FOCO BRUCE ELDER: CINEASTAS ILUMINADOS

Antes de comenzar la clase magistral que impartiría minutos después, Bruce Elder cruza el pasillo de Numax a una velocidad inusitada. Francisco Algarín, responsable del ciclo itinerante que ha llevado al director a varias ciudades del Estado, ya lo había avisado: Elder es un cineasta de una energía inagotable al que le ha costado seguir durante los días de rodaje que han pasado juntos en Andalucía. Una energía que también le ha llevado a recorrer múltiples disciplinas artísticas, ya sea el cine (vocación tardía, como señalaría durante las sesiones), la poesía (su vocación original) o la composición músical, así como embarcarse en la creación de ese hito de la perseverancia que son las 40 horas de The Book of All the Dead (1972-1992), su obra más emblemática hasta la fecha.

Sin embargo, en esta energía creativa constante, manifestada en una obra casi inabarcable, reside una de sus desventajas. Elder ha sido tradicionalmente un cineasta poco conocido incluso en los círculos de vanguardia y pese a las alabanzas de popes como Mekas, que lo adjetivó como «el más importante cineasta norteamericano de vanguardia surgido durante los años ochenta», o Brakhage, que dijo sentirse «más cercano a Elder que cualquier otro cineasta vivo». Una parte de su obra se encuentra todavía sin proyectar incluso en su Canadá natal; en este contexto, cobra un especial sentido la iniciativa de Lumière, Numax y Stephen Broomer, el restaurador de su obra, buscando arrojar luz sobre un cineasta injustamente apeado de la historia oficial del cine de vanguardia.

Un foco que nos deja una muestra representativa de su cine, el mismo que por su extensión y riqueza temática imposibilita, en palabras de Martin S. Watson, «realizar cualquier declaración general», pero que sí nos permite trazar tentativas de guía, hipotéticos itinerarios a través de la extensa creación elderiana.

Itinerario 1

Cuerpos desnudos: Sweet Love Remembered (1980) // Cuerpos en movimiento: Look! We have come through! (1978) // Cuerpos ausentes: She Is Away (1976)

Sweet Love Remembered (Bruce Elder, 1980)

Sweet Love Remembered (Bruce Elder, 1980)

Existe una idea constante de sustracción, casi de desaparición, presente en la obra de Elder. El propio autor lo explicita citando a Freud («Eros nunca ha sido más claro que en su deseo de hacer del dos, uno») y en esa idea de convertir la multiplicidad en unidad reside buena parte de la fuerza de su obra, incluyendo el cortometraje Sweet Love Remembered. En él yacen dos cuerpos femeninos, transformados en unidad por un sostenido momento de pasión al que la mirada del director parece ofrecer una melancólica resistencia. Un Elder que encarna así a la perfección, como ejemplo de narrador/enamorado, la tensión frente al cambio presente en el soneto de Shakespeare que titula el cortometraje: «For thy sweet love remembered such wealth brings / That then I scorn to change my state with kings». Viendo el resultado final, y también la simbiótica unidad creada entre imagen y banda sonora, compuesta para la ocasión por Elder, resulta extraño que Sweet Love Remembered, como bien señalaba Francisco Algarín, no comparta lugar de honor en la memoria cinéfila con piezas como Window Water Baby Moving (1959) de Brakhage.

Esta desaparición es progresiva y adquiere nuevas resonancias al continuar el programa presentado en Numax hasta Look! We have come through!, su estudio del cuerpo en movimiento basado en la coreografía de Stephanie Avon. En él, siguiendo caminos iniciados por el arte performativo, la corporeidad femenina presentada inicialmente deviene en una suerte de gesto pictórico abstracto, un trazo que trae a la mente trabajos como la performance Moondial (1966) de Aldo Tambellini, o el realizado muchos años después por el japonés Shinkan Tamaki en cortometrajes como Afrika I (2012).

Finalmente, la tendencia a relacionar ausencia y expresión pictórica toma cuerpo definitivo en She Is Away, donde la presentación de un espacio íntimo vacio, convertido circularmente en superficie de color, transforma a la ausencia en la dolorosa protagonista de la obra. Un camino de ida y vuelta lleno de sufrimiento que podría ser el mismo que lleva al espectador desde la habitación presentada en Wavelength (Michael Snow, 1967) a la completa soledad azul de Blue (1993) de Dereck Jarman. Todo a la vez que deja claras algunas de las llaves maestras para nuevas exploraciones de la obra de Elder: deseo, imagen pictórica y, por encima de todo, poesía.

Itinerario 2

Palabra, imagen, número: Illuminated Texts (1982) // 1857 (Fool’s Gold) (1981) // The Art of Wordly Wisdom (1979)

Illuminated Texts (Bruce Elder, 1982)

Illuminated Texts (Bruce Elder, 1982)

Tanto es así que Elder, utilizando la poesía como andamiaje sobre el que se levanta su obra fílmica (las películas incluídas en The Book of All the Dead toman como estructura cohesionadora a la Divina Commedia y como referente intelectual a The Cantos de Ezra Pound), ha construido un proyecto que, en lineas generales, busca estudiar las potencialidades de la interacción entre esta, imagen cinematográfica y lenguaje matemático. Como ya ha señalado Brakhage, «para Bruce Elder […] una panorámica por un paisaje se ve (o se puede ver) como una “oración” o como “el fragmento de una oración” relacionada con otra dentro del montaje de un párrafo, la cual además se entrelaza a menudo con el texto verbal e impreso –la visión ocular y el “pensamiento” in situ intervienen de manera simultánea en la pantalla en tanto que proceso».

Esta relación está presente en The Art of Wordly Wisdom y 1857 (Fool’s Gold), aunque llega a su mayor expresión en Illuminated Texts, probablemente su obra más madura. En todas ellas poesía, imagen y lenguaje matemático interactúan siguiendo el ejemplo señalado por Elder durante su clase magistral: el del palimpseto, donde el cuerpo principal esconde las huellas del resto de materiales acumulados anteriormente. O como en la práctica del collage, la estratigrafía, o el trabajo de Aby Warburg en los paneles del Atlas Mnemosyne, donde el historiador alemán disponía paneles repletos de imágenes procedentes de la pintura europea para establecer genealogías más allá de lo evidente. En todos estos casos, los materiales establecen vínculos y relaciones orgánicas entre sí y el espectador. «Creo que la experiencia poética conlleva una intuición no-discursiva y, de hecho, no-racional de las partes que forman un todo, en un orden que, en cierto modo, no puede ser expresado con palabras», una auténtica danza «del intelecto entre las ideas», como la define el director canadiense. Un método de trabajo que resulta tremendamente expresivo una vez visto en pantalla y que deja de relieve la forma en que los materiales originarios llegan, bajo la batuta de Elder, a nuevas potencialidades distintas a las que podrían alcanzar por separado.

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