“PENSAR EL TIEMPO Y EL ESPACIO: ESO ES El CINE”

A Spell to Ward off the Darkness es la primera colaboración entre los cineastas Ben Russell y Ben Rivers, en la que indagan en las posibilidades del sentimiento espiritual en un mundo secular. Pudimos ver el work in progress de este esperado filme en la última edición de Punto de Vista, y aprovechamos la (S8) Muestra de Cine Periférico para mantener una breve conversación con ellos sobre las claves de la película.

¿Cémo trabajasteis juntos a lo largo de todo el proceso, de la escritura al montaje?

Russell: El proceso de escritura fue muy fácil, porque no escribimos nada.

Rivers: Solo unas palabras…

Russell: Ninguno de los dos trabaja con guión. Para los productores, presentamos un tratamiento que tendría unas cuatro páginas.

Rivers: Fue un proyecto que surgió de hablar, así que mantuvimos un contacto continuo, en el que recordábamos sobre qué habían ido todas esas conversaciones. Compartimos todo, desde la búsqueda de localizaciones a la filmación. Mirábamos por turnos en la cámara para definir los planos, moviéndolos un poco si al otro no le gustaba el encuadre.

Eso, ¿en todo el filme?

Rivers: En la parte que se titula Soledad, que es la primera que aparece, en el norte de Finlandia.

Tengo la impresión de que se parece mucho a Two Years At Sea (Rivers, 2011).

Russell: También a The Wet Season (McCaffrey & Russell, 2008) o Workers Leaving the Factory – Dubai (Russell, 2008).

Rivers: Son planos estáticos, definidos por los dos.

Russell: Hablamos mucho desde el principio sobre cómo el filme debería ser. La forma es el contenido, y debíamos saber cómo íbamos a rodar. El estilo de cada parte ve en consonancia con lo que se narra, y eso era algo que estaba claro incluso antes de coger la cámara.

A mí me pareció que cada parte, por lo menos la primera y la tercera, estaban rodadas por cada uno de vosotros. La secuencia final tiene conexiones evidentes con Black & White Trypps Number Three (Russell, 2007).

Russell: Lógico, es la misma estética, yo soy el operador. Pero, no sé…

Rivers: Sabíamos que íbamos a tener una parte de la Comuna, otra de la Soledad y otra de Black Metal. En la de la Soledad, todo plano debía ser estático, y el movimiento viene en el montaje. Es algo elíptico, que sugiere un tiempo dilatado. Como en la parte de la Comuna queríamos filmar conversaciones, optamos por la cámara múltiple para mantenerlos libres y sueltos. También están rodados cámara en mano, así que se juega con la idea de las formas primitivas del documental, en el contexto de filmar a un grupo de personas. Esta parte también debía ser elíptica, pero condensada en un período de tiempo más corto. Para la última parte, la del Black Metal, debía parecerse al tiempo real, meterte en el momento. Intentamos por lo tanto permanecer fieles a la toma única con ‘steady cam’ para meterse entre los músicos. No se trata solo de captar la experiencia del público, sino de plasmar el súmmum (‘embodiment’) del músico.

Son entonces tres tipos de percepciones.

Russell: Sí, tres maneras de pensar el tiempo y el espacio: eso es el cine.

Robert AA. Lowe. ¿Por qué lo escogisteis?

Russell: Hay muchas razones, pero la principal es que es un músico que cuando sale al escenario; su interpretación es muy corpórea. Transmite esa idea del súmmum que tanto nos interesaba, una manifestación de él mismo que invade el espacio.

Rivers: Cuando está en el escenario, y Ben ya lo había visto en directo… Es que solo con verlo en YouTube, ya te das cuenta de que Rob entra en un estado de trance. Y queríamos capturar eso, no buscábamos un actor.

Un trance que intenta provocar también el filme. No solo a través de las imágenes, sino de la música. ¿De dónde surge la combinación de estos elementos en el último trecho del filme?

Russell: Íbamos tras una fenomenología, intentando probar cómo el cine puede activar este tipo de presencia. Parte de la ambición es crear un momento abrumador y enteramente activo. No se busca representar la experiencia, sino producirla. Y ésta es la colisión que se produce entre algo tan potencialmente terrorífico como el black metal y todo a lo que su historia hace referencia. Realmente, se trataba de estar ahí, con la mayor cercanía posible.

Volviendo a la comuna, ¿dónde la encontrasteis? Veo algo de ficción en esa parte.

Russell: Siempre la hay.

Sí, claro, en los filmes de ambos.

Russell: Y en todo el cine. Aquí está. Una entrevista, con cámara, fotogramas, sonido… Todo es ficción, solo que en distintos grados. Pero sí, la comuna fue lo que más nos costó encontrar. Supongo que dimos con ella a través de contactos y con algo de suerte.

Y en el montaje final, hay cambios en esa parte, ¿no?

Rivers: Hay cambios, sí. Durante un tiempo, las partes estaban ordenadas de manera diferente. La comuna iba antes, ahora va en el centro. Y le quitamos cerca de 20 minutos al film.

A ver cómo suena esto. Cuando veo un nuevo filme de Ben Russell, advierto una continuidad muy evidente. Cuando veo un nuevo de Ben Rivers, más me hago a la idea de que estoy ante una obra diversa. ¿Es cosa mía o vuestras aproximaciones al cine son diferentes?

Rivers: No sé… Supongo que me exijo más que Ben (risas).

Russell: Yo siempre lo he visto al revés de como tú lo percibes.

Rivers: Supongo que los dos intentamos evolucionar, ir cambiando, incluso si de toda la obra se desprende una idea de continuidad. Esa es una de las razones por las que decidimos trabajar juntos, para obligarnos a pensar de otro modo y aproximarnos al filme de una manera que no se nos habría ocurrido a cada uno de nosotros individualmente.

Russell: Yo siempre creí que las películas que voy haciendo eran distintas a aquellas que las precedieron. Por lo menos, formalmente. Pero puede que mis filmes sean más enérgicos y los de Ben más inmersivos.

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FOTOS: María Meseguer

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