DESEAR LO IMPOSIBLE – EL CINE DE JOÃO PEDRO RODRIGUES

Seguir hablando de queer cinema a la hora de referirse a João Pedro Rodrigues es, cuanto menos, injusto y reduccionista. A lo largo de su corta pero intensa filmografía ha conseguido alejarse de todos esos tópicos y ha demostrado coherencia hacia sí mismo y su obra. Así que desde un principio vamos a obviar las típicas influencias atribuibles a su cine (Warhol, Fassbinder, Sirk) y las comparaciones odiosas (por mucho que nos seduzca el paralelismo musical que hace Johnny Ray Houston en su artículo Double ‘O’ Heaven: The Vertigo Pop and Phantom Desires of João Pedro Rodrigues, en el que afirma que “si Hable con ella (2002) es el ‘Girlfriend in a coma’ de Almodóvar, Odete (2005) es Rodrigues pidiéndonos que nos encontremos con él en las “Cemetery Gates”1.)

La materia prima de sus películas es, sin lugar a dudas, el Deseo en sus diferentes vertientes. En O Fantasma (2000), se trata de sentir al otro, de alcanzarle a cualquier precio. Sérgio, su protagonista, es un animal nocturno que trabaja en el servicio de recogida de basuras. Una noche queda hipnotizado por un joven sobre el que concentrará todas sus fantasías. A partir de aquí, empieza a sentirle a través de fetiches, objetos robados que le pertenecen o han estado en contacto con su piel (los guantes, el bañador, la moto). Nada en el agua de la misma piscina para sentirle dentro. Se cuela en su casa y orina sobre la cama, como para marcar su territorio. Finalmente, la carne del ser deseado es maltratada ante la imposibilidad de poseerlo por completo, su bella cara magullada y su cuerpo abandonado en un callejón oscuro, lo que conduce a Sérgio a un punto de no retorno y lo condena a una existencia fantasmagórica. Enfundado en su traje de cuero negro, se retira al descampado donde se acumula toda la basura, el perfecto no-lugar para su no-existencia.

En Odete, el deseo de los dos protagonistas está relacionado, en ambos casos, con una persona que ya no existe, a la que por tanto, es imposible amar. Pedro, el novio de Rui, fallece en sus brazos tras un accidente automovilístico. Rui se dedica, a partir de entonces, a buscarlo sin éxito en otros hombres. Su fantasma se le aparecerá en ellos. Por el otro lado, la presentación de Odete, cual Madeleine levitando en sus patines, arropada por los violines, enmarcada por las estanterías del supermercado y destacada del resto de la gente por un travelling de acompañamiento, anticipa la idea de la mujer fantasma. El espectro de Pedro habitará en ella en forma de embarazo psicológico y progresivamente, la presencia del muerto dentro de su vientre irá cobrando mayor protagonismo, llegando Odete a vampirizar la existencia de Pedro para terminar convirtiéndose en él.

El principal anhelo de Tónia, la protagonista de Morrer como um homem (2009), es ser amada. Y éste pasa directamente por comprender y reconciliarse con su identidad sexual. Una dragqueen en decadencia despojada de cualquier mínimo indicio de glamour y a la que en ninguna ocasión vemos sobre el escenario, que nunca se ha decidido a someterse a una operación de cambio de sexo completa y que, sintiéndose al final de su vida, debe decidir entre morir como hombre o como la mujer que siempre ha sido. Fantasea con la posibilidad de, algún día, alcanzar a sus dos seres queridos, y vuelca todo ese cariño no correspondido en su pequeño terrier escocés, Agustina. Su hijo, lleno de rencor homófobo hacia una madre que no acepta como tal, y Rósario, el novio yonki que la humilla constantemente y la acusa de no ser “ni carne ni pescado, nada”, alimentan un desprecio que Tónia transforma en amor puro. Incapaz de comprender que sólo aceptándose ella misma será aceptada por los demás. Finalmente, conseguirá reconciliarse con el extraño que habita en su interior y aceptar definitivamente su identidad fluctuante.

Podemos decir entonces que los sujetos de sus películas se encuentran atrapados en un viaje infinito a la conquista del placer, un sendero eterno que va de lo que son hacia lo que ansían ser, materializado a través de grúas y sinuosos travellings. Pero de algún modo, todos ellos consiguen llegar a un estadio de satisfacción: Sérgio consigue trascender la carne y convertirse en un fantasma, el espíritu de Pedro se introduce en el cuerpo de Odete para que ésta y Rui puedan saciar sus fantasías y Tónia consigue finalmente desdoblarse y reconciliarse con su identidad sexual.

La abundante presencia de espejos refuerza también esta idea de los anhelos y ambiciones, proyectando una imagen frente a los personajes, imagen que ellos mismos son los encargados de juzgar. La contemplación del propio cuerpo les hace ser conscientes de quiénes son y qué o a quién quieren conseguir. Tónia se autoinculpa por su carencia de amor, Sérgio y Odete, en cambio, -y quizás debido a que son bastante más jóvenes- habitan una moralidad más ligera, más sometida al placer inmediato y fugaz.

Sérgio hechizado por el placer de la carne

Sérgio hechizado por el placer de la carne

Odete se viste la ropa de Pedro para convertirse en él

Odete se viste la ropa de Pedro para convertirse en él

Tónia debe decidir quién quiere ser

Tónia debe decidir quién quiere ser

Al igual que los personajes de sus películas, Rodrigues va depurando su estilo, avanzando en su propia búsqueda personal. En tan sólo tres películas puede apreciarse una evolución clara: si O fantasma es una película concisa y centrada en el cuerpo y la carne, Morrer como un homem es un filme más adulto, más calculado, en el que la cámara toma aún mayor consciencia sobre sí misma y un importante grado de autonomía. Podemos tomar de ejemplo el elaboradísimo plano secuencia que cierra la película, donde la mirada circula desde el fantasma de Tónia-mujer cantando en lo alto del cementerio, pasea por los ataúdes de Tónia-hombre y Rósario y los amigos que asisten a su funeral, para llegar a una vista general de la ciudad. Acto de amor último de los personajes entre sí y de Rodrigues hacia ellos.

Se permite también el lujo de jugar a transgredir los géneros cinematográficos, incluyendo escenas que perfectamente podríamos identificar como típicas de un filme bélico, musical, fantástico o mudo-“primitivo”. Es habitual en sus películas la irrupción de algún tipo de elemento sobrenatural (los gamusinos, las apariciones fantasmagóricas), lo cual rompe cualquier expectativa del espectador y diluye la estrecha frontera entre el mundo real y el imaginario. Diferentes formas de intrusión tienen lugar en los cuerpos de los personajes, poseyéndolos: el hipotético feto en Odete, la identidad confusa de Tónia y el cuero que invade la piel de Sérgio. En sus tres largometrajes envía a sus protagonistas a un cementerio -bien sea de cadáveres o de basuras-, lugar misterioso y prohibido para los vivos, donde cualquier cosa puede ocurrir.

La extraña belleza en lo grotesco es en cada película más palpable.

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(1) RAY HUSTON, Johnny: “Double ‘O’ Heaven: The Vertigo Pop and Phantom Desires of João Pedro Rodrigues, Cinemascope, n.º 25.

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