MICHEL GAZTAMBIDE: “EL GÉNERO ES UNA LUPA PARA LEER LA LETRA PEQUEÑA DE LA VIDA”

El pasado octubre, Michel Gaztambide impartió con enorme éxito de asistencia una clase magistral de guión de cine negro, organizada por la Asociación Galega de Guionistas (AGAG), en la Fundación Novacaixagalicia de Santiago de Compostela. Con más de veinte años en el oficio, uno de sus primeros trabajos fue con Julio Medem en Vacas, y desde entonces ha participado en multitud de películas, siendo las más famosas las que ha firmado junto a Enrique Urbizu: La caja 507, La vida mancha y No habrá paz para los malvados. Esta última vuelve a proyectarse en salas propulsada por sus 14 nominaciones a los Goya.

Ese gusto por la novela negra, ¿es compartido con Urbizu o surge de la necesidad de escribir un thriller?

Para los que tenemos ahora entre 45 y 55 años, el género negro puede equipararse con el fantástico para las nuevas generaciones. Es fundacional para nosotros, porque lo consumíamos en filmes y novelas. Justo cuando se muere Franco, empiezan a salir editoriales que publican mucho género negro norteamericano y entonces completamos lo que desconocíamos. Habíamos leído a Hammett y Chandler y nos pasamos a Thompson, Hymes, McBain… Leemos constantemente novela negra, y en estos nombres que cito se encuentra un poco nuestro magisterio para los thrillers que hemos escrito.

Tenemos un gusto compartido por la literatura negra y Pío Baroja. Para nosotros tienen mucho que ver en cuanto a lo esencial del lenguaje, a la parquedad, cierta dureza a la hora de transmitir una imagen detrás de una palabra… Y eso se traduce en cine.

El buen policial siempre ahonda en los problemas de la sociedad actual. De la especulación inmobiliaria de La caja 507 pasamos al terrorismo de No habrá paz para los malvados. ¿Por qué elegisteis estos temas?

Porque de alguna forma, antes que cineastas, somos ciudadanos especialmente alerta, porque sabes precisamente que en el mundo están tus historias y las vas a buscar. Supongo que la primera pregunta en los dos casos fue: ¿por qué está pasando esto? Con un descaro tan grande en el caso de La caja 507, y una ceguera tan enorme en el caso de 11-M, que realmente provoca una situación de desamparo en el ciudadano.

Ahora podríamos hablar de la crisis, de esos poderes económicos fácticos, del mercado; que no entendemos. ¿Qué es eso, quién es? Primero hay un estupor que nos hace reflexionar, y luego intentamos encajarlo en la estructura de un thriller, que es un buen género para tratarlo en España, sobre todo en este siglo XXI. Si uno piensa en el negro de períodos anteriores, se remite a la Guardia Civil, los grises, el olor de pies… No puede equipararse al norteamericano. Ahora tenemos hasta mafias internacionales, por lo que es un territorio ideal para contar historias desde ese punto de vista.

El género es una lupa para leer la letra pequeña de la vida.

Cine y delincuencia transnacional.

¡Si es que España es un paraíso! Hace buen tiempo, y es laxo. Un cierto nivel de corrupción se ve como algo tolerable. Aquí el ciudadano medio se cree que comprando un piso, puede venderlo después por el doble de dinero. Este clima es ideal para las mafias. Esto es producto de la Transición, con sus áreas de libertad, que han sido aprovechadas de muchas maneras.

Como citabas, el cine español ha construido una imagen del Guardia Civil. Parece que en No habrá paz para los malvados se ha querido ser muy objetivo. No hay ningún tipo de comentario sobre la policía, y sí la sensación de que el cuerpo está retratado tal como es. ¿Hay detrás un fuerte trabajo de investigación?

Hombre, no nos hemos ido una semana a vivir a un cuartel de la policía. Ya habíamos tratado de manera tangencial en La caja 507 funcionamientos policiales, y conocemos a agentes, así que sabemos aproximadamente cómo funciona.

En realidad, en la película hay dos policías. Santos Trinidad es el arquetipo norteamericano del anti-policía, del hombre que está más allá de sí mismo, que se encuentra en una bajada hacia los infiernos… Y luego están los otros, que trabajan para protegernos. Claro, en esa frontera entre el bien y el mal, a veces se pueden manchar. Pero sí que hay una voluntad de reflejar, desde la ficción, el trabajo policial y de los jueces de la forma más fidedigna posible.

Tengo la impresión de que estas dos estructuras narrativas son como espejos que se complementan. La de Santos Trinidad sigue una “narración de la intrascendencia”, que es un término que José Luis Molinuevo aplica a la serie The Wire, pero que bien podría valer para el tramo de Santos. Sin embargo, la jueza Chacón es mucho más pragmática, y la narración, consecuentemente, más medida e informativa.

Sí, es un juego buscado y necesario. Ella va detrás del asesino, que el espectador sabe quién es, pero encuentra otras cosas y nos las explica, las verbaliza. Santos es cine mudo. Él procede lentamente, con mucha parsimonia y, supongo, profesionalidad. Abre muchos cajones que no llevan a ningún lado.

Ella es metódica, y creo que está interpretada estupendamente por Helena Miquel, con una dificultad tremenda. Es un personaje que hace 60 preguntas, y darle sensación de verosimilitud a eso es muy complicado. Funciona como figura esperanzadora, porque es una tía que hace su curro, y por otro lado revela al espectador con sus preguntas eso que hay por debajo, y que nos interesaba contar.

"Había un peligro importante que nos gustaba: conseguir que un hijo de puta fuera, quizás no reverenciado, pero sí amigo del espectador".

