Procesos #5 – CSO Palavea

AS ATOCHAS, BREVE HISTORIA DE UN PROYECTO QUE NUNCA ACABA

El Centro Social Okupado de la Casa das Atochas fue el resultado de un grupo muy heterogéneo de personas unidas por intereses comunes. Frente a ellos el problema de la vivienda, la falta de lugares de reunión para la ciudadanía y políticas urbanísticas basadas únicamente en el enriquecimiento (en una ciudad como A Coruña, donde existen 20.000 casas vacías mientras que hay gente durmiendo en los cajeros).

Todos deseaban ofrecer una alternativa social y política construida desde abajo, a través de la autogestión, el asamblearismo y la suma de responsabilidades individuales por el bien colectivo. Tras un largo periodo de reuniones, estas personas tomaron la decisión de ocupar el inmueble situado en el número 14 de la calle Atocha alta y convertirlo en un lugar de ocio, cultura y aprendizaje. De este modo, el 14 de marzo de 2008 se inauguró oficialmente el proyecto de este centro social.

El final del camino, el desalojo, llegó también un 14, en abril de 2011. En dicha fecha, la Casa das Atochas se volvió a encontrar con un candado en su puerta, volviendo a caer, tres años después, en las garras administrativas de la propiedad inmobiliaria. Por el camino quedaron charlas, conciertos, jornadas, talleres y una innumerable cantidad de actividades culturales gratuitas. Y cine, mucho cine. Desde proyecciones de películas imposibles en grandes salas comerciales a la producción de piezas audiovisuales propias, creadas por cineastas afines al movimiento.

Los primeros pasos y palabras quedaron ya recogidos en el documental A cultura preokupa, grabado por el colectivo Ollolivre durante el mes fundacional. Durante este tiempo se organizaron en el renovado caserón unas jornadas de tres semanas, marcando ya una política de confrontación con la habitual y pasiva oferta cultural del ayuntamiento. De esta iniciativa surgió una asamblea coordinadora que seguiría trabajando en la misma línea durante 37 meses, así como el nombre Casa das Atochas.

En el otro extremo de la historia, el desalojo fue también registrado en video aunque, de forma más importante, sirvió como cimiento para floreciese un permanente work in progress.

El colectivismo, la identidad común en su sentido más auténtico, fue siempre uno de los ejes más sólidos de este proyecto. Por lo tanto, según este principio, este texto estará también libre de nombres propios, con la intención de no hacer protagonistas a unos pocos por el trabajo de muchos.

Una buena parte de esta historia sigue en los tribunales, donde hay pendiente una reclamación por daños en el inmueble de Atochas. Por suerte las cámaras registraron buena parte del proceso de recogida y desalojo del local. Dicho vídeo, entre otras cosas, es una prueba de inocencia.

Arturo Losada

 

 

Éste es un Procesos extraño. No se están emulando las huellas autorales de un artista al realizar este epílogo de lo que fue el filme colectivo del Centro Social Ocupado (CSO) de las Atochas. Ante varias voces, ¿cuál elegir? Simplemente, la del espacio, y la del espíritu del movimiento de okupación, que son los protagonistas y las marcas de la película a lo largo de todas las piezas que la componen.

Las Atochas son historia, pero algunos de sus miembros, junto con otros compañeros que comparten la misma visión, ocuparon en verano un antiguo centro de las hermanos Oblatas en Palavea (A Coruña), en el que han echado a andar hace poco un nuevo CSO. El vídeo documenta este Proceso.

Como periodista, me interesaba el acercamiento a una nueva realidad que intento comprender y explicar, pues ése debe ser, en mi opinión, el trabajo de todo bueno narrador de historias. Después, solo espero que el público comparta mi curiosidad, pues es todo lo que puedo ofrecerle.

Como cinéfilo, me siento atraído por las ruinas, en las que el tiempo, la historia, ha dejado huellas que la cámara puede cartografiar. ¡Y qué ruinas las de las Oblatas! En el vídeo, que pretende ser una documentación del proceso de transformación de un espacio, conviven pasado y futuro a través de una arquitectura presente, abandonada, que va estando cada vez más habitada por figuras que llenan el encuadre. Comencé grabando un epílogo, y quién sabe si esto no terminará siendo el prólogo de un espacio y de una gente a la que no me canso de filmar.

Víctor Paz Morandeira

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