MID90S, de Jonah Hill
Hay una clase de películas, las llamadas coming of age, en las que acudimos como espectadores a un proceso de madurez, crecimiento o aprendizaje de un protagonista que vive una época de cambios. En el caso de Mid90s (Jonah Hill, 2018), ese protagonista es Stevie, un chico de trece años que vive en un barrio obrero de Los Angeles a mediados de los años 90. Stevie tiene que lidiar en su día a día con una madre ausente y un hermano violento que abusa de él. Se interesa por el mundo del skate y encuentra amparo en un grupo de skaters mayores que él, con los que comienza a salir.
Mid90s es el debut como director y guionista de Jonah Hill, que decidió dar el salto a la dirección después de una amplia carrera como actor. Hill construye el ambiente perfecto para esta historia, comenzando por la decisión de filmar 16mm, tal y como si estuviera rodada en el propio tiempo en el que ocurre la historia. La fotografía de la película es coherente con esto y, siendo correcta, no sorprende en ningún momento con planos complicados ni grandes alardes técnicos. El color, el granulado y el formato 4:3 le aportan a la película una autenticidad acorde con la historia. También la música, formada casi al completo por temas noventeros de The Pixies, Nirvana, Omega y demás clásicos de aquella época, acaban por construir el tono del filme. Sin embargo, hay momentos en los que el uso de la música resulta un poco excesivo y llega a desplazar la atención del verdaderamente importante: las conversaciones, las miradas, el silencio. Por poner alguna pega a la película, algunas escenas necesitarían un ritmo menos agitado, más pausado, donde la música no estuviese tan presente.
Destaca en el montaje la destreza con la que la imagen se quiebra de forma brusca, un recurso que funciona especialmente bien. Hay varios momentos en los que la acción sufre un corte repentino, tanto la imagen como el sonido se cortan de pronto. En un momento Stevie y su madre discuten a grito pelado, y, en medio de la bronca, que va siendo cada vez más intensa, de pronto, el sonido se para y la imagen se corta, pasando a la siguiente escena. Una ruptura de la narrativa que deja una sensación de vacío como dejan las discusiones fuertes en la realidad. Podrían dejarnos la discusión completa hasta que los personajes se calmaran, pero el impacto de la secuencia sería mucho menor.
Una de las mejores sorpresas de Mid90s es el reparto. Los actores que forman el grupo de amigos fueron escogidos por Jonah Hill dando preferencia a su condición de skaters. No buscaba actores profesionales, sino personas que tuvieran cosas en común con el personaje que iban a interpretar. Así, cada personaje tiene su personalidad, todas bien diferenciadas (quizás mismo un poco estereotipadas), que los actores defienden con efectividad: se nota que conocen en la realidad el personaje que interpretan. Destaca entre ellos Na-Kel Allah Smith, que interpreta a Ray, el líder del grupo y el personaje con mayor sensibilidad, que acaba por ser mentor de Stevie. Ray es el personaje más profundo, el que cuida de los demás y se preocupa de verdad por la situación de Stevie.
Sin embargo, entre todos, destaca Sunny Suljic, conocido por The Killing of a sacred deer (Yorgos Lanthimos, 2017), que con solo 13 años es capaz de encarnar la Stevie, el protagonista, un personaje difícil, que sufre violencia, disfruta, hace skate y tontea con las drogas y el sexo. De hecho, viendo Mid90s es imposible evitar pensar en lo delicado que debe ser hacer a un chico tan nuevo interpretar a un personaje que fuma, experimenta con el alcohol y las drogas y descubre su sexualidad. Sea como sea, la profesionalidad de Sunny Suljic deja claro que ha merecido el papel protagonista de esta película.
Hill tiene la delicadeza necesaria para tratar temas como los padres ausentes, la violencia infantil, las drogas y la pobreza sin caer en los tópicos o en el melodrama. Stevie busca un lugar a lo que pertenecer, busca sentirse aceptado para no sentirse solo, salir de una casa que no es un hogar, y encuentra un grupo de personas que lo aceptan como es. Aunque al principio lo tratan casi como una mascota, con el tiempo Stevie descubre la amistad y lealtad. Cuando Stevie tiene un accidente de skate, su la madre lo va a buscar al hospital. Allí, se encuentra con todo el grupo de amigos, que están esperando en la sala de espera desde hace varias horas. Es entonces cuando descubrimos que Stevie es uno más del grupo, que son amigos.
Mid90s no se desentiende de la crítica social. El personaje de Fourth Grade, interpretado por Ryder McLaughlin, está todo el tiempo con una cámara en la mano, grabando su vida. A pesar de no dejar la cámara casi en ningún momento, la idea de ser director de cine es una utopía para él, de hecho, parece avergonzarse por mantener la esperanza de poder llegar a sello. Los problemas de la clase obrera están presentes en Mid90s permanentemente, la condición social de los protagonistas provoca en ellos el deber de madurar antes del habitual.
La forma en la que está filmada la película, su formato, la autenticidad de las interpretaciones y la música consiguen en menos de 90 minutos hacer que mismo los espectadores más nuevos sintamos nostalgia de una época que no vivimos. Mid90s no es una gran historia, no cuenta nada que no hayamos visto antes en otras películas de este tipo, pero tiene un punto de originalidad que reside en la forma en la que se cuenta la historia, con modestia, sensibilidad y afecto por el cine.