«LA CLAVE DEL ÉXITO DE PÚBLICO ES UNA PROGRAMACIÓN RIGUROSA PERO NO DEMASIADO ACADÉMICA»


En los últimos ocho años que lleva en pie, Play-Doc ha conseguido crecer, madurar, y sobre todo establecer un modelo de festival algo distinto al dominante. Modelo basado en una escala modesta, en la escasez de contenidos más que en las programaciones mastodónticas, y con un fuerte componente festivo, de celebración cinematográfica. Un modelo que ha atraído a autores de la talla de Pelechian, McElwee o Rosenblatt, y que abre todas las primaveras una pequeña ventana para el documental en la frontera del sur de Galicia. De las peculiaridades de este evento, así como de los inconvenientes y dificultades que se presentan en el camino de un festival de este tipo, hablamos con Sara García, co-directora y responsable de programación de Play-Doc.

Para empezar, podías hablarnos de cómo se crea Play-Doc y se gestiona desde el principio esa creación de públicos que conlleva todo festival.

Todo esto empezó en 2003, cuando yo conocí a Ángel (Sánchez, co-director), que por aquel entonces vivía en Valencia, ciudad de la que yo soy. Habíamos coincidido trabajando juntos en varios eventos, entre ellos la Mostra, y también en otros festivales y producciones relacionadas con arte y música. Surgió entonces la idea de crear un festival de documentales, porque era un género que nos apasionaba y porque no había en España en ese momento ningún festival dedicado exclusivamente a este tipo de cine. Los que hay ahora, si no recuerdo mal, empezaron también por aquella época. Pero Play-Doc es un proyecto totalmente independiente. El hacerlo en Tui fue por la sencilla razón de que Anxo es de aquí, y porque aquí había un teatro maravilloso, con unas magníficas infraestructuras, y el lugar era precioso y parecía perfecto. Los festivales que están en grandes ciudades corren el riesgo de diluirse entre el resto de ofertas culturales, y el hacerlo aquí suponía crear algo más concentrado y más intenso, aunque también implicaba muchos otros inconvenientes.

Sobre el cómo se gestiona la creación del público, la verdad es que el éxito de audiencia ha sido desde el principio la gran sorpresa de este festival. Ya en la primera edición conseguimos atraer a más de 3.000 espectadores, cifra que ha ido creciendo hasta llegar a 8.000, que es la media que tenemos ahora. De modo que en ese sentido hemos llegado a nuestro tope, teniendo en cuenta que hay tan solo una sala de cine (aunque con un aforo de 450 butacas), con una sesión cada vez, y tan solo en cuatro días, por lo que tenemos una media de público de 300 espectadores por sesión, y durante el fin de semana hay siempre aforo completo. Hablamos de cifras proporcionalmente muy elevadas, teniendo en cuenta las dimensiones del festival. Por otro lado nos gusta mucho la idea de mostrar un cine periférico desde la periferia, no en una gran ciudad, sino en un lugar pequeño, en un festival pequeño. El estar ubicados en un lugar fronterizo también es algo que conceptualmente da mucho juego, ya que el cine documental es un género fronterizo que se resiste un poco a definirse o catalogarse.

Ahondando en el tema de los públicos, nos interesa saber cómo crees que funciona esa dialéctica entre público local y el más especializado.

El público de Play-Doc es local tan solo en un 30 o 40 %. Con los años hemos conseguido atraer a muchísima gente de toda Galicia, del norte de Portugal, y hasta de Lisboa, y también de Madrid y Barcelona y otros lugares de España. Lo cierto es que una de las características de nuestro público, es que es, y ha sido siempre, increíblemente heterogéneo, abierto, participativo, fiel y numeroso. Creo que la clave de nuestro éxito ha sido proponer una programación rigurosa pero sin un enfoque demasiado académico. Esto es, sin dar la sensación de que lo que mostramos aquí está solo al alcance de un grupo exclusivo de cinéfilos. Porque, por otro lado, estamos totalmente convencidos de que cualquiera puede disfrutar y apreciar este tipo de cine, aunque sea de una manera más esencial, más básica o más directa. Hemos mostrado la obra de Artavazd Pelechian en una sala llena y totalmente emocionada, y te puedo asegurar que los cuatrocientos espectadores que allí había no eran todos ni profesionales ni cinéfilos, ni mucho menos. Lo mismo puedo decir sobre Stonys, Dziworski, McElwee, Kossakovsky, Depardon, Rosenblatt, Kowalski, Lozinski y muchos otros que han pasado por Play-Doc y que han cautivado y maravillado al público que asiste año tras año al festival.

Teniendo esto en cuenta, ¿cuáles son las líneas básicas sobre las que se asienta vuestra programación?

