‘EL CINE QUE ME IMPORTA’, de Javier Tolentino

Javier Tolentino con Neus Ballús e Lluís Miñarro, na gravación dun programa no marco de Curtocircuíto. FOTO: Tamara de la Fuente

Javier Tolentino con Neus Ballús y Lluís Miñarro, en la grabación de un programa en el marco de Curtocircuíto. FOTO: Tamara de la Fuente

Quien espere un libro de análisis crítico, no lo va a encontrar en El cine que me importa. Menos aún una antología de lo mejor de la historia del cine por Javier Tolentino. El volumen del presentador de El séptimo vicio de Radio 3 es un ensayo apasionado y cinéfilo, de un periodista que lleva años contando lo que ocurre en el mundo del cine, desde su particular mirada, que aquí desarrolla a partir de una serie de ejemplos. Podían haber sido más, o menos. Ha escogido algo más de 60 títulos, uno por director. Son muchos los que se le han quedado en el tintero, pero no importa tanto eso, como la filosofía de vida que transmite, porque ante todo estas páginas suponen una especie de código ético con el que posicionarse en el mundo. A través del cine, desde luego, pero desarrollando exactamente eso: una filosofía de vida.

Este pensamiento, esta actitud, podría definirse con algunos adjetivos que se le ocurren a uno de forma recurrente al pasar de un capítulo a otro: humanista, comprometido, curioso, entusiasta y… sí, quizás un poco adulador. Son todas características que Tolentino muestra de manera despreocupada en su programa, y también en este libro. Humanista al entender el cine como herramienta para comprendernos mejor a nosotros mismos, y a los otros, en un ejercicio de solidaridad. Que de todas las de Aki Kaurismäki, uno de sus realizadores predilectos, haya elegido Le Havre (2011), no es casual. Entre otras cosas, dice de ella: “Muestra uno de los caminos por el que las clases trabajadoras europeas podrían salvarse, el de una solidaridad real, no digital ni bancaria”. Está claro, apoquinar sale barato, ser bondadoso y comprometerse ya cuesta más. Como en Nubes pasajeras (1996), la película que inauguró NUMAX, donde Tolentino presenta este fin de semana su libro; la obra del finlandés recurre muy a menudo a estas redes de solidaridad agria pero vitalista. Sigue el periodista: “En el barrio utópico de Le Havre –de igual manera que los parados de Marius y Jeannette, de Robert Guédiguian– la ayuda se cuela por todos los poros”.

Guédiguian es otro de los autores preferidos de Javier, y esto nos lleva al compromiso (político). Es obvio que el escritor aboga por la igualdad entre los hombres, en contextos de lucha contra un sistema podrido, y con expectativas a veces un poco utópicas, pero necesarias. Al director galo –del que elige Marie-jo y sus dos amores (2001)– se suman otros grandes nombres del cine social como Ken Loach –con Mi nombre es Joe (1998)– o Víctor Gaviria, con La vendedora de rosas (1998) del subtítulo: De La vendedora de rosas a La petite vendeuse de soleil. Es muy posible que estas películas no se encuentren en el top 60 de Javier Tolentino, pero como hemos dicho, esto va de otra cosa. No se puede tachar su trabajo de eurocéntrico, eso desde luego. Este compromiso político lo es también para con otras culturas, muy olvidadas en la información diaria, en la crítica generalista e incluso en la más académica. Que en el título del libro figuren una película colombiana y otra senegalesa, del reputado Djibril Diop Mambéty, es toda una declaración de intenciones, de ese hombre que se revela como un gran curioso, buen fisgón, como todo periodista que se precie. El mapamundi sigue con nombres nada obvios: Tuli (Auraeus Solito, Filipinas, 2005), Los colores de la montaña (Carlos César Arbelaez, Colombia, 2009), Bamako (Abderrahmane Sissako, Mali, 2006) o La vaca (Dariush Mehrjui, Irán, 1974), por citar solo algunos.

Habitualmente, estas figuras están ligadas a su trayectoria profesional, y para explicar mejor la implicación emocional que siente por ellas, deja en el libro algunas anécdotas que muestran cómo se hace El séptimo vicio día a día. Gaviria fue su primer invitado allá por 1999, cuando nacía el programa, razón de más para incluirlo en el título. De Arturo Ripstein, cuenta cómo se fueron de fiesta por Barcelona y, bien entrada la noche, le confesó cómo había recuperado los derechos de La reina de la noche (1999) a base de encañonar a un gringo. Y de un encuentro en el que estaba presente, precisamente en México, relata cómo un fascinado Lluís Miñarro acabó metiéndose en la producción de la última película de Naomi Kawase, Still the Water (2014), para él la mejor de la japonesa. Lo que pudiese parecer anecdótico muestra, sin embargo, una de las características de Tolentino; su capacidad para crear silencios en los que relaja al entrevistado, le acaricia un poco con unas dulces palabras y, si cuenta con algo de tiempo, acaban entregándose a él. Estas declaraciones en la intimidad se incorporan a sus textos a modo de crónica personal, reforzando esa vertiente ensayística de El cine que me importa.

No cinema español, apostas tan persoais como 'El esfuerzo y el ánimo', de Arantxa Aguirre.

En el cine español, apuestas tan personales como ‘El esfuerzo y el ánimo’, de Arantxa Aguirre.

Defensa del cine español

Nos queda un último adjetivo, el de entusiasta. Esto puede aplicarse a cualquiera de los capítulos, pero es especialmente importante en los dedicados al cine español. Son 16 en total, y de nuevo vuelve a saltarse todos los cánones. El volumen se abre con una reivindicación de El honor de las injurias (2007), de Carlos García-Alix. Cualquier libro de historia lo pondría en la categoría de fotógrafo, pero quedamos en que esto es otra cosa. Que aparezca Lois Patiño con Costa da Morte (2013) parece una apuesta arriesgada, dado el poco tiempo que ha pasado desde su estreno, como para valorarla en el contexto de la historia del cine español. Pero que incluya a Arantxa Aguirre con El esfuerzo y el ánimo (2009), alguno se lo tomaría como una estruendosa provocación. Poniendo estos nombres al lado de los de Pedro Almodóvar, Víctor Erice, Carlos Saura, Juan Antonio Bardem o Luis Buñuel; demuestra una vez más que no le importa mucho lo que digan de su selección, es la suya, la que le importa.

Viendo que se le agotaba el espacio designado por el editor, decidió añadir un capítulo titulado “Hijos de Miñarro: un nuevo Nuevo Cine Español”, en el que claramente se mofa de las etiquetas, más de carácter comercial que crítico, de los nuevos cines nacionales. El Nuevo Cine Español, para Tolentino, nació en las Conversaciones de Salamanca en 1955. Está documentado que allí se acuñó el término, por mucho que con tanto ciclo publicitado en el Facebook, estemos desmemoriados y parezca una invención de 2013. En este capítulo, se atreve a añadir una serie de nombres que, para él, marcan el presente y el futuro del cine español. Directores tan diversos como Javier Rebollo, Fernando Franco, Oliver Laxe o Jonás Trueba, que por cuestiones de espacio, quizás cuenten con su propio capítulo en El cine que me importa – volumen 2.

El libro se completa con una introducción de la psiquiatra y psicoanalista Olga Correas, y unas páginas centrales a color, con fotografías de la realización de El séptimo vicio, notas sobre festivales, carteles y demás material gráfico para apoyar a los textos. Es necesario decir que al final de cada capítulo, Tolentino ofrece una biografía de los autores desde lo personal, por lo que hace trampa a la hora de elegir filme preferido. En el fondo, está hablando del cine de sus realizadores de cabecera, por mucho que titule con una sola película.

¿Recomendamos El cine que me importa? Si conoces el trabajo radiofónico del periodista, y te parece bueno, no te dolerá aflojar la cartera. Si detestas El séptimo vicio, ni te molestes, odiarás el libro por igual, porque no es más (ni menos) que la traslación honesta de un pensamiento, del micro, al papel.

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el cine que me importa miniEl cine que me importa.

De La vendedora de rosas a La petite vendeuse de soleil

Javier Tolentino

Páginas: 224

Editorial: Larousse

Precio: 14,90 euros en papel / 10,99 en electrónico

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