IFFR 2013 (II): MUJERES DESESPERADAS, ADOLESCENTES CURIOSOS

Son muchas las películas protagonizadas por mujeres que han compuesto la parrilla de la Tiger Competition de la 42ª edición del Festival Internacional de Cine de Rotterdam. Longing for the Rain (Chunmeng, Yang Lina y Tian Yi-yang, 2013) cuenta la historia de un ama de casa aburrida por el día a día, insatisfecha sexualmente y cansada del bienestar del que disfruta en una familia acomodada de la China contemporánea. En una sociedad patriarcal es el marido el que trabaja mientras la mujer se queda en casa muerta de aburrimiento. Solución: porno. Así es cómo la protagonista, corriendo rumbo a la locura, cae en una espiral de masturbación y sueños eróticos en los que se acuesta con un fantasma. Para esta parte onírica Lina utiliza planos cortos y mueve la cámara sin descanso dejando entrever algunas partes del cuerpo de los actores, pero procurando no ser muy explícito. En cambio el resto del metraje se conduce por una estética documental con la cámara al hombro y movimientos a veces bruscos. Tras intentar solucionar su esquizofrenia con variadas y pintorescas visitas a todo tipo de brujos, monjes y gurús, nuestra heroína se refugia en el budismo donde encuentra paz, se deshace de sus demonios y puede tocarse alegremente sin que nadie la moleste. La película está en la línea del cinéma vérité que caracteriza a la Sexta Generación o generación urbana del cine chino, pero por desgracia su mezcla de sexo, fantasmas y religión no pasará la censura.

Watchtower (Gözetleme Kulesi, Pelin Esmer, 2012) también reniega, en cierta medida, de una sociedad patriarcal. En este caso la película está protagonizada a medias por un hombre que busca expiar sus culpas en la soledad que le proporciona una torre de vigilancia en medio del bosque y una chica que huye de la casa de su tío con el que luego sabremos que ha mantenido una relación incestuosa (sin consentirla). Dos personajes rotos con caminos separados pero unidos por un destino común. “Everything normal” dice Nihat cuando contesta por radio a sus compañeros de otras torres; ‘todo normal’, piensan los que conocen a Seher sin saber que está embarazada de un hijo ilegítimo. Pelin Esmer nos habla aquí sobre la necesidad de amar y de ser amado, sobre el castigo humano y el divino (con un deux ex machina en forma de rayo incluido), sobre los errores que cometemos y los que nos son forzados. Al mismo tiempo queda patente la crítica a la dominancia del hombre en los países de influencia islámica. La mujer esconde un embarazo no deseado para que no la despidan del trabajo, para que no la critiquen y marginen. No se le permite el aborto, tampoco irse a un piso a vivir con sus compañeras de universidad, y aunque ella quiera abandonar al niño siempre habrá algo que se lo impida (o alguien). La película no cae en el tono melodramático, la cámara registra el sufrimiento sin inmiscuirse en él como si de un documental se tratase (nuevamente una realizadora con pasado en la no ficción). Es explícita hasta donde tiene que serlo (capaz de esconder un parto con un ligero movimiento de cámara) y se acerca al detalle cuando pretende acentuar un sentimiento. Bien contada, poca más que añadir.

Karaoke Girl (Sao karaoke, Visra Vichit-Vadakan, 2013)

Otra mujer, en este caso una prostituta tailandesa, es la protagonista de Karaoke Girl (Sao karaoke, Visra Vichit-Vadakan, 2013). En este debut cinematográfico, la actriz es el personaje y el personaje es la actriz. En lugar de escribir el guión y luego hacer un casting para seleccionar a la protagonista, Vadakan realiza un estudio previo del tema que quiere tocar, conoce a Sa Sittijun y luego recrea su historia frente a la cámara. Pero la directora no mete el dedo en la llaga de la explotación sexual de forma descarnada y explícita tal y como hizo Whore’s Glory (Michael Glawogger, 2011), sino que se decanta por deambular por el mundo de los sentimientos y los sueños de una persona que (sin juzgarla) es víctima de sus propias decisiones y de la situación de pobreza en su país. Es el diario de una prostituta, pero sin sexo. Es un documental, pero ficticio… o no. En algunos momentos incluso se recurre a los totales para detallar la historia de Sa. Se incluyen en el montaje planos de la casa, de su granja, de su padre enfermo, de su madre vieja y trabajadora. Todos ellos reales y sin artificios. Lo mismo sucede con su lugar de trabajo o con su habitación en la ciudad. Lo único que huele a ficción es la historia de amor (y odio). El texto del catálogo del IFFR dice en referencia a la mezcla de documental y ficción que nos encontramos ante “una amalgama única y una fórmula cinematográfica singular”. Pues bien, en mi humilde opinión esto es lo que llevan años haciendo Tizza Covi y Rainer Frimmel, con títulos como La Pivellina (Tizza Covi e Rainer Frimmel, 2009) o Der Glanz des Tages (Tizza Covi e Rainer Frimmel, 2012). Así que ni única, ni singular.

Paso de puntillas sobre Silent Ones (A csendesek, Ricky Rijneke, 2013) porque no es una película que me apasione especialmente. Esta coproducción húngaro-holandesa cuenta para el papel principal con la actriz Orsolya Tóth, una asidua de los festivales a la que podéis ver en títulos como Pleasant Days (Szép napok, Kornél Mundruczó, 2002), Johanna (Kornél Mundruczó, 2005), Delta (Kornél Mundruczó, 2008) -Premio FIPRESCI en Cannes 2008- o Women without Men (Zanan-e bedun-e mardan, Shirin Neshat y Shoja Azari, 2009), León de Plata en Venecia 2009. Con este currículum cabe esperar un peliculón, por lo menos una interpretación magistral. No obstante, una inquietante (al principio) y cansina (después) voz en off da al traste con todas las expectativas y nos anticipa constantemente cuál va a ser el desenlace de la película. Que paradójicamente es el principio. La fotografía se salva, eso sí, con unos primeros cinco minutos brillantes de planos fijos en espacios abiertos en los que se juega con la percepción del espectador para luego engullir su mirada y digerirla lentamente en las laberínticas tripas de un barco. La obra es un bucle (tanto o quizá hasta más que esta crónica).

It Felt Like Love (Eliza Hitman, 2013)

It Felt Like Love (Eliza Hitman, 2013) habla sobre el despertar sexual de una adolescente confundida. Ante la ausencia de la madre, Lila seguirá (o lo intentará sin éxito) los pasos de su mejor y más experimentada amiga. Frases como “I let him go down on me. It was good… but he needs more practice” suenan de forma distinta según el personaje que las diga. Versión femenina de Kids (Larry Clark, 1995) sin tablas de skate, sin SIDA, sin Harmony Korine, sin sexo explícito (pero con penes eso sí, tres para ser exactos). Esta primera incursión de Hitman en el largometraje de ficción se aferra a la memoria del espectador con escenas en las que los chavales llevan la tensión al límite, al borde de la orgía, al borde de la violación, siempre encontrando una puerta o ventana abierta para escapar por ella rápidamente y refugiarse en la niñez (representada por un vecinito algo más joven que no entiende nada de eso que falsamente sus compañeros llaman cool). Urban dance, alcohol, una fiesta de “dulces 16” y el ya clásico summerlove típico de esas largas tardes en la playa hacen que la película esté algo sobrecargada sin que por ello pierda su encanto. Hecha para el público de Sundance.

Eles voltam (Marcello Lordero, 2013)

Eles voltam (Marcello Lordero, 2013), al igual que It Felt Like Love, se centra en el paso de la adolescencia a la madurez de una niña. Sin embargo, lo hace de una forma muy distinta. Aquí colisiona el mundo ideal de casa de muñecas en familia acomodada en la que vive la protagonista con el de los “pobres” que están condenados a pasar sus días junto a la carretera en asentamientos ilegales. La cuestión es: ¿quién de los dos es más libre? La burbuja de cristal se rompe para Cris, cuando sus padres le castigan a ella y a su hermano dejándolos tirados en medio de la nada y no vuelven (maravilloso plano general muy abierto en el que vemos como un coche se para, abren la puerta, bajan y el coche se va). El hermano va en busca de ayuda (otro abandono), mientras ella decidirá caminar junto a la vía para descubrir un mundo nuevo. Pernambuco, lleno de vida, de alegría aun estando en la miseria, de libertad. Cris no madura de golpe, sino que aprende, reflexiona y acepta lo que ella cree que representa la mayor verdad llegando al punto de contradecir a su propio abuelo en temas de política. La película no es una crítica furiosa, pero sí que es crítica al fin y al cabo, del clasismo racista brasileño. Esto es fácil de ver: la protagonista es blanca y vive en Recife en un piso de lujo, mientras que las personas con las que se cruza en el camino son mulatas o negras y viven en favelas o bien en la ciudad como personal de limpieza en hoteles y casas particulares. No son los coches de lujo los que se detienen para ofrecerle ayuda, sino los humildes ciclistas que bordean el camino.

Noche (Leonardo Brzezicki, 2013)

«No traten de entenderlo todo… esta película es un poema audiovisual». Con estas palabras, el argentino Leonardo Brzezicki presentó el último día Noche (Leonardo Brzezicki, 2013). Hablar del trabajo propio como poesía puede considerarse pretencioso dependiendo del contexto, pero en un festival de cine es lo normal. Brzezicki juega en su primer largo con la imágenes metafóricas, paisajes al amanecer y al atardecer que cose con largos fundidos y que se sostienen sobre el sonido agudizado de la naturaleza. Así empieza y así acaba la historia de un grupo de amigos que se juntan en una casa de campo junto al río para escuchar las últimas grabaciones del diario hablado que su amigo Miguel registró antes de suicidarse. Un rito de pasaje, una terapia de grupo en la que todos intentan quitarse un peso de encima. Algunos estuvieron allí cuando encontraron el cuerpo, otros antes de la desgracia, y los menos nunca pisaron el lugar. Pese a los lazos emocionales, la cercanía de la amistad, la empatía, el director insiste en la idea de que el hombre no deja de ser el lobo del hombre (y nos lo enseña en un plano en el que los perros devoran la comida de los humanos). En el grupo hay envidias, desamor, frustración sexual (o tensión del mismo tipo). Como buen poema juega con la imagen y el sonido generando una neblina en la que se pierde la noción del tiempo, lo que hace que la película te embriague si te dejas llevar. El resultado puede ser diferente en cada caso, a mí me recordó cosas que ya había enterrado en la memoria, a otro puede resultarle pesada. Una oda a la juventud y a las dudas existenciales de los adolescentes. O te encanta, o la odias.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE.

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