Lo cierto es que programamos sencillamente lo que nos gusta y que, por ello, nos gustaría compartir con los demás. No pensamos demasiado en el público a la hora de programar, en el sentido de que no buscamos complacerles, tampoco sabríamos qué es lo que quieren. Porque, a todo esto, ¿quién es el público? No se puede generalizar y decir que nuestro público tenga un gusto, unas exigencias o unas preferencias determinadas, cada uno de los espectadores que conforman este público es diferente y sería imposible complacer a todos. Lo que sí es cierto, es que para empezar, y esto es algo que sí tienen en común; es que si vienen a este festival, que está en un “recuncho” (rincón) de Galicia, y que es además un festival de cine documental; es que al menos tienen un interés y una curiosidad por ver y descubrir cosas que no pueden ver, o al menos no fácilmente, en otros lugares. Así que nunca pensamos en complacerles porque eso sería de alguna manera subestimarles, subestimar esa curiosidad y esa receptividad que a mí me parece maravillosa.

Sara García con Artavazd Pelechian en la edición de 2012. FOTO: Tamara de la Fuente

Vosotros, también por como es el festival, apostáis por una selección muy reducida de títulos en la programación, lo que puede ser un arma de doble filo, ya que eso exige que cada título esté muy pensado, muy seleccionado.

Puede resultar más difícil programar pocas películas que muchas, la verdad es que sí. No sé si lo conseguimos siempre, pero al menos creemos que todas las películas tienen, objetivamente, un interés cinematográfico. Para la sección oficial a competición, seleccionamos aquellas que hemos encontrado en festivales a los que solemos ir, o las que nos han llegado por convocatoria, y que nos han gustado. Para las retrospectivas traemos directores cuya obra queremos y tenemos la necesidad de dar a conocer y compartir. Existen cineastas maravillosos dentro de este género que son prácticamente desconocidos en nuestro país y con filmografías absolutamente imprescindibles.

El cine gallego también ocupa un lugar esencial en nuestra programación. La fórmula ha ido cambiando a lo largo de los años. Al principio había una competición gallega, lo cual nunca acababa de convencernos porque establecía una discriminación, una discriminación tanto positiva como negativa, porque puede funcionar en los dos sentidos, por eso es un tema delicado. Es verdad que un festival tiene la responsabilidad de dar visibilidad a las películas que se hacen en el país, pero una competición nacional suele ser, por lo menos en casi todos los festivales que conozco, una competición menor, secundaria. Y esto, al menos aquí en Galicia precisamente, donde hay tantísimo talento y tan buenos cineastas hoy en día, cuyas películas se estrenan en los festivales más prestigiosos del mundo entero, hacer una competición gallega no tendría ya ningún sentido. Por eso hace ya varios años que tenemos tan solo una competición internacional donde siempre compite al menos una película gallega (hay que tener en cuenta que nuestra programación es especialmente reducida), y de hecho ya llevamos dos años seguidos en los que el premio se lo lleva una película gallega, otorgado por un jurado internacional.

Pero sí sigue siendo necesario reservar un espacio para lo más destacado que se ha realizado en Galicia durante el año. Sobre todo cuando existe tanta calidad y se hacen cosas tan interesantes.

Volvemos un poco para atrás. Hablando de la escasez de títulos, la crisis también está provocando una reducción de los festivales y que se adelgacen las secciones. ¿Es esto un problema para vosotros?

En nuestro caso, sería imposible reducir más. Tenemos alrededor de treinta títulos en total, lo que viene dado no tanto por una razón de presupuesto como por elección propia. Podríamos tener más salas, más días, más películas. Pero entonces se perdería la esencia de este festival, íntimo y particular. La realidad es que siempre hemos trabajado con el mínimo presupuesto posible, y estamos muy acostumbrados también a esta circunstancia, que evidentemente no es la ideal, pero que a pesar de todo no nos ha impedido seguir creciendo como festival. Y no hablo de un crecimiento cuantitativo, porque no creo que ese sea el crecimiento que debemos tener, si no en calidad, en reconocimiento, en proyección exterior, en rigor en cuanto a contenidos, también un crecimiento en cuanto a madurez, conocimientos. Pero volviendo al tema del dinero, sinceramente no, no nos afecta tanto como a otros, ya que económicamente nosotros siempre hemos estado en crisis.

Pero los problemas de financiación que se han agravado en los últimos tiempos supongo que sí que dificultan obtener los recursos necesarios para mantener el festival.

A decir verdad, nuestro festival es tremendamente barato, tiene un presupuesto casi ridículo en relación a los resultados que obtiene. Lo malo de tener que trabajar en estas condiciones de escasez es que exige un esfuerzo muchísimo mayor que acaba siendo agotador. Buscar la financiación necesaria cada año consume una cantidad increíble de tiempo y energías que deberían dedicarse a otras cosas. Aún así, esto forma parte de la producción de cualquier evento, está claro, pero hoy en día buscar financiación pública o privada se está convirtiendo en una auténtica pesadilla. Nunca sabemos con qué presupuesto total contaremos hasta un mes antes del festival, cuando toda la programación tiene que estar ya más que cerrada, así que imagínate. Cada año es tirarse a la piscina y rezar para que al final haya algo de agua. Somos un poco kamikazes en este sentido. Pero como te dije, estamos demasiado acostumbrados a trabajar así, y somos realistas, nos adaptamos a lo que tenemos. No obstante y a pesar de todo, el pasado año el recorte presupuestario fue brutal, y sin embargo fue uno de los mejores en cuanto a repercusión, reconocimiento y calidad.

