo que está instaurado por los medios y convertirlo en discursos low cost de cultura crítica y de cachondeo. Menos ‘pornomiseria’ y más mirar el alma humana y crecer.
¿Cuál es la pulsión primigenia que impulsa a María Cañas? ¿Qué es lo que te dice “tienes que hacer esto”?
Para mí es una necesidad vital. A mi la risastencia me da fuerza para vivir. La secta que formamos en festivales como Punto de Vista es mi religión. Es una cuestión mística. Aunque la verdad es que estoy agotada de mí misma. No sé si voy a seguir… Como me sigan pasando cosas como lo de Sevilla lo acabaré dejando, porque empiezo a cansarme de luchar. Si por mi fuera yo me bajaría de este mundo. Los humanos estamos destruyendo el planeta y solo tengo esperanza en los niños y los animales del futuro. Aunque me encanta ver discursos optimistas en el cine. Una de las películas que más me ha gustado este año ha sido El otro lado de la esperanza, de Kaurismäki. Me ha encantado. Cuando una ley es injusta lo correcto es desobedecer, como decía Gandhi. A lo Agnès Varda y Werner Herzog, que se saltan las leyes a la torera como hago yo con la videomaquia, lidiando con todo nuestro detrito audiovisual. La gente está por encima de todo. Debemos creer en la bondad humana y saltarnos las leyes salvajemente para luchar por un mundo más justo, más ecológico y más humano.