É O AMOR, de João Canijo

De la experiencia del amor: una película-proceso

En 2012, el festival de cine Curtas Vila do Conde organizó un programa intensivo con estudiantes de cine de la región de Oporto llamado Campus / Estaleiro que, como corolario, produjo diversos cortometrajes, poniendo en contacto a esos estudiantes con realizadores profesionales. En ese contexto, surgió una propuesta directa al cineasta João Canijo: abordar el microcosmos social de Caxinas, un barrio pesquero histórico de la zona norte, situado en Vila do Conde. El barrio tiene un alto potencial sociológico, ya que se ha ido adaptando a las condiciones económicas, sociales y productivas de las últimas dos décadas del Portugal contemporáneo. El cineasta, tras un conjunto de investigaciones sobre el terreno, decidió retratar ese espacio a partir de las mujeres de los pescadores, que consideró como la parte más importante de la actividad económica y emocional de las vidas familiares de Caxinas: “la mujer confía y depende del pescador para ganarse la vida, y el pescador confía y depende de la mujer para gobernar su vida”. La película abarca así tres preocupaciones recurrentes en la obra de João Canijo: el método de aproximación, el documento sociológico, y el análisis del mundo como representación.

Una película del método

Dejemos para más adelante la faceta sociológica de É o Amor -que podemos relacionar con la dimensión puramente documental de su narrativa- y consideremos otra capa, eminentemente experimental, que radica en la presencia de la actriz Anabela Moreira en este contexto. 

El trabajo interpretativo en la obra de João Canijo parte de un método particular de aproximación a lugares y experiencias, denominado justamente ‘aproximación por contagio’. En este método, se asume que los actores serán más auténticos si se dejan contaminar por la idiosincrasia performativa de la vida sociológica que pretenden representar. Con Anabela, Canijo ha ido mejorando poco a poco su método: en Noite Escura (João Canijo, 2004), la actriz era una chica anónima de alterne que ni siquiera formaba parte del núcleo central de la narrativa; en Mal Nascida (João Canijo, 2007) interpretaba a una mujer sedienta de venganza de una aldea de Trás-os-Montes (un papel en el que el contagio significó también la transformación física de la actriz, que llegó a engordar 25 kilos); y en Sangue do meu Sangue (João Canijo, 2011) encarnaba a una habitante del Bairro Padre Cruz de los suburbios de Lisboa. En todos estos casos, Anabela Moreira pasó un largo periodo en esos lugares, viviendo y conviviendo con las personas que pretendía ‘retratar’.

É o Amor surge así de una paradoja: elimina el componente ficcional dominante de todas las películas anteriores del cineasta (descontando los casos específicos y tangenciales de Fantasia Lusitana -João Canijo, 2010- o Raul Brandão Era Um Grande Escritor… -João Canijo, 2012-), pero mantiene la presencia de Anabela Moreira. Por una parte, esta estrategia fue importante teniendo en cuenta el escaso tiempo de producción de la película (entre dos y tres meses); mientras que por otra también servía para experimentar con el componente dominante documental. El resultado es híbrido, e incluso puede ser considerado como un ensayo para futuros caminos , sobre todo al profundizar en esa dimensión documental que en sus trabajos anteriores había sido un elemento minoritario hasta ahora. En ese sentido, no es fácil analizar É o Amor en el contexto de la obra del cineasta, al margen de estas cuestiones ‘productivas’ que sí encajan en las preocupaciones habituales de Canijo desde 1998.

La presencia de Anabela Moreira ayuda, en concreto, a desbloquear los diálogos y la presencia de las cámaras, de manera que la película busca una mayor autenticidad en los personajes documentales, mientras que Anabela intenta sumergirse en el mundo ‘real’ hasta el punto de minar las concepciones normalizadas de documental y ficción, un tema al que volveremos más adelante.

Un documental sociológico

¿Qué es lo que más destaca en esta película? En un primer momento, como ya referimos, su dimensión sociológica casi convencional, al acompañar a sus personajes en el vaivén de sus vidas alrededor de la pesca: el trabajo en la lonja, el viaje entre el puerto (en Aveiro) y sus casas (en Vila do Conde), algunos momentos íntimos en familia, el pago a los pescadores, hasta una boda. Canijo elige a Sónia Nunes como personaje principal, y se concentra en ella para desarrollar estas cuestiones íntimas. De su retrato pueden derivarse varias interpretaciones sociológicas: la primera señala que la vida del pescador es distinta de la imagen a la que históricamente está vinculada, porque en el caso de la familia protagonista se ve que hay un excelente nivel de vida, hasta el punto de que estos personajes representan una nueva clase media-alta en sus sus excesos visuales y materiales. Así, un estereotipo -el pescador pobre- se pone en entredicho ante la realidad expuesta por el documental, que ensaya a su vez un nuevo estereotipo, moldeando a los habitantes de Caxinas según el modelo dominante del portugués del siglo XXI.

Como documental sociológico, la película puede caer en algunas trampas. Algunos críticos acusan sistemáticamente a Canijo -tanto en este título como en los anteriores- de componer una visión exótica del otro: lo acusan de aprovecharse del carácter eminentemente popular y de gustos sencillos de sus personajes, mientras que su mirada encierra un profundo paternalismo de clase. Desde nuestro punto de vista, esa crítica es injusta, a pesar de que a veces la película se expone casi hasta al límite, como en la secuencia filmada de forma amateur por Anabela Moreira en una boda en Caxinas. Ese momento puede reforzar la potencialidad manipuladora del método, teniendo en cuenta la forma en que la actriz conduce la película hacia determinadas direcciones (respecto a este tema, es muy ilustrativo leer las entrevistas con Anabela Moreira), pero en cualquier caso, esa sería la principal línea de choque con el concepto mismo de documental y de la manipulación ontológica del propio género.

Sin querer entrar aquí en una discusión más profunda sobre la ética del documental, nos parece que É o Amor supera algunas de estas limitaciones -y de ahí las críticas de las que ha sido objeto- gracias a su mirada sincera hacia los sujetos filmados, en la que no hay un juicio de valor sobre ellos. Su espontaneidad ante las cámaras se debe en buena parte a la honestidad de la propia actriz, que en este contexto funciona como punta de lanza del cineasta. Por eso, también nos parece que esa tenue frontera entre documental y dispositivo está a punto de arruinarse durante la boda, cuando se nos presenta a diversos personajes sin contexto, potenciando una comicidad no pretendida por los retratados. No obstante, por suerte, el distanciamiento contemplativo de buena parte de la película salvaguarda a sus sujetos. También por eso es interesante ver la forma en la que el realizador prolonga la duración de las escenas, dejándolas revelar un mundo, ese mundo, en una decisión de puesta en escena próxima a Sangue do meu Sangue.

El mundo como representación

É o Amor es una película que se construye como una representación del mundo: su narrativa expone la forma en la que las personas organizan sus propia memoria personal. Todas las subjetividades se desarrollan como representación y, de este modo, se proyectan en una identidad. En este sentido, la película explota la representación de mundo de Sónia, la mujer que comanda la vida de la familia protagonista y controla el negocio del barco Marta Sofia. La potencialidad de la película depende así, en buena parte, de la fuerza de su mundo.

El dispositivo de construcción de la memoria se nos revela mediante aquellos momentos que marcan la vida de los sujetos filmados: bautizos, primeras comuniones, peticiones de matrimonio, bodas embalsamadas para la posteridad en DVDs musicales, etc. Esos momentos de la vida de Sónia ayudan a crear una representación puntuada por recuerdos felices, de manera que su retrato se caracteriza principalmente por la idealización de su vida, a la que también contribuye la música de la película: los sonidos elegidos enfatizan los lugares clave de la memoria selectiva. Son, de alguna forma, una máscara, una ilusión, una representación.

Otra de las características de esta representación es el exceso, tanto en el lenguaje como en la dimensión visual. Todo lo que Sónia relata (su vida, su pasado, su forma de vestir, sus consejos) están marcados por el exceso. “Es tan lindo”. Esa es la expresión mágica que resume su mundo. Su revelación.

Dentro de este contexto, la narrativa protagonizada por Anabela Moreira resulta especialmente interesante porque supone la construcción ficcional de una actriz en busca de un personaje: en una primera capa, la actriz busca a su personaje a través de las escenas confesionales; y después, en una segunda capa, construye ese personaje ficcional dentro del documental a partir de su relación con las mujeres. En este punto, Anabela Moreira señala una barrera -y por eso la película parece tantas veces un experimento, un proyecto en curso- porque ella interpreta, se contagia y se deja llevar por el medio retratado, aunque racionalmente sea posible replantearnos su construcción ficcional. Surge, así, una duda inevitable: ¿Dónde está el documental y dónde está la ficción? ¿Hasta dónde llega cada uno de estos registros?

Una película-proceso

Por momentos, É o Amor no parece una película sobre Caxinas, ni sobre las mujeres de Caxinas. Tampoco parece una película sobre el amor. Esta obra se construye a partir de la interacción entre el cineasta, la actriz y la realidad social. Precisamente por eso, lo que de verdad parece es una película-proceso, o más exactamente esa película invisible hasta ahora que João Canijo siempre hacía antes de cada uno de sus largometrajes. Tal vez É o Amor sólo siembre el caos, y a lo mejor por eso parece muchas veces poco más que un esqueleto: le falta forma final, contrapeso. Le falta tragedia y violencia, por contraste con las obras anteriores de Canijo, cosa que no es ni buena, ni mala. Es una estrategia que sitúa a la película en un escalón intermedio en dirección al próximo proyecto del realizador. Es, ante todo, una película-experiencia.

Le este artículo en su versión original en portugués.

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