"Buscar financiación pública o privada se está convirtiendo en una auténtica pesadilla. Nunca sabemos con qué presupuesto total contaremos hasta un mes antes del festival".

¿Qué función crees que tiene ahora mismo un festival de cine, ahora que la accesibilidad (a películas, información, etc.) es mucho mayor?

La función de un festival hoy en día es sobre todo una cuestión de reunión, de acercamiento, de entrar en contacto directo con profesionales, realizadores, el público. Es muy fácil, o algo más fácil acceder a este tipo de cine o a ciertas películas, pero en un festival y más un festival de este tipo, que es pequeño, la relación que se establece entre el realizador, sus obras y el público es muy importante. También entre profesionales. Poder hablar de las películas, poder discutirlas, crear el espacio apropiado para generar diálogo e intercambio es también esencial. En una palabra, se trata de compartir, de celebrar, de festejar y disfrutar el cine, y eso es algo que solo se puede vivir en los festivales.

¿Cómo pensáis vosotros todas esas secciones que apoyan al festival, secciones paralelas o exposiciones, que en Tui siempre estuvieron presentes? ¿Qué función cumplen en su configuración?

Todo lo que hacemos, tanto los conciertos como las exposiciones, tienen relación directa con alguna de las películas programadas. Por otro lado, también acerca a otro público no necesariamente cinéfilo. Es una manera de introducirlo al festival, y hacer que se interesen también por el cine que se programa. Es un complemento que enriquece la propuesta cultural y la complementa. Además propicia esa atmósfera festiva y de celebración tan importante de la que hablábamos.

En ese sentido, una cosa que me preocupa bastante de los festivales es ese efecto “evento”, de modo que no se establece una continuidad a lo largo del año, más allá de los días que dura el festival, de forma que se diluye un poco ese público.

Por un lado, ese efecto «evento» tiene también mucha fuerza y genera mucha energía. Cuando el evento se aproxima, se empieza a crear una expectación y una anticipación que son también muy interesantes y luego llega y se vive también más intensamente. Pero por otro lado, es una lástima que tan solo suceda una vez al año, así que la idea de darle continuidad al festival durante el resto del año era algo que nos rondaba en la cabeza desde hacía mucho. Así que, no sin mucho esfuerzo pero también con mucha ilusión, acabamos de poner en marcha Play-Doc TV, que es una nueva iniciativa que desarrollamos gracias a R, y que consiste en tener un canal que supone una extensión del propio festival. Nos parece una oportunidad fantástica y un privilegio y estamos además encantados de poder contribuir a una televisión alternativa y de calidad.

¿Crees que el futuro de los festivales puede estar en la red o en este tipo de herramientas, o siempre quedará el encuentro físico, a pesar de esas nuevas pantallas como Festival Scope u otra múltiples plataformas que van apareciendo?

Hay mucha gente que detesta ver películas en Festival Scope. A mí, por ejemplo, me parece una herramienta fantástica que además utilizo bastante, aunque es tan solo accesible a profesionales. Pero sí que existen ahora muchísimas plataformas en la red para ver cine y hay una accesibilidad que antes no había. Pero tanta oferta genera, bajo mi punto de vista, cierta confusión. Puedes ver tantas cosas que al final no sabes muy bien qué es lo que quieres ver ni qué es lo que has visto. Es el peligro de la red, que por un lado te da acceso a una cantidad de información desorbitada, que después hay que saber gestionar y filtrar. Los festivales actúan un poco como filtros en ese sentido.

En ese sentido que apuntas, de la importancia de la intermediación, ¿crees que a lo largo de estos años habéis podido crear un marca Play-Doc o algún tipo de estilo que se puede identificar con el festival, y que os distinga de otros de características similares?

Sí, Play-Doc tiene una personalidad muy particular, más bien se trata de una cuestión de actitud. Este festival es un proyecto personal que hacemos un equipo muy, muy reducido, y todo ello se refleja luego hasta en los más mínimos detalles. El hecho de ser un proyecto independiente también nos deja toda la libertad del mundo para hacer las cosas a nuestra manera. Pero si hay algo que destaque en el Play-Doc es la atmósfera de celebración, de comunión, de festividad, de experiencia. Hay que vivirlo para saber de qué estoy hablando.

Ya para acabar, háblanos un poco del futuro del festival. ¿Cómo se presenta el futuro del Play-Doc, tanto en esta edición como más adelante?

El futuro es siempre algo muy incierto, y tal y como están las cosas, más. La próxima edición se presenta fantásticamente bien, sin embargo. Al menos en cuanto a los contenidos. Más adelante espero que podamos seguir creciendo y poder seguir rodeándonos de profesionales maravillosos para que la familia sea cada vez más sólida y más grande, y el festival pueda seguir adelante. Alguien dijo una vez, refiriéndose a la gente que pasaba por el festival, que «llegan como invitados y se van como militantes». Y esto es ciertamente así.

Comments are closed.