El acontecimiento, de Audrey Diwan
Los ojos azules y enormes de Anne (Anamaria Vartolomei) analizan cada gesto, cada acción. Sus ojos permanecen mientras ella avanza a toda velocidad, cargando de manera oculta con su desesperación. Se detiene solo un momento, a respirar y mojarse la cara, para después continuar. Parece que nos apela con su mirada, atravesando la pantalla, y que nos pide ayuda, sabiendo que no podemos dársela.
El acontecimiento se sitúa en la Francia de los años 60 y cuenta la historia de Anne, una estudiante joven y brillante, con un futuro prometedor, que se queda embarazada. De pronto, ve truncada la oportunidad de terminar sus estudios y huir de las asfixiantes restricciones de su entorno. Con los exámenes finales acercándose y un vientre que no para de crecer, Anne decide actuar, aunque esto suponga enfrentarse a la vergüenza, el dolor e incluso la cárcel. El acontecimiento es la adaptación al cine que la directora Audrey Diwan hace del relato homónimo de Annie Ernaux, en el que la escritora narra de manera explícita y rotunda su propia experiencia de aborto clandestino en Francia. Para Diwan, este es su segundo largometraje, con el que ganó el León de Oro a la mejor película en la pasada edición del Festival de Venecia. Para Ernaux, la puesta en escena de un suceso que vivió en su juventud y escribió ya entrados en los sesenta años. Dos obras que se complementan y que están cargadas de sinceridad.
De principio a fin, el film se presenta como una lucha incansable por sobrevivir. Por sobrevivir en un mundo misógino en el que las mujeres no tienen aún el derecho ni el poder que quieren ni al que aspiran. Es la negación de Anne frente a ese destino que la sociedad dicta para ella. El castigo del sexo fuera del matrimonio, el martirio de la madre soltera. La lucha contra, como ella misma dice, “esa enfermedad que solo afecta a las mujeres y que las convierte en amas de casa”. Pero, ¿qué significa sobrevivir en este contexto? ¿Cuáles son las consecuencias?
El camino es duro, perturbador y atestado de impotencia. El mismo camino que Ernaux tuvo que recorrer en su día. Tras los doctores negligentes y las amigas que dan la espalda a Anne, llega la espera, y de ahí el intento de provocarse a sí misma un aborto con unas agujas de calcetar. Una de las escenas más duras de la película, en la que el dolor, el miedo y la desesperación se trasladan al cuerpo de quien, al otro lado de la pantalla, contempla la situación con los ojos medio cerrados. No obstante, lo realmente crudo viene después, al no tener éxito y verse obligada a asistir clandestinamente a una profesional. Audrey Diwan compone una obra de arte a través de este proceso, en el que la explícita práctica de un aborto, con todo lujo de detalles y despliegue visual (con lo que esto conlleva) se confronta con la aspiración y necesidad de libertad y de conseguir una voz propia, logrando un equilibrio perfecto.
El acontecimiento es una película de época perfectamente situable en la actualidad, en la que el poder de decisión y la libertad individual se plantean como pilares fundamentales e innegociables. Son muchas las mujeres que han hablado sobre este tema en el contexto artístico, pero la película de Diwan llega a las entrañas (literalmente). El punto de vista de la cámara, que acompaña constantemente a Anne, logra que el viaje que hacemos con ella sea el doble de intenso y que (casi) lleguemos a sentir lo que ella siente, que nos metamos en su cuerpo, que nos convirtamos en ella. El acontecimiento es un film importante y magnético porque reivindica, como reclamó siempre Annie Ernaux, la dimensión política de la intimidad.