Muchos compañeros hemos comentado que quizás la intención esté demasiado subrayada en los últimos planos.

Nos parecía muy interesante el plano en el que él se muere, y el revólver queda colgado de su dedo índice. Pero haber terminado así habría supuesto para el espectador acabar en lo más alto. Se va de subidón, aunque el personaje sea tan sórdido y cabrón. Y no queríamos que fuese así, pretendíamos que el espectador se fuese a casa con cierto desasosiego, y de ahí los planos finales. Quizás hayan sido un error por nuestra parte, pero al escribir siempre nos preguntamos cómo queremos que salga el espectador de la sala, y aquí queríamos que lo hiciese jodido. Dejarle con el momento de la heroicidad de Santos…

¿Es Santos heroico en algún momento?

Sí, en la medida en que en un momento dado empieza a hacer su trabajo, y es eficaz.

Ya, ¿pero cuáles son las motivaciones del personaje?

Salvar el culo. Pero usa bien los procedimientos. De hecho, los otros policías van a los sitios por los que él ha pasado antes. Si en la primera escena hubiese escuchado un comentario de los islamistas, posiblemente no se hubiese ni enterado, pero el hecho de que esté implicado directamente es lo que le hace reaccionar.

Pero su investigación no va destinada a desarmar el entramado islamista. Para él es algo tangencial.

Aquí no deja de haber ironía. El personaje de ficción es el que resuelve el asunto. Si no estuviera Santos Trinidad, habrían estallado las bombas, que es lo que pasa en la realidad.

¿No es peligroso adherirse a la figura del vigilante, del policía que se toma la justicia por su mano?

Había un peligro importante que nos gustaba: conseguir que un hijo de puta fuera, quizás no reverenciado, pero sí amigo del espectador. A nivel de relato era muy apetecible, aunque sabíamos que nos podíamos pegar una leche en cualquier momento. Yo creo que las buenas pelis tienen que andar por el filo de la espada, que si das un paso en falso te caes.

Creo que esto lo hemos conseguido, y a veces con escalofríos. Me contaba un amigo en Madrid que, viendo la película, cuando le disparan al árabe en la última escena, una señora de 60 años decía: “¡Dale, dale!” Es un poco fuerte.

La interpretación tan física de Coronado contribuye a ello. ¿Escribisteis los papeles pensando en él?

Los dos primeros no, este sí. Quién interpretaría el de La caja 507 fue durante mucho tiempo una incógnita, pero Enrique Urbizu tuvo esa intuición y, como teníamos los dos rodajes seguidos, automáticamente pensó en él para La vida mancha. Con No habrá paz para los malvados, él sabía desde el principio que le estábamos escribiendo un monstruo.

¿Y de dónde sale Helena Miquel?

Enrique Urbizu buscaba una actriz especial, no muy conocida y que desprendiera cierta fragilidad y dureza al mismo tiempo. Probó a varias actrices, caras más populares, que lo hicieron bien, pero había siempre algo que no acababa de convencerle. Helena Miquel había trabajado en un película en la que yo hice el guión: El idioma imposible, de Rodrigo Rodero. A mí me gustó mucho y le dije a Enrique: “Oye, mírate a esta tía”. Vio algo en ella que le agradó, la entrevistó, y desde el primer día supo que ella era la adecuada.

Creo que esta fue una jugada arriesgada, como la de José Coronado en su momento, porque ahora lo vemos obvio, pero cuando lo eligió para La caja 507, la elección se recibió como “curiosa”.

"Quién interpretaría 'La caja 507' fue durante mucho tiempo una incógnita (...). Con 'No habrá paz para los malvados', él (Coronado) sabía desde el principio que le estábamos escribiendo un monstruo".

La personalidad de Miquel en la película es la de una mujer metódica y fría, pero hay un momento en el que esto se rompe, que es la llamada de la hija. ¿Por qué incluirla?

Se escribió en la última versión del guión, y creo que es un acierto. Tiene que ver con una pequeña anécdota. Helena tiene una sonrisa preciosa, y Enrique se dio cuenta de que en la película no sonreía, así que escribió ese fragmento para que la pudiéramos ver romperse, de otra manera, no como un bloque de hielo. La razón fue capturar su sonrisa, pero yo creo que le da un puntito al personaje.

Hemos hablado de las referencias literarias, pero no de las cinematográficas. Esos homenajes a A quemarropa, entre otras, ¿son más cosa de Urbizu o tuyas?

Ayer mismo vi el inicio de la peli de Boorman antes de venir, por cierto. Eso es más el terreno de puesta en escena de Enrique. Yo influyo más en el tono. Por ejemplo, la presencia del cine francés o el mudo, que son pasiones que compartimos.

¿Que será lo siguiente del tandem Urbizu-Gaztambide?

Al acabar La caja 507 y La vida mancha, escribimos un tercer guión, que no se ha hecho todavía. Esperemos poder verla realizada, pero en su momento se consideró demasiado triste o dura. No sé si será el momento de lanzarlo, pero le estamos haciendo cambios. Y hay la voluntad de hacer algo más. ¿Será un thriller porque llevando dos faltaría uno? Eso nos pregunta la gente. Pues no sé, a lo mejor nos da por una película de aventuras.

Tenemos varias cosas en el cajón, pero no te puedo asegurar qué va a ser lo próximo, porque nosotros somos muy lentos, nos cuesta tiempo acabar los guiones. Trabajamos a cuatro manos. Desde el principio nos reunimos en una habitación, cada semana o 10 días, y vamos por todas las fases juntos. Es una forma singular, estupenda y muy creativa de trabajar, pero lleva tiempo